Nuevas líneas de investigación en comunicación

23/07/2009
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Debemos intensificar el rescate del pensamiento
comunicacional latinoamericano, que viene
destacándose por su capacidad innovadora, audaz y creativa.
José Marqués de Melo
 
Los retos y desafíos de la comunicación en el nuevo orden multipolar, conformado por bloques de países que se agrupan sobre la afinidad de diversos intereses y coincidencias, es vital; más aún si se considera que los problemas mundiales se caracterizan por los efectos cascada que se generan en cuestión de segundos. El ámbito económico es un claro ejemplo de ello. En este sentido, pensar la comunicación desde la investigación implica abordar, analizar y proponer de manera teórica, pero con alcances prácticos un conjunto de medidas y salidas ante fenómenos, como: el calentamiento global, la deshumanización periódica que trae consigo la videovida, la ludopatía, la intolerancia cultural, étnica, religiosa y sexual; el uso de las nuevas tecnologías de la información y comunicación (TIC) bajo un marco instrumental y, estrictamente, rentista, entre otros. De ahí, la importancia de repensar las nuevas líneas de la investigación en comunicación, en espacios como éste.
 
1. Mirada de repaso
 
Desde la creación de la primera escuela de periodismo en América Latina, en la Universidad de la Plata, Argentina (1934), se evidencian señales contundentes en materia de investigación de la comunicación. Desde esta época se distinguirán tres momentos hasta la actualidad. En el primero (1930-1960), las iniciativas se dirigieron al análisis de los medios, en cuanto a la producción informativa y consumo de las audiencias, bajo un enfoque crítico pero con el uso de metodologías norteamericanas. “De ellos hace parte los pioneros estudios iniciales sobre periodismo, propaganda, cine, opinión pública. Generalmente son profesionales del área que ingresan en el magisterio universitario los que realizan estos estudios, como el cubano Octavio de la Suarée, el brasileño Carlos Rizzini o el ecuatoriano Jorge Fernández”.[1]
 
El segundo momento inicia, bajo el concurso de diversos intelectuales de la región e instituciones como el Centro Internacional de Estudios Superiores de Comunicación para América Latina (CIESPAL). En este periodo surge la Escuela Latinoamericana de Comunicación como la denominaría el boliviano Luis Ramiro Beltrán. La producción investigativa es fecunda, rica en aportes, empujada por la búsqueda de un pensamiento propio, con identidad, que se particularice y diferencie de la mirada occidental y norteamericana. Entre sus exponentes se mencionan al investigador venezolano Antonio Pasquali, autor del clásico Comunicación y cultura de masas, el colombo-hispano Jesús Martín Barbero, autor del libro De los medios a las mediaciones; y el argentino Eliseo Verón con su aporte, Conducta, estructura y comunicación.
 
De la mano de estos intelectuales, surgen paradigmas como el de la Comunicación popular democrática, conocida también como alternativa porque es horizontal y propone derribar la relación de poder y dominación del modelo norteamericano (emisor-receptor), además es creativa porque busca nuevas maneras, expresiones y formas de comunicar, cabe destacar que no se queda en lo urbano pues reconoce a todos los actores y en especial a los que están en zonas, donde los medios no llegan. Esta propuesta fue, mejor dicho, una contrapropuesta a las mediaciones colectivas de los medios y las industrias culturales que pretendían urbanizar los modos de vida, sin reconocer la diversidad y la diferencia de cada sociedad.
 
Dentro de este contexto, el CIESPAL realizó aportes significativos. En los seminarios de Costa Rica (1970) y luego en 1974 presentó junto a la Fundación Ebert, el primer Diagnóstico de Comunicación, así como el primer inventario de investigaciones de comunicación, sin perder de vista la enorme participación en procesos de formación de los profesionales de la región, actividad que realiza hasta el día de hoy. Entre las conclusiones de estos seminarios se indica que el inventario de investigaciones “había sido mayormente una indagación con anteojeras, por no haberse compaginado con la realidad latinoamericana tan distinta a la estadounidense. Y en 1976, salió a la luz una crítica aguda y pormenorizada a las premisas, los objetos y los métodos foráneos que estaban siendo indiscriminadamente empleados en dicha indagación”.[2] De manera posterior, se abogó por  instaurar una “comunicación de la liberación”.      
 
Desde 1990 hasta la actualidad, la investigación de la comunicación ha girado, se ha transformado, se ha resemantizado  debido al aparecimiento de las nuevas tecnologías de la información y la comunicación, al uso y creación de nuevas expresiones culturales, el aparecimiento de innumerables movimientos sociales que tienen particulares maneras de comunicar y los grandes problemas que enfrenta el mundo como se mencionó al inicio. Bajo estas consideraciones, el análisis de discurso de los medios y los efectos en las audiencias sigue siendo importante, pero hay otros elementos que determinan que medios y audiencias tengan otros comportamientos y gramáticas de producción y difusión, así como mecanismos de renovación y distribución como se hablará adelante.
 
2. Mirada actual
 
Para abordar lo que sucede en la actualidad en materia de investigación, cabe decir que desde la puesta en marcha del Consenso de Washington en 1990, los países de la región latinoamericana no solo que giraron, bajo diversas intensidades, sus modelos de economía política hacia el libre mercado, sino que también la academia, en la representación de varias universidades, también volteó su interés hacia carreras de carácter técnico, rentista y pragmático. En este escenario, las Ciencias Sociales sufrieron un duro golpe, pues incluso se habló que los países en vías de desarrollo necesitaban cada vez menos el concurso de profesionales de las Ciencias Sociales, pero más profesionales que propendan a la obtención de recursos económicos, como si lo social no fuera la base de la organización de los pueblos.
 
Las escuelas y facultades de comunicación fueron muy afectadas con esta corriente en su componente de investigación; sin embargo y de forma paradójica se crearon más escuelas y facultades de comunicación en la región, “En América Latina, según cifras de la Federación de Escuelas y Facultades de Comunicación Social, FELAFACS, hay mil escuelas de comunicación, una cantidad muy grande si se compara con el resto del planeta”.[3] La creación de más centros de formación, no obstante privilegió una comunicación que propende más a lo instrumental, rentista y pragmático. En otras palabras, que genere recursos de forma rápida y sin ningún compromiso a largo plazo. Esta corriente derivó en la creación de nuevas carreras de comunicación.
 
A este fenómeno, se adiciona otro: las nuevas demandas sociales de la comunicación, debido al auge de las nuevas tecnologías en los campos de la información y las telecomunicaciones. En otras palabras, la investigación de la comunicación tiene, en la actualidad, que enfrentar no solo los retos que el modelo de Washington quiso imponer en lo económico, sino también asumir las lógicas y demandas de un mundo que complementa lo real con lo virtual en casi todas las actividades cotidianas. “Nuestras vidas están moldeadas (…) por la presencia/penetración de las nuevas tecnologías (…) las nuevas tecnologías sirven para interconectar los distintos sistemas que conforman hoy la sociedad (….)”.[4]
 
De ahí, la importancia de analizar no solo el rol que cumplen las nuevas tecnologías en la vida social en cuanto a la democratización del uso de las TIC, la instrumentalización de las actividades y la brecha digital, sino también que es importante analizar el rol que cumplen las nuevas tecnologías en las formas de ser, estar, pensar, aprender, vivir y sentir por parte de las distintas sociedades del mundo. En especial, de América Latina. El cambio de época, del que muchos hablan desde distintos lugares, profesiones y actividades, trae consigo el estudio de la comunicación, debido a que aparecen, renuevan y se crean constantemente formas de interactuar, intercambiar, interrelacionarse no solo entre los sujetos, sino también entre las organizaciones, profesiones y ciencias.
 
Javier Esteinuo, investigador de las Ciencias Sociales, considera esencial que la investigación de la comunicación analice, entre otros fenómenos, “el empleo de las nuevas tecnologías para impulsar el desarrollo social, el uso de las infraestructuras informativas para defender la ecología, la difusión de los medios para fomentar la producción alimentaria, el uso de la comunicación para la rehumanización de las ciudades y la reducción de la violencia, la utilización de los recursos comunicativos para la conservación de las cadenas biológicas de la manutención de la vida, la defensa de los derechos humanos”.[5]
 
Es decir, la investigación de la comunicación en la actualidad tiene que tener la capacidad y también las sensibilidad (desde el concurso de las universidades, centros de investigación y los investigadores independientes) de pensar el mundo como un lugar nuevo, donde la técnica y la tecnología estén al servicio de la sociedad y no que un grupo de la sociedad se sirva exclusivamente de estas nuevas tecnologías. Bajo esta perspectiva, la investigación de la comunicación debe fortalecer uno de sus mayores imperativos: lo social y la sociedad. Ello implica apoyar, fomentar y promover el desarrollo de las Ciencias Sociales, más aún cuando se habla que vivimos en una época donde el cambio y los cambios son constantes. Precisamente, para entender la lógica del cambio está los cientificistas sociales y, en este caso concreto, los comunicadores.
 
Los nuevos consumos culturales, sus implicaciones y derivaciones, también son materia de la investigación en comunicación; no solo en el sentido de conocer y entender el por qué las personas miran una cantidad de horas la TV, escuchan la radio, leen la prensa y navegan en Internet, sino también conocer y entender las nuevas maneras que los sujetos tienen y usan las tecnologías para apropiarse de los espacios, estar en estos espacios y crear, asimismo, nuevos lenguajes, códigos y expresiones a partir de las mixturas culturales que surgen del contacto con personas de distinta edad, género, cultura, nacionalidad, grupo social, profesión, etc. En otras palabras, la sociedad y sus cambios son los mejores insumos para la investigación de la comunicación, si queremos entender las actuales y nuevas formas de comunicar, de comunicar-nos.
 
3. Propuestas para el nuevo milenio
 
  • Ante las demandas sociales del mundo acerca del cambio climático, la investigación de la comunicación debe propender a investigar la relación entre comunicación-sociedad y medio ambiente, desde estudios que determinen como la sociedad desde el uso de sus propias manifestaciones culturales, TIC y medios de comunicación propenden a la preservación, conservación y buen uso de los recursos naturales renovables y no renovables. Todo ello, dentro un marco que se conoce como ahora como ecocomunicación, es decir la relación entre medio ambiente y comunicación.
 
  • Frente a la escala de señales de intolerancia cultural, racial, política y religiosa se debe trazar una línea de investigación de la comunicación que permita determinar cómo se puede crear y tender puentes entre las diferentes culturas, sin que ello implique la anulación e imposición de modelos, sino más bien que esto implique la creación de una conciencia antropoética, desde la unidad en la diversidad como explica el pensador francés Edgar Morin.
 
  • Un mundo multipolar demanda la capacidad de investigar en la comunicación, las posibilidades que tienen los países de la región para crear un bloque regional y se haga efectiva la integración de la que tanto hablaron los libertadores, desde la puesta en marchas de Sistemas de Información y Comunicación que potencien los rasgos comunes y aprendan desde las particularidades de cada país.
 
  • La investigación de la comunicación, entre sus desafíos, debe explorar de qué manera el buen uso de la nuevas tecnologías pueden crear espacios de aprendizaje, intercambio de experiencias y cooperación entre los países de la región, bajo dinámicas de cooperación y complementariedad, asimismo como el buen uso de las TIC puede crear un marco propicio para acelerar el conocimiento y la aplicación de los Derechos Humanos.
 
  • La relación entre comunicación y democracia es esencial como tema de investigación, ya que los ciudadanos no solo requieren de información para la toma de decisiones, sino también para instaurar mecanismos de diálogo, participación y acción social, en un marco de respeto, tolerancia, inter-aprendizaje  y escucha activa.
 
4. Bibliografía
 
      Beltrán, Luis, 2007, “Temas y objetivos de la investigación en la comunicación de ayer”, en Revista Chasqui, n-100, Quito.
 
      Bisbal, Marcelino, 2001, “Manuel Castells y la sociedad informacional”, en Revista Comunicación, Caracas.
 
      Esteinou, Javier, “Tecnología versus humanismo”, en Revista mexicana de comunicación, n-84, México.
 
      Marqués de Melo, José, 2007, “Reto de la investigación latinoamericana en comunicación”, en Revista Chasqui, n-100, Quito.
 
      Morin, Edgar, 2006, Los siete saberes necesarios para la educación del futuro, Ed. Santillana, 2da edición, Quito.
 
      Morin, Edgar, 2007, La cabeza bien puesta, Ed. Nueva Visión, Buenos Aires.
 
      Pineda, Migdalia, 2006, “La investigación de la comunicación en América Latina” en revista Opción, Maracaibo.
 
      Sánchez, Enrique, 2005, “La investigación latinoamericana de la comunicación y su entorno social”, en revista Códigos, n-1, segunda etapa, Puebla.
 
      Zepeda, José, Prieto, Daniel, 2007, “El derecho a la comunicación”, en Revista Chasqui, n- 100, Quito.
 
- César Ulloa Tapia, ecuatoriano. Licenciado en comunicación social, magíster en Gerencia Cultural y candidato a magíster en Ciencias Internacionales. Docente universitario y consultor privado.
 
Notas:
[1] Marqués de Melo, José, 2007, “Reto de la investigación latinoamericana en comunicación”, en Revista Chasqui, n-100, p. 9.
[2] Beltrán, Luis, 2007, “Temas y objetivos de la investigación en la comunicación de ayer”, en Revista Chasqui, n-100, p. 7.
[3] Zepeda, José, Prieto, Daniel, 2007, “El derecho a la comunicación”, en Revista Chasqui, n- 100, p. 18.
[4] Bisbal, Marcelino, 2001, “Manuel Castells y la sociedad informacional”, en Revista Comunicación, Caracas, p. 7.
[5] Esteinou, Javier, “Tecnología versus humanismo”, en Revista mexicana de comunicación, n-84, p. 23.
https://www.alainet.org/es/active/31936

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