Un giro peligroso

14/05/2001
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  • Opinión
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(El jueves 9 de mayo, Panamá fue escenario de una multitudinaria movilización en demanda de la suspensión del aumento al precio del pasaje colectivo. La marcha pacífica, promovida por el Movimiento Nacional de Defensa de la Soberanía (Monadeso), pese a contar con el permiso respectivo, fue dispersada por la Policía Nacional, dejando un saldo de al menos 13 heridos y unos 150 detenidos. Se "inaugura una coyuntura sumamente peligrosa que puede traer consecuencias impredecibles", sostiene el Centro de Capacitación Social de Panamá, cuya opinión dice así: ) La forma torpe e inconsulta como se produce el alza del transporte colectivo se convirtió en la detonante que puso de manifiesto el descontento que va llevando sobre sus espaldas el pueblo panameño desde hace aproximadamente un año, donde ha visto incrementarse de manera progresiva el precio de la canasta básica familiar, las tarifas de luz y teléfono sin ninguna perspectiva de nivelar su maltrecha economía familiar y de restaurar los niveles de consumo a los que ha estado acostumbrado. Todos somos testigos del incremento del desempleo, agravado por las privatizaciones y la falta de adecuadas políticas económicas del gobierno de turno, que no demuestran suficiente voluntad y capacidad de dirección que permita avizorar nuevos y mejores días para la población panameña ávida de satisfacer sus necesidades básicas. El ejecutivo al reprimir la manifestación pacífica que realizaban en la tarde de ayer grandes contingentes del movimiento popular -en un intento maduro de colocarse al frente de un sector organizado y no organizado de la población insatisfecha-, inaugura una coyuntura sumamente peligrosa que puede traer consecuencias impredecibles para la población y para el futuro del país. No olvidar promesas Hasta ahora el gobierno de Mireya Moscoso ha demostrado ante la opinión pública nacional e internacional que no tuvo la capacidad, la madurez y la experiencia para lidiar esta coyuntura, y no cuenta además con interlocutores preparados en estos menesteres que puedan valorar los momentos y conversar adecuadamente con los dirigentes que se han puesto a la cabeza de la población descontenta. La sociedad panameña en general está siendo amenazada por una muy difícil situación económica, caracterizada por un descenso en la inversión extranjera y una rápida pauperización de los sectores de escasos recursos. Con estas condiciones estamos enfrentando los grandes retos que nos impone la globalización en el terreno económico, insertos además en una coyuntura regional donde se presiona al gobierno panameño para que adopte una actitud más beligerante en la ejecución del Plan Colombia y sus nefastas consecuencias para la seguridad nacional. Resulta urgente que el gobierno entienda que debe enfrentarse ante estos retos con una concepción de país y cumpla con los compromisos contraídos con la sociedad panameña en su campaña electoral, donde prometió ser un gobierno de los pobres y para los pobres de la nación. Lo contrario, solo indica que ha cedido a las presiones, y en el peor de los casos, se crean condiciones para endurecer el espacio político y justificar medidas más fuertes que no excluyan las presiones políticas regionales a las que está sometido con relación a la situación colombiana y la presencia militar extranjera. En nuestra opinión, las expresiones de vandalismo de las cuales todos fuimos testigos, son una clara muestra de que existen sectores de la población que no creen en dirección alguna, y que se están activando con el único fin de sacarle provecho a la confusión y al caos, generando con esto un aumento gravísimo en la inseguridad ciudadana, constante manifiesta en la coyuntura panameña en los últimos años. Desde ese punto de vista, la acción de reprimir a los dirigentes populares que representan sectores organizados de la población no servirá más que para demostrar ante el mundo la incapacidad del gobierno para ejercer el poder y darle rumbo y conducción a la coyuntura económica y política por la cual estamos atravesando. Instamos a las autoridades a realizar un acto de humildad política, saber reconocer sus debilidades y buscar el apoyo de sectores preparados y organizados de la población que puedan contribuir a dar respuestas a los urgentes problemas desde una perspectiva digna y nacional que nos incluya a todos.
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