Socialismo, partidos y sistema político
18/03/2007
- Opinión
El proceso de las últimas semanas en torno al partido socialista unido pudiera ser señal de avance en nuestra débil y rezagada esfera política. Las turbulencias parecieran anunciar, no sólo el nacimiento de un partido del oficialismo, sino quizás el de un muy necesitado sistema político.
A diferencia de quienes ven las diferencias en el seno de las organizaciones chavistas como un peligroso signo de su debilidad, yo lo percibo como una manifestación de salud. El movimiento bolivariano, que desde las elecciones de 1998 se ha hecho del poder, anda en busca una vez más de una identidad política más estable. Ello hace inevitable que emerjan las diferencias que allí conviven y que son bastante significativas. Éstas pudieran servir de base para un partido de concepción y estructura novedosas, o para la emergencia varios partidos dentro de un nuevo y plural sistema político. En cualquiera de los dos casos ganamos en la edificación de la democracia profunda a la cual aspiramos.
El año pasado, me referí a un dato alarmante: habían registradas en el CNE como organizaciones políticas activas más de 800 partidos. Esto revelaba la debilidad o virtual inoperancia de un sistema político en nuestro país. Pero no dejaba al mismo tiempo de mostrar un interés de la ciudadanía por la participación y el juego político. En ese contexto, la búsqueda por parte del Presidente de una organización que unifique sus fuerzas es lógica y loable, si bien no comparto para nada el estilo conque ha pretendido imponerlo.
Sus órdenes incentivaron el reacomodo que estamos presenciando.
Todos los partidos se apresuran a declarar su vocación revolucionaria y su reconocimiento al liderazgo del Presidente. Pero, dentro de esos consensos -los cuales considero sinceros- hay discrepancias sobre la organización que se quiere que surja, pues, si bien existe un proyecto político compartido, existen diferencias notables en el cómo reconstruir las relaciones entre Estado y sociedad, es decir, cómo entender la política y los partidos. No podía ser de otro modo en una sociedad compleja, con una importante historia de lucha por la democracia, entendida tanto como igualdad social como libertad en todos los ámbitos de la vida humana.
Una porción significativa de las fuerzas pro gobierno respaldarán cualquier iniciativa que tome el Presidente. Están unidos a este proyecto por un lazo afectivo con el Presidente, confían en su buen juicio. Lina Ron y su UPV son un caso emblemático, pero también el MVR, que nunca ha sido propiamente un partido sino principalmente un instrumento político al servicio del carisma del Presidente, y que sin él no podría sobrevivir. Me parece lógico que éstos y partidos de escaso poder electoral propio acepten disolverse sin problemas, según las pautas que tenga a bien indicarles el Presidente.
Los tres partidos que esta semana declararon con distintos matices que no se disolverán todavía, tienen razones respetables para justificar sus posiciones. Podemos y PPT vienen de divisiones del PCV producidas por el fracaso de la lucha armada de los sesenta. En sus orígenes yace un intenso debate de ideas, donde están interiorizadas la crítica al verticalismo y autoritarismo del PCV, y un reconocimiento a algunos principios de la democracia liberal como el pluralismo, que consideran acervo universal y no sólo burgués. La forma en que se estaba desenvolviendo el proceso del Psuv afectaba esos valores, como lo reflejó elocuentemente el discurso de Ismael García. Su "socialismo democrático" se traduce como pluralismo, diálogo, debate. Fue valiente al hacer visible un problema de crucial importancia, que el chavismo, por sus características carismáticas, militaristas, y de una izquierda poco democrática en lo político, tiende a soslayar.
Por su parte, el PCV también tiene sus buenas razones, aunque son bien distintas a las de los otros dos. Para ellos, ni el verticalismo, ni el autoritarismo político es problema, aunque sí el personalismo. Lo crucial es la falta de claridad sobre la calidad marxista leninista del proceso que se desarrolla y del partido que se quiere construir. Pesa también, que poseen una identidad política clara, fruto de muchas décadas llenas de historia, que representa a una porción pequeña de la sociedad, pero respetable como todas las otras.
Coincidió la turbulencia dentro del chavismo, con la renovación de Un Nuevo Tiempo como partido opositor. También aquí hay naturales reacomodos y reagrupaciones. La "democracia social" y "la participación", términos con que definieron sus objetivos políticos, revelan continuidad con la práctica de jugar por las reglas, que ejercieron ya en diciembre pasado. Rosales en un certero gesto simbólico juramentó a los nuevos directivos de UNT a nombre de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela.
Aunque estos desarrollos son positivos, están muy lejos de resolver los hondos problemas que tenemos por delante. Crear partidos políticos en el contexto actual es un desafío considerable. No pueden ser partidos de élites, como lo fueron en las democracias representativas. Tampoco pueden emular a los partidos del socialismo del siglo XX, que fracasaron también, al sustraerle el poder decisorio a la gente y al no reconocer el pluralismo como principio democrático. Quizás valga la pena examinar experiencias pasadas como las que dieron origen en nuestro país al MAS y La Causa R, que si bien terminaron fallidas, buscaron en su momento crear novedosas modalidades de articulación entre organizaciones sociales y políticas, lo que Alfredo Maneiro y otros llamaron el partido como "movimiento de movimientos". Desafortunadamente, uno de los problemas de esta revolución es que desprecia el pasado inmediato, sustrayéndonos de la posibilidad de aprender de él, en sus errores y aciertos.
Revolución y vida cotidiana
La calidad de la vida cotidiana del ciudadano común es de una importancia vital para la legitimidad de los procesos de cambio. Por el tipo de trabajo que hago, viajo con frecuencia. Tengo dos meses intentando traspasar el primer escollo para conseguir un pasaporte nuevo, que es registrarse por Internet.
Cada vez que entro e introduzco mis datos dicen que no corresponden y que me dirija al centro de cedulación más cercano para corregirlos. Hice tres veces eso, tengo ahora tres cédulas, pero sigo sin poder registrarme.
Hace ya quince días fui a la sede de Onidex y luego de unas horas me atendieron, y me aseguraron que en 72 horas estaría resuelto el problema. Pero no. Se que hay gestores que resuelven por Bs. 200 a 400 mil la cita que es el segundo paso en esto del pasaporte, pero me siento impotente porque no hay forma de que la base de datos se corrija, para yo entonces poder pedir la cita. Hasta para quejarme por Internet ¡debo estar registrada! Es una tremenda sensación de impotencia. De paso, también tengo cuatro días con una avería en el teléfono. Cada vez que llamo al 151 me dice una grabadora que "hoy" pasa el técnico a arreglarlo. ¿Socialismo del siglo XXI, o Brasil, la película?
A diferencia de quienes ven las diferencias en el seno de las organizaciones chavistas como un peligroso signo de su debilidad, yo lo percibo como una manifestación de salud. El movimiento bolivariano, que desde las elecciones de 1998 se ha hecho del poder, anda en busca una vez más de una identidad política más estable. Ello hace inevitable que emerjan las diferencias que allí conviven y que son bastante significativas. Éstas pudieran servir de base para un partido de concepción y estructura novedosas, o para la emergencia varios partidos dentro de un nuevo y plural sistema político. En cualquiera de los dos casos ganamos en la edificación de la democracia profunda a la cual aspiramos.
El año pasado, me referí a un dato alarmante: habían registradas en el CNE como organizaciones políticas activas más de 800 partidos. Esto revelaba la debilidad o virtual inoperancia de un sistema político en nuestro país. Pero no dejaba al mismo tiempo de mostrar un interés de la ciudadanía por la participación y el juego político. En ese contexto, la búsqueda por parte del Presidente de una organización que unifique sus fuerzas es lógica y loable, si bien no comparto para nada el estilo conque ha pretendido imponerlo.
Sus órdenes incentivaron el reacomodo que estamos presenciando.
Todos los partidos se apresuran a declarar su vocación revolucionaria y su reconocimiento al liderazgo del Presidente. Pero, dentro de esos consensos -los cuales considero sinceros- hay discrepancias sobre la organización que se quiere que surja, pues, si bien existe un proyecto político compartido, existen diferencias notables en el cómo reconstruir las relaciones entre Estado y sociedad, es decir, cómo entender la política y los partidos. No podía ser de otro modo en una sociedad compleja, con una importante historia de lucha por la democracia, entendida tanto como igualdad social como libertad en todos los ámbitos de la vida humana.
Una porción significativa de las fuerzas pro gobierno respaldarán cualquier iniciativa que tome el Presidente. Están unidos a este proyecto por un lazo afectivo con el Presidente, confían en su buen juicio. Lina Ron y su UPV son un caso emblemático, pero también el MVR, que nunca ha sido propiamente un partido sino principalmente un instrumento político al servicio del carisma del Presidente, y que sin él no podría sobrevivir. Me parece lógico que éstos y partidos de escaso poder electoral propio acepten disolverse sin problemas, según las pautas que tenga a bien indicarles el Presidente.
Los tres partidos que esta semana declararon con distintos matices que no se disolverán todavía, tienen razones respetables para justificar sus posiciones. Podemos y PPT vienen de divisiones del PCV producidas por el fracaso de la lucha armada de los sesenta. En sus orígenes yace un intenso debate de ideas, donde están interiorizadas la crítica al verticalismo y autoritarismo del PCV, y un reconocimiento a algunos principios de la democracia liberal como el pluralismo, que consideran acervo universal y no sólo burgués. La forma en que se estaba desenvolviendo el proceso del Psuv afectaba esos valores, como lo reflejó elocuentemente el discurso de Ismael García. Su "socialismo democrático" se traduce como pluralismo, diálogo, debate. Fue valiente al hacer visible un problema de crucial importancia, que el chavismo, por sus características carismáticas, militaristas, y de una izquierda poco democrática en lo político, tiende a soslayar.
Por su parte, el PCV también tiene sus buenas razones, aunque son bien distintas a las de los otros dos. Para ellos, ni el verticalismo, ni el autoritarismo político es problema, aunque sí el personalismo. Lo crucial es la falta de claridad sobre la calidad marxista leninista del proceso que se desarrolla y del partido que se quiere construir. Pesa también, que poseen una identidad política clara, fruto de muchas décadas llenas de historia, que representa a una porción pequeña de la sociedad, pero respetable como todas las otras.
Coincidió la turbulencia dentro del chavismo, con la renovación de Un Nuevo Tiempo como partido opositor. También aquí hay naturales reacomodos y reagrupaciones. La "democracia social" y "la participación", términos con que definieron sus objetivos políticos, revelan continuidad con la práctica de jugar por las reglas, que ejercieron ya en diciembre pasado. Rosales en un certero gesto simbólico juramentó a los nuevos directivos de UNT a nombre de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela.
Aunque estos desarrollos son positivos, están muy lejos de resolver los hondos problemas que tenemos por delante. Crear partidos políticos en el contexto actual es un desafío considerable. No pueden ser partidos de élites, como lo fueron en las democracias representativas. Tampoco pueden emular a los partidos del socialismo del siglo XX, que fracasaron también, al sustraerle el poder decisorio a la gente y al no reconocer el pluralismo como principio democrático. Quizás valga la pena examinar experiencias pasadas como las que dieron origen en nuestro país al MAS y La Causa R, que si bien terminaron fallidas, buscaron en su momento crear novedosas modalidades de articulación entre organizaciones sociales y políticas, lo que Alfredo Maneiro y otros llamaron el partido como "movimiento de movimientos". Desafortunadamente, uno de los problemas de esta revolución es que desprecia el pasado inmediato, sustrayéndonos de la posibilidad de aprender de él, en sus errores y aciertos.
Revolución y vida cotidiana
La calidad de la vida cotidiana del ciudadano común es de una importancia vital para la legitimidad de los procesos de cambio. Por el tipo de trabajo que hago, viajo con frecuencia. Tengo dos meses intentando traspasar el primer escollo para conseguir un pasaporte nuevo, que es registrarse por Internet.
Cada vez que entro e introduzco mis datos dicen que no corresponden y que me dirija al centro de cedulación más cercano para corregirlos. Hice tres veces eso, tengo ahora tres cédulas, pero sigo sin poder registrarme.
Hace ya quince días fui a la sede de Onidex y luego de unas horas me atendieron, y me aseguraron que en 72 horas estaría resuelto el problema. Pero no. Se que hay gestores que resuelven por Bs. 200 a 400 mil la cita que es el segundo paso en esto del pasaporte, pero me siento impotente porque no hay forma de que la base de datos se corrija, para yo entonces poder pedir la cita. Hasta para quejarme por Internet ¡debo estar registrada! Es una tremenda sensación de impotencia. De paso, también tengo cuatro días con una avería en el teléfono. Cada vez que llamo al 151 me dice una grabadora que "hoy" pasa el técnico a arreglarlo. ¿Socialismo del siglo XXI, o Brasil, la película?
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