MERCOSUR y Telesur

Que el árbol no nos tape el bosque

03/08/2006
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Varias veces he escrito sobre la objetividad que la situación nacional requiere de nosotros, a la hora de juzgar el gobierno de Kirchner. Nadie duda de que el presidente es el extremo de la desprolijidad. Francamente, en mis muchos años de actividad política (ya pasé con holgura el medio siglo) nunca he visto un presidente tan poco serio, tan sediento de poder por el poder mismo, tan "sordo" a las denuncias concretas que se le hacen por su presunta mega-corrupción, y tan insoportablemente desprolijo, al punto de que roza el límite de la chabacanería. Nos ha hecho quedar mal con todo el mundo. Prácticamente ya no tiene con quien pelearse. Por otro lado, es evidente su acuerdo bajo la mesa con ciertas grandes empresas, a las cuales protege y ayuda en forma desembozada: CONARPESA, Repsol, etc. También es evidente que ha "tranzado" con lo peorcito de los periodistas, que hasta hace poco eran menemistas impresentables (lo segundo lo siguen siendo), sino sospechosos de corrupción en tamaño industrial... sin nombrar a nadie para que no digan que atacamos "la libertad de (los dueños de la) prensa". Y más evidente aún es que ha construido su poder político atacando y destruyendo irresponsablemente a varias instituciones del país, que nada le hicieron y que son necesarias, y aliándose con quienes hasta ayer acusaba (con razón) de ser "la vieja y deleznable corporación política" o directamente la mafia partidaria. Los mafiosos de ayer son hoy buenos muchachos K. Todo eso es cierto y merece nuestro repudio, como siempre. Pero ello no debe hacernos olvidar ni ocultar que, si bien muy balbuceantemente y más torpemente aún, hay intentos de acercar a la Argentina a un bloque que, tarde o temprano, deberemos conformar si realmente deseamos liberarnos de la asfixiante férula anglo-norteamericana. La ampliación del Mercosur, con el ingreso de Venezuela, y otros ya previstos para el futuros, la incorporación de nuestro país a la red de TV propuesta y concretada por Chávez (Telesur) y otras medidas semejantes, están en la misma dirección de nuestros anhelos y propósitos. Que lo haga un presidente sin altura y con muy poca seriedad, sin estrategia alguna y pendenciero por cierto complejo de inferioridad, por inmadurez o por naturaleza, es lamentable, pero no hace al fondo de la cuestión, sino a nuestra mala suerte como país: en 2003 debimos optar ¡entre Menem y Kirchner!... Por otro lado, las alianzas y los bloques regionales se hacen para lograr beneficios y poder, frente a un Imperio voraz. No interesan las diferencias ideológicas, o seudo ideológicas, entre los distintos gobiernos, o entre los presidentes de turno. Por otro lado, en Latinoamérica hay para todos los gustos en ese sentido, y los rótulos de "izquierdista" o "derechista" ya no dicen nada. Bachelet, Lula y Tabaré son formalmente de "izquierda", y sin embargo... Y también se regodea diciéndose de "izquierda" nuestro presidente... mientras negocia y aprovecha la "amistad" de CONARPESA y Repsol. Apenas le apriete un poco el torniquete al terrible "lobby" anglo-norteamericano-israelí que le está exigiendo acusar a Irán por lo de la AMIA, los mismos que hoy aceptan que es de "izquierda" dirán que es nazi, y "descubrirán" que hay sobradas sospechas de corrupción alrededor del presidente. Hechos son amores y no buenas razones, decían nuestros abuelos. Hoy sigue en vigencia esa enseñanza. El Mercosur y su ampliación, así como Telesur, son hechos positivos. Hay que apoyarlos. De la misma forma que debemos observar con simpatía los esfuerzos por construir un gasoducto Caracas-Buenos Aires. En todo caso, veremos si ello es factible y rentable, pero la idea es buena porque está en la dirección exacta de nuestra integración suramericana, que ya podría intentar ser latinoamericana. Del Viso, 4 de agosto de 2006. Juan Gabriel Labaké

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