Fernando Lugo y la nueva iglesia

25/09/2008
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El obispo Fernando Lugo, presidente del Paraguay, es un caso sin precedentes en la historia del catolicismo romano, asegura el teólogo argentino Rubén Dri, catedrático universitario especializado en sociología de las religiones y uno de los fundadores del “Movimiento de Sacerdotes del Tercer Mundo”, de activa participación en las luchas sociales y políticas de los años sesenta y setenta en este país.

La singularidad reside, según Dri, en que el nuevo mandatario paraguayo, sin abjurar de sus concepciones religiosas y políticas avanzadas, ha sabido sortear con buen éxito los previsibles escollos de una jerarquía católica encabezada por quien él considera como “el Papa más reaccionario” de los tiempos modernos.

Dri es profesor investigador y titular de la Cátedra de Sociología de la Religión en la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires, autor de una docena de libros sobre su especialidad, entre ellos “Proceso a la Iglesia Argentina ”. Su activa militancia religiosa y política le valió persecución, cárcel y torturas en tiempos de la dictadura militar instaurada en 1976, cuyos represores dieron muerte a varios de sus compañeros “tercermundistas”. Exiliado en México, fue profesor de la afamada Universidad Autónoma de aquel país.

Dri ofreció una disertación sobre “Lugo y la otra Iglesia en América Latina”, en un escenario que hubiese sido inconcebible hace algunos años para un orador de extracción religiosa: el antiguo edificio del Comité Central del Partido Comunista argentino. “Mi presencia aquí es un signo de los nuevos tiempos que estamos viviendo y nos indica la necesidad de saber distinguir dónde están nuestros verdaderos enemigos”, advirtió.

En su análisis de las expresiones populares que se están produciendo en el seno del catolicismo latinoamericano, de plena identificación con las luchas por el cambio y la liberación política y social, que él sintetiza en el concepto de “Nueva Iglesia”, Dri se ocupó detalladamente de la experiencia que comenzó en el Paraguay con la llegada al poder de Lugo, el 15 de agosto de este año.

“El caso del obispo Lugo es muy especial. Es único, no recuerdo en la historia de la Iglesia otro caso como el de él. Es que une en sí mismo una concepción popular revolucionaria, y al mismo tiempo una notable muñeca política para manejarse en los ámbitos propiamente eclesiásticos”, explicó.

Dri señaló que al nuevo mandatario paraguayo “le ha tocado un momento muy difícil en la Iglesia Católica, cuando en la cúspide del poder eclesiástico tenemos a Benedicto XVI, el Papa más reaccionario que hayamos conocido en la época moderna”.

“¿Qué hizo Lugo? En lugar de romper abiertamente con la institución eclesiástica o de enfrentarla, lo que le auguraba un derrota casi segura, solicitó su reducción al estado laical y consiguió que le fuera otorgado. Así quiso quedar completamente libre de todas las obligaciones de la Iglesia, de manera de poder llevar adelante una política popular sin necesidad de estar obedeciendo determinadas normas. En este sentido es un caso único”, añadió.

Dri recordó que el mensaje con que Lugo inauguró su mandato contuvo conceptos que considera centrales, tanto en el plano interno paraguayo como en el más general del pensamiento católico renovador.

“En primer lugar recuperó la memoria histórica del Paraguay, recuperó la memoria de (los ex presidentes) Gaspar Rodríguez de Francia (1766-1840) y a los López (Carlos Antonio 1792-1862 y Francisco Solano 1827-1860), así como a ese Paraguay al que el genocidio de la Guerra de la Triple Alianza (Brasil, Argentina y Uruguay) llevó a la completa postración. Terminó también con 61 años de dominio del Partido Colorado”, señaló.

También, añadió el teólogo argentino, Lugo “expresó muy claramente su decisión de trabajar por una nueva sociedad sin explotados ni explotadores, con ideas que recibió de la Teología de la Liberación y de las lecturas de sus teóricos, el brasilero Leonardo Boff y el peruano Gustavo Gutiérrez. Habla también de un liderazgo colectivo, es decir, que el pueblo tome en sus manos la construcción de su historia y rescata también el concepto de la Patria Grande latinoamericana, que incluya especialmente a los pueblos originarios indígenas. Al decir de Lugo, ahora no quedara impune ningún blanco que atente contra las tierras de los pueblos originarios”.

Dri explicó que en estos momentos en América Latina se ha puesto en evidencia en varios países, no solamente en el Paraguay sino también en Bolivia, Venezuela y Ecuador, el enfrentamiento del catolicismo tradicional, con lo que él denomina “Nueva Iglesia”.

Mencionó la acción que en respaldo del proceso revolucionario que conduce el presidente boliviano Evo Morales cumple la llamada “Comunidad de los Hermanitos Evangélicos”, muy crítica de la jerarquía católica del Altiplano. En reciente documento, acusaron a la mayoría de los obispos bolivianos de “defender a los terratenientes e intentar bloquear el proceso iniciado por las mayorías pobres. Ustedes han arrojado a las ovejas al arbitrio de los lobos y se han espantado por el fantasma de la laicidad y por la pérdida de unos privilegios a la enseñanza privada subvencionada, con el pretexto de una enseñanza religiosa en libertad”.

En Venezuela, dice Dri, “nos encontramos con un líder revolucionario extraordinario y sumamente pintoresco para nosotros, porque se trata de un caribeño. Me refiero a Hugo Chávez, quien ha hablado de la Iglesia, de los obispos y de la Teología de la Liberación en términos muy ajustados”.

Mencionó declaraciones que hizo Chavez el 2 de julio de 2007, en su programa semanal “Aló, Presidente”: “Llamo a tomar el camino de la Teología de la Liberación y que nos apartemos del camino de esos obispos, que andan ya perdidos. Que defienden a las clases poderosas, que forman parte de la misma corriente de extrema derecha que apoyó la dictadura chilena de Augusto Pinochet, o en la Argentina a no se cuántos tiranos que mataron y torturaron tanta gente, mientras ellos decían Amén. Llamo a todos los cristianos, a todos los verdaderos católicos y les recuerdo que la Iglesia Católica no son los obispos, somos todos los que creemos en la verdad de Cristo. La Iglesia de Cristo es la iglesia liberadora”.

En Ecuador, simultáneamente, el presidente Rafael Correa, de extracción católica, está enfrentado con la jerarquía de la Iglesia que pone reparos a su propuesta de reforma constitucional y que se le opone en el referendo convocado por el gobierno. El mandatario ecuatoriano se ha manifestado también tributario de los principios de la Teología de la Liberación.

Dri recordó que en América latina, donde la iglesia católica ha penetrado profundamente en la cultura de sus pueblos, siempre que se produce un movimiento revolucionario o insurreccional, invariablemente aparece un movimiento popular cristiano que lo apoya y que expresa a esta “Nueva Iglesia”.

El teólogo argentino se pregunta cuáles son las raíces de esta situación. Y responde que invariablemente hay que remitirse al Nuevo y al Viejo Testamentos, los textos fundantes del cristianismo y del catolicismo, que invocan por igual la jerarquía eclesiástica y los sectores cristianos populares.

Dri puntualiza que no constituyen un texto único, sino un conjunto de textos que se escribieron a lo largo de 11 siglos, desde el año 950 antes de Cristo, aproximadamente, hasta los años 110, 120 ó 130, después de Cristo.

“Esos textos suelen expresar proyectos de determinados sectores sociales contrapuestos, escritos religiosamente, con una reflexión que podemos llamar teológica, pero que expresan Teologías contrapuestas. Es aquí donde están las raíces”, sostiene Dri, que distingue dos proyectos.

“Hay un proyecto que es el Profético, el que van a asumir los profetas, que eran líderes que hablaban en nombre de Dios, de ese Dios que estaba en el pueblo, que recibía los reclamos populares”, señala, asignándole características antimonárquicas, antijerárquicas, antimilitares y de una economía de base solidaria.

“Pero por fuera de este proyecto surge otro, monárquico y sacerdotal”, dice Dri.

Estas dos líneas, o corrientes, subsisten en lo fundamental a lo largo de la historia de la Iglesia, estima Dri, y se expresan en la actualidad a través de las jerarquías eclesiásticas, generalmente conservadoras y aliadas de los sectores de poder, por una parte, y los movimientos cristianos de base, sustentados ideológicamente en la Teología de la Liberación, que respaldan los procesos de cambio económico, político y social, especialmente en América latina.

Acerca de la Teología de la Liberación, Dri sostiene que no surgió en las universidades, ni fue inventada por el peruano Gutiérrez ni el brasilero Boff. “Es la expresión del compromiso de los cristianos con los sectores populares. Pero esta Teología no tiene ningún sentido, si no es expresión de prácticas revolucionarias, populares y de renovación. Es lo que ahora denominamos Nueva Iglesia”.

- Oscar J. Serrat de la Redacción de MERCOSUR Noticias.
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