La mafiosizacion del país
07/06/2007
- Opinión
En Colombia se dan hechos dolorosos que lastiman el corazón y desgarran el alma, como el nacimiento y permanencia en cautiverio de Emanuel, hijo de Clara Rojas secuestrada por las FARC EP. , hace ya más de cinco años, junto con la ex candidata presidencial Ingrid Betancourt; la muerte de niños y niñas en Chocó y otras regiones del país por física hambre y desnutrición; el reclutamiento de mas de 10 mil menores, por grupos armados; el hallazgo de centenares de fosas comunes donde los paramilitares enterraban a personas descuartizadas, de todas las edades, en una demostración de salvajismo irracional y de suprema crueldad que supera y niega todo sentimiento humano.
La conciencia, de una buena parte de los colombianos, se encuentra anestesiada y adormecida. La ética y la fuerza moral, tanto pública, como privada y colectivas, que sostienen y fundamentan las instituciones democráticas de una nación y le dan validez al Estado de Derecho, se diluyeron en una mafiosización generalizada, salvo grupos y corrientes minoritarias que no han permitido su contaminación. Los receptores y beneficiarios de la mafiosización, desde el alto Gobierno hacia abajo, con su permisibilidad e involucramiento, le quitaron el lado vulgar y criminal al narcotráfico, lo presentaron en sociedad en los mejores clubes sociales y la política hasta convertirlo en virtud y de paso en aceptación nacional.
La crisis colombiana es evidente y reconocida por propios y extraños. La mayor parte de la dirigencia de este país, en sus distintos campos, se narcotizó. Con ese deplorable ejemplo la sociedad se mafiosizó. El narcotráfico produjo y aún produce todos los insumos malignos que alimentan y atizan las distintas violencias que padece el país. Pero además pudre y corrompe todo al interior de la sociedad y las instituciones que se alían con él. No es gratuito, entonces, que el narcoparamilitarismo sea hoy una expresión de Estado, si se sabe, por boca de sus protagonistas mismos, que con sus votos, coaccionados, intimidación, crimen, masacres, terror y miedo ayudaron a elegir y a reelegir Presidente y a un gran número de legisladores (35%) hoy detenidos y otros en etapa de investigación junto con destacados funcionarios públicos. Conseguir dinero fácil, poder político y económico se convirtió en una nueva religión en Colombia. ! Cómo será de atractivo que hasta algunas iglesias con sus líderes sucumbieron ante semejante becerro de oro!
La mafiosización del país es un hecho notorio. De ahí la Narcopolítica, el Narco Estado, el Para Estado, la Narco insurgencia, la Narco economía, etc.etc. y todos los que lo subsidian económicamente, nacionales y extranjeros, con logísticas de guerra a gobiernos de evidentes nexos con estas organizaciones criminales y violadoras de los derechos humanos.
Una nación mafiosizada está enferma. Tiene cáncer metástico que amerita de urgente cirugía a fin de extirpar el tumor y sus quistes dispersos en todo el cuerpo social de la nación. Se tiene que buscar la raíz misma de la enfermedad, que no es otra que: - Una crisis humana y de valores acentuada en las últimas décadas con la benevolencia y tolerancia de iglesias, medios de comunicación, algunos jefes de Estado, organismos de seguridad y dirigentes de la economía que no tomaron distancia, ni una posición erguida porque el sucio y criminal negocio les convenía, los favorecía y aún los sigue beneficiando, en sus propósitos, fines y ambiciones. Por ello voces opositoras, de prohombres, como don Fidel Cano, director del Espectador y el Dr. Luis Carlos Galán Sarmiento, candidato a la presidencia, entre muchos otros, cayeron abatidos por las balas de sicarios y testaferros pagados por los capos del narcotráfico. No sería extraño, entonces, que a algunos opositores de hoy les sucediera lo mismo.
Pero lo más asombroso y contradictorio es que todo este desfase conductual tenga respaldo de un gran porcentaje de la sociedad colombiana. Esto sí que es vergonzoso. Toda esa conexión, sucia pero benevolente, del Estado con la mafia y el crimen es un mensaje negativo desde el Gobierno, que sugiriere, que ser honestos, pacíficos y trabajadores no paga. En cambio lo contrario sí. De ahí que cada día sea necesario aumentar el pie de fuerza para retener el crimen y el delito, que desde el mismo Estado se promueve. Pero más, que se gasten doce billones de pesos, más la ayuda de la cooperación internacional, en la guerra en vez de invertirlos para la paz. Como va Colombia en poco tiempo tendremos un Estado gendarme con un soldado por cada habitante para defender su vida, honra y bienes mas la denominada Red de Cooperantes. Esta es la más clara manifestación de inseguridad en el país. Y conste que no estamos en contra de la seguridad.
Por ello Isaías, el Vidente de Dios dijo: “Ay de los que a lo malo dicen bueno, y a lo bueno malo; que hacen de la luz tinieblas, y de las tinieblas luz” Is. 5:20.” Ay de los que construyen la nación con sangre, y de los que fundan la ciudad con iniquidad” Hab. 2:12.
Bogotá,D.C., junio 8 de 2007
Alfredo Torres Pachón
Pastor
La conciencia, de una buena parte de los colombianos, se encuentra anestesiada y adormecida. La ética y la fuerza moral, tanto pública, como privada y colectivas, que sostienen y fundamentan las instituciones democráticas de una nación y le dan validez al Estado de Derecho, se diluyeron en una mafiosización generalizada, salvo grupos y corrientes minoritarias que no han permitido su contaminación. Los receptores y beneficiarios de la mafiosización, desde el alto Gobierno hacia abajo, con su permisibilidad e involucramiento, le quitaron el lado vulgar y criminal al narcotráfico, lo presentaron en sociedad en los mejores clubes sociales y la política hasta convertirlo en virtud y de paso en aceptación nacional.
La crisis colombiana es evidente y reconocida por propios y extraños. La mayor parte de la dirigencia de este país, en sus distintos campos, se narcotizó. Con ese deplorable ejemplo la sociedad se mafiosizó. El narcotráfico produjo y aún produce todos los insumos malignos que alimentan y atizan las distintas violencias que padece el país. Pero además pudre y corrompe todo al interior de la sociedad y las instituciones que se alían con él. No es gratuito, entonces, que el narcoparamilitarismo sea hoy una expresión de Estado, si se sabe, por boca de sus protagonistas mismos, que con sus votos, coaccionados, intimidación, crimen, masacres, terror y miedo ayudaron a elegir y a reelegir Presidente y a un gran número de legisladores (35%) hoy detenidos y otros en etapa de investigación junto con destacados funcionarios públicos. Conseguir dinero fácil, poder político y económico se convirtió en una nueva religión en Colombia. ! Cómo será de atractivo que hasta algunas iglesias con sus líderes sucumbieron ante semejante becerro de oro!
La mafiosización del país es un hecho notorio. De ahí la Narcopolítica, el Narco Estado, el Para Estado, la Narco insurgencia, la Narco economía, etc.etc. y todos los que lo subsidian económicamente, nacionales y extranjeros, con logísticas de guerra a gobiernos de evidentes nexos con estas organizaciones criminales y violadoras de los derechos humanos.
Una nación mafiosizada está enferma. Tiene cáncer metástico que amerita de urgente cirugía a fin de extirpar el tumor y sus quistes dispersos en todo el cuerpo social de la nación. Se tiene que buscar la raíz misma de la enfermedad, que no es otra que: - Una crisis humana y de valores acentuada en las últimas décadas con la benevolencia y tolerancia de iglesias, medios de comunicación, algunos jefes de Estado, organismos de seguridad y dirigentes de la economía que no tomaron distancia, ni una posición erguida porque el sucio y criminal negocio les convenía, los favorecía y aún los sigue beneficiando, en sus propósitos, fines y ambiciones. Por ello voces opositoras, de prohombres, como don Fidel Cano, director del Espectador y el Dr. Luis Carlos Galán Sarmiento, candidato a la presidencia, entre muchos otros, cayeron abatidos por las balas de sicarios y testaferros pagados por los capos del narcotráfico. No sería extraño, entonces, que a algunos opositores de hoy les sucediera lo mismo.
Pero lo más asombroso y contradictorio es que todo este desfase conductual tenga respaldo de un gran porcentaje de la sociedad colombiana. Esto sí que es vergonzoso. Toda esa conexión, sucia pero benevolente, del Estado con la mafia y el crimen es un mensaje negativo desde el Gobierno, que sugiriere, que ser honestos, pacíficos y trabajadores no paga. En cambio lo contrario sí. De ahí que cada día sea necesario aumentar el pie de fuerza para retener el crimen y el delito, que desde el mismo Estado se promueve. Pero más, que se gasten doce billones de pesos, más la ayuda de la cooperación internacional, en la guerra en vez de invertirlos para la paz. Como va Colombia en poco tiempo tendremos un Estado gendarme con un soldado por cada habitante para defender su vida, honra y bienes mas la denominada Red de Cooperantes. Esta es la más clara manifestación de inseguridad en el país. Y conste que no estamos en contra de la seguridad.
Por ello Isaías, el Vidente de Dios dijo: “Ay de los que a lo malo dicen bueno, y a lo bueno malo; que hacen de la luz tinieblas, y de las tinieblas luz” Is. 5:20.” Ay de los que construyen la nación con sangre, y de los que fundan la ciudad con iniquidad” Hab. 2:12.
Bogotá,D.C., junio 8 de 2007
Alfredo Torres Pachón
Pastor
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