No hay nada que nos diga que un gobierno de Frei sería distinto a uno de Piñera

14/01/2010
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Es parte de una nueva generación de líderes mapuches. A sus 28 años, fue uno de los candidatos al Congreso más jóvenes de Chile. No resultó electo, pero los tres mil votos que consiguió los atesora como un valioso capital político. Originario de Purén, repasó con Azkintuwe pasajes de su candidatura y los desafíos políticos que se avecinan para nuestro pueblo.
 
Diego Ancalao Gavilán nació en Purén en el seno de una familia campesina mapuche en diciembre de 1980. Se educó en colegios fiscales y a punta de méritos ingresó a la Universidad de La Frontera de Temuko. Su pasión por el deporte –fue Campeón Regional y Nacional de Karate- lo llevó a cursar la carrera de Pedagogía en Educación Física, de la cual egresó con honores el año 2005. Pero lo suyo era la política. Apadrinado en sus tiempos de liceano por un antiguo líder de la democracia cristiana en Malleco, Ancalao comenzó a militar a temprana edad en la falange. Esto terminó abruptamente el año 2009, cuando tras anunciar su intención de competir por un cupo al Congreso por el distrito 48, la cúpula metropolitana de la DC rechazó la posibilidad de una primaría entre su opción y la del actual diputado Mario Venegas. Víctima de las “máquinas” internas y de un desencanto de larga data, optó finalmente por renunciar.
 
Se dio entonces a la tarea de pavimentar un camino político propio. Junto a una red de profesionales mapuches que dirige en Temuko, montó en corto tiempo un pequeño pero fiel comando de campaña. Siguió tocando puertas y consiguió el respaldo de Marco Enríquez-Ominami, quien lo incluyó en su lista parlamentaria como independiente. No fue el único respaldo político que tuvo. Comunidades mapuches, juntas de vecinos, clubes deportivos, grupos de jóvenes y comunidades eclesiásticas de base de diversas comunas de Malleco se pronunciaron públicamente a su favor. También el Partido Mapuche Wallmapuwen. Fue así como el 13 de diciembre, Ancalao se convirtió en uno de los candidatos al parlamento más jóvenes de Chile. No ganó la elección, pero la experiencia adquirida la califica como invaluable. También los más de 3 mil votos que obtuvo, su “primer capital político”, señala.
 
A pocos días de la segunda vuelta presidencial, Ancalao repasó con Azkintuwe pasajes de su candidatura y los desafíos políticos que vislumbra para nuestro pueblo.
 
- ¿Cómo fue para ti este primer proceso electoral como candidato a diputado independiente?
 
Fue muy interesante. Por un lado, te permite ver como opera la maquinaria gubernamental de la Concertación para defender a sus candidatos, y por otro, como opera la elite económica para privilegiar a los candidatos de la derecha. Y frente a ello, cientos, miles de personas que viven en condiciones de marginalidad social en la región y que esperan que lleguen las elecciones para ver “qué les va a caer”, con qué regalo van a llegar los candidatos de uno u otro sector. Entonces no es tanto lo que yo criticaba, es decir, que los candidatos lleguen donde las familias más pobres con regalos, canastas familiares, lo que sea, sino que es la propia gente la que pide, la que exige a los candidatos que lleguen con regalos a la Junta de Vecinos, a la comunidad mapuche o a la población tanto. Hay una política de asistencialismo brutal, de clientelismo muy fuerte y que lamentablemente está instalada en nuestra gente. Lamentablemente y como está el sistema político actual, aquí gana quien tenga más plata para poner pan y circo. Así de claro.
 
- Un panorama a ratos desolador
 
Es lamentable. Pareciera ser feo lo que estoy diciendo, pero es la verdad, así funciona nuestra gente, especialmente en esta región y ello es complicado para un candidato que viene desde abajo. Responsabilidad les cabe también a los municipios, ya que estos encabezan la intervención electoral. Pudimos ver como estos ponen todo el aparataje que debiera estar al servicio de la comunidad, al servicio de los candidatos de tal o cual coalición. En Bajo Pellahuen me encontré con un circo que organizaba un alcalde con siete comunidades mapuches. Yo fui invitado por algunas familias del sector. Había tres camionetas, un jeep y dos autos municipales. Todo el equipamiento era municipal, una camioneta llena de vino y una chaparrita que andaba cantando corridos y montón de gente emborrachada. El candidato; ningún discurso, ninguna propuesta. “Mientras mas curado están, más seguros tenemos el voto”, me señalaron los mismos que hacían el show. En Los Sauces, el día de la elección, los buses con gente llegaban a la casa del alcalde primero, allí los esperaban con sándwich, con vino, cada bus a cargo de un operador político del municipio y luego pasaban a votar.
 
- El clásico puntero político
 
¡Esta es la política que se hacia en el siglo XIX, cuando los dueños de fundo te entregaban un zapato y si ganaba el candidato, te regalaban el otro¡. Aquí es lo mismo solo que no se entrega un zapato, sino que se juega con la necesidad de la gente. “Le hacemos el invernadero si sale nuestro candidato”, “le damos el subsidio si sale nuestro candidato”… eso es la denigración de la política y la denigración de la persona. En este sentido, hay todo un desafío para las nuevas generaciones de mapuches que estamos entrando en la política. La “vieja política” como yo la llamo, la política del colonizador, se basa en esto, en el vino, en las rancheras y en el sándwich. Eso lo debemos cambiar por una política de ideales, de propuestas, de compromiso con ciertos valores y principios. Más que denunciar por denunciar, yo lo viví en la práctica, en terreno, nadie me lo contó, debimos lidiar con ello cada día que estuvimos en campaña.
 
- En Chile y especialmente en Wallmapu, el cohecho y el clientelismo a nivel rural es toda una institución. Hay quienes incluso atribuyen cierto “factor cultural” a dicho comportamiento del voto mapuche. ¿Cómo se cambia esta realidad?
 
Se cambia luchando en terreno, disputando los votos y la confianza de la gente día a día, casi como un predicador. No hay otra forma. Yo estoy convencido que es posible cambiar esta situación. Soy optimista y la campaña electoral que hicimos, bastante corta y donde por falta de recursos no logramos llegar a todos los lugares, demostró que es posible cambiar las cosas. Hubieron 3 mil personas, un 4.6 % del electorado de mi distrito, que votó por ideales y por una propuesta política distinta. A ninguno de ellos les llevamos pan y circo, por el contrario, tratamos de posicionar la campaña centrándonos en propuestas y haciendo una invitación a construir un futuro mejor para nuestra gente. ¡Si la gente no es tonta! Y saben que a punta de pan, circo e invernaderos tal vez podrán sobrevivir, pero no van a lograr enviar a sus hijos a la universidad ni salir de la pobreza… A la hora de los recuentos, este es el gran triunfo que dejó la elección para nosotros. Antes del 13 de diciembre no teníamos ningún capital político electoral y hoy podemos decir que hay miles de personas en el distrito 48 que creen en la propuesta política levantada por grupo de jóvenes y profesionales mapuches. En ningún debate o en ningún foro con los otros candidatos yo los sentí superiores en propuestas, capacidades o en estudio. En lo único que eran superiores era en maquinaria económica y poder gubernamental. Entonces, a quienes no tenemos poder, solo nos queda armar redes, forjar alianzas, construir día a día. Los votos que logramos fueron de gente descontenta con lo que está sucediendo y que creen es necesario un recambio político y generacional.
 
- ¿Cómo interpretas la ausencia casi absoluta del tema mapuche en los debates presidenciales, incluso en aquellos foros parlamentarios donde a ratos solo aparecía como un tema de seguridad pública?
 
Que la derecha guarde silencio en el tema se entiende, para ellos los mapuches no existimos. La actitud de la Concertación es la que debiera preocuparnos. Me recuerdo que hace años atrás, cuando estaba en la democracia cristiana, me pidieron información sobre el tema mapuche, pero luego, cuando tenía que enviarlo, me dijeron que no era necesario, que no era un tema de interés para el partido. Y esa es la verdad, nosotros no somos un tema de interés para ellos, tampoco para Frei, por más que viaje a la zona y se saque fotos con mapuches. Hay un racismo muy fuerte en la política. En Santiago se creen que los mapuches todavía somos “indios que andan a pata por el campo” y que no tenemos la capacidad intelectual para actuar en política. Esto lo viví en la campaña. Por ejemplo, me tocó debatir con (Tomás) Jocelyn-Holt, candidato a Senador por la DC y era increíble el grado de desconocimiento suyo del origen del conflicto, de lo que ha sucedido con nuestro pueblo a través de la historia. Jocelyn-Holt señaló en un foro que el llamado “conflicto mapuche” estaba resuelto, porque con errores y todo, CONADI estaba funcionando y haciéndose cargo del problema. Yo no sabía si él estaba bromeando o hablando en serio...
 
- No olvidemos que Jocelyn-Holt antes de iniciar su campaña residía en el extranjero…
 
Bueno, eso da cuenta del respeto que las cúpulas de los partidos en Santiago le dan a la ciudadanía regional, con un candidato que nadie conoce y que es impuesto a los electores. Su desconocimiento del tema mapuche da cuenta también del grado de importancia que nos otorgan. Él refleja la clase política chilena actual, miembro de una élite que piensan que todos los demás, todos aquellos que no pertenecemos a ese club de familias, somos unos incapaces, sujetos de asistencia pero no de derechos. Chile como país lamentablemente no está preparado para abordar de manera seria y responsable el tema mapuche. No habrá solución a menos que nosotros, como pueblo, tengamos la capacidad política de poner el tema en la mesa. Y para eso falta mucho.
 
- Quisiera profundizar en un punto anterior. Tú tienes 28 años, observando a miembros de tu equipo el promedio de edad no supera los 25… ¿Qué valor le atribuyes a generar un recambio generacional en la política mapuche?
 
Me parece algo urgente. Otra victoria de nuestra campaña fue esto, el atrevernos como jóvenes a hacer política y sin tutelajes de ninguna especie. Yo en verdad espero que esta actitud logre motivar a otros de mi generación. Y permita dar cuenta de un nuevo tipo de discurso político. No solo los mapuches estamos pasándolo mal, también una gran cantidad de chilenos que son nuestros vecinos y que sienten muchas veces que son también discriminados como nosotros. La región jamás ha superado el 2.4 del producto interno bruto del país, económicamente es una de las más atrasadas, dentro de los índices de medición de calidad del empleo de la OIT, esta región encabeza las listas, lo mismo a nivel de desempleo, desigualdad social, etc. Entonces, el camino para resolver el denominado “conflicto mapuche” pasa por resolver también estos problemas que señalo, que son de todos quienes vivimos hoy en este territorio. De allí que los discursos deban cambiar, dejar de ser tan centrados en problemáticas puntuales, que “la tierra”, que “las forestales”, que “la empresa tanto”, está bien, son situaciones reales que deben ser denunciadas, pero para que existan cambios de fondo necesitamos ir más allá de la denuncia de temas puntuales.
 
- ¿Pasar de la protesta social a la propuesta política?
 
Precisamente. Necesitamos avanzar hacia una mayoría política y eso requiere abordar otros temas, ampliar la mirada hacia lo que sucede también con los no mapuches en la región y con todos aquellos mapuches que no viven ya en el campo y que tienen problemas de otro tipo. Los problemas puntuales muchas veces el Estado los aborda con migajas, subsidios por aquí y por allá, proyectitos por aquí y por allá. No digo que estén malos los subsidios, es necesario que existan, la gente los necesita, pero lo que tenemos que entender es que los temas de fondo no se resuelven con ellos. Esto último tiene que ver con disputa de poder político, con estar en la toma de decisiones, de eso hablamos. Creo que hacia allá debemos apuntar, con un discurso inclusivo. Algunos países latinoamericanos nos han dado muestras de cómo es posible avanzar indígenas y no indígenas. Esos lazos nosotros tenemos que fortalecerlos en la región.
 
- Pareciera que desde las organizaciones surgen variadas “propuestas mapuches para problemas mapuches”, pero no “propuestas mapuches para problemas de todos”. ¿Lo sientes así?
 
Es una deficiencia que tenemos. Yo creo que pasa también por lo que decías, un tema generacional, no olvidemos que gran parte de los dirigentes mapuches actuales vienen de una realidad distinta a la de nosotros. Me refiero a los peñi de mayor edad, gente como Santos Millao, por mencionar a alguien de mi zona, de Puren. Es difícil que cambie a estas alturas. Y hay otros peñi que se encierran en una postura radical que tampoco ayuda a sumar. Recuperar un fundo es legítimo, son tierras que nos pertenecieron y es un reclamo legítimo de las comunidades, pero pretender que la tierra solucionará nuestra situación actual de pobreza y subdesarrollo es mentirse uno mismo. Por eso creo que además de tomarse un fundo, es también legítimo plantearse la toma de los espacios de poder político que hemos perdido. Tenemos que pensar estratégicamente si queremos proyectar a nuestro pueblo en el futuro, eso hicieron los viejos luchando por que tuviéramos educación, porque llegáramos a la universidad, porque fuéramos de a poco mejorando nuestra calidad de vida. De esta manera iremos recuperando la dignidad que tuvimos antes, de lo contrario seguiremos sumisos, humildes y pisoteados.
 
- ¿Eres optimista al respecto?
 
Absolutamente. Creo que no falta mucho para que las cosas cambien. En la propia dirigencia mapuche están surgiendo nuevos liderazgos, jóvenes muy preparados, con una visión más amplia del problema que enfrentamos. Jóvenes algunos con un alto grado de preparación académica y que no han perdido su identidad, por el contrario, muchos de ellos la han fortalecido en los últimos años. Uno se encuentra todos los días con jóvenes profesionales con su identidad étnica muy clara, pero alejados de la política. Hay que hacer el esfuerzo por atraerlos y para ello los viejos discursos tal vez no son muy útiles, hay que innovar, hay que usar la creatividad. Creo que la nueva dirigencia que está surgiendo viene a eso, de lo contrario, seguiremos entrampados en el conflicto y bailando la música que el gobierno nos ponga.
 
- Finalmente, ¿nos puedes adelantar cómo votarás este domingo, en segunda vuelta?
 
Votaré nulo. Me parece que la Concertación no escuchó la potente señal ciudadana de descontento que un 20% le hizo el pasado 13 de diciembre, además las señales al mundo mapuche no han sido las esperadas. Y por otro lado, la derecha jamás ha sido alternativa para mí. No hay nada que nos diga que un gobierno de Frei sería diferente de un gobierno de Piñera. Nada. Yo siendo progresista, un hombre de izquierda, creo que se viene una etapa difícil, no será fácil un gobierno de derecha, pero no veo que exista mucha diferencia entre uno y otro ¡Si quien privatizó lo que no logró hacer la dictadura fue el propio Frei! Lo que está en juego no es un modelo de sociedad, es simplemente quién administra mejor lo que hay, el modelo neoliberal. Gane quien gane, todos los que estamos excluidos seguiremos igual de excluidos. Asumir eso es importante, porque permite no dejarse engañar. Partiendo de esa gran verdad, podemos construir algo distinto. Creo que en la etapa que viene los mapuches debemos articular, forjar redes, avanzar en alianzas, prepararnos para las contiendas políticas que se vienen. Yo ya comencé a predicar en el desierto, en tres meses de campaña, con un equipo pequeño y con escasos recursos logramos sobre tres mil votos en mi distrito. Imagínate fuéramos un equipo más grande, con mayor preparación y recursos… yo creo que podemos ganarle a quien sea.
 
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