El zorro pierde el pelo pero no las mañas

28/08/2007
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Acosados, escrachados, citados a juicio, sentenciados por la justicia, los violadores de los derechos humanos y sus cómplices no cesan en su comunicación para dar órdenes a los esbirros de quienes se sirvieron y a los que alimentaron cuando eran dueños del poder.

Hay quienes piensan que esos ancianos inactivos y repudiados merecen compasión y un poco de libertad para desplazarse y comunicarse. Por eso, la trampa de la prisión domiciliaria o en cuarteles del ejército y la permisividad de los custodios. No hay que engañarse. Han demostrado suficientemente ser zorros. Y esos animales no pierden las mañas y menos aun si son uniformados. El caso de Julio López con la perfección d el método de ocultamiento y la sospechada complicidad de organismos oficiales, es una lección tremenda que no puede desecharse. Tampoco las agresiones a la representante de "abuelas" Sonia Torres y las diversas llamadas telefónicas para amedrentar a los Jueces ya suficientemente ineficaces para resolver problemas de larga data con testimonios robados y testigos desaparecidos.

Nuevamente, por debajo de la puerta y anónimo, un comunicado intimida con amenazas a Fernando Albareda querellante en la causa para investigar el asesinato de su padre Fermín Albareda en 1979. En el crimen están implicados con Luciano Benjamín Menéndez, otros nombres no tan conocidos, todos actualmente en prisión preventiva. Fernando milita en HIJOS.

Desde luego que quien, además de los deseos de justicia que deben animar a todo ciudadano bien nacido, y el mantenimiento de la memoria indispensable para liberar el futuro de la patria de esos atentados inconcebibles, está movido por el dolor de un hijo cuyo padre fue arrebatado de su lado sin explicaciones racionales, posee una fuerza que le seguirá animando a superar dificultades y amenazas. Pero ¡no hay derecho! "Hoy por ti mañana por mí", tenemos que pensar.

Aquí hay alguna conducta oficial que no se acomoda a la actitud de defensa de los derechos humanos que ha adoptado públicamente y con algunos resultados el Gobierno nacional.

No hay que torturar a los delincuentes, ni aún a los genocidas. Pero hay que cortarles las alas y la prepotencia. Hay que cerrarles la comunicación con el exterior. Como se la cierran a los presos comunes que no pueden recibir ni siquiera un papelito de mensaje injertado en la pata de pollo que le traen como manjar el día de visita. Celulares a disposición y guardianes tolerantes de visitas de parientes y amigos sin ninguna revisión fuera del palpado de armas, permiten que desde dentro, así como se fraguan secuestros virtuales, se maneje a cómplices de la dictadura y mano de obra desocupada para realizar estos trámites de amenazas y aún de secuestros y crímenes por encargo.

No podemos pasar por alto estas circunstancias. No podemos callarnos pensando que con algunas actitudes oficiales todo está listo. Las dictaduras dejan una resaca humana con mucha podredumbre. Y valientemente tenemos que tratar de que la basura y la maleza desaparezcan para que pueda empezar a crecer el trigo.

José Guillermo Mariani (pbro)

www.sintapujos.org

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