En la hora latinoamericana

23/01/2005
  • Español
  • English
  • Français
  • Deutsch
  • Português
  • Opinión
-A +A
“Ora nostalgia, ora utopía, ora mito, ora convicción, la patria grande ha tenido una conmovedora tenacidad. Nadie ha podido borrarla de nuestra América. Ha sido nuestro perdido bien y nuestra tierra prometida”. Carlos Quijano, México, mayo de 1976 La izquierda uruguaya tiene en su ADN ideológico una fuerte traza latinoamericanista. Si en algún momento se pudo decir del país que constituíamos “un suburbio malhumorado de Europa”, en los últimos treinta años, y cada vez con más pujanza, la gravitación de lo ocurre a nuestro alrededor adquiere más influencia en los asuntos domésticos. 1- Desde los años que siguieron a las guerras de la independencia, en A. Latina los grandes imperios coloniales apostaron a la fragmentación política, lo que luego se llamaría balcanización. Los anhelos de recomposición de la unidad continental o regional, expresados por Bolívar y Artigas, entre otros, fueron derrotados y se compareció a los desafíos de la expansión del imperialismo contemporáneo bajo la forma debilitada de una veintena de repúblicas, sardinas para los ávidos tiburones del capitalismo monopólico de occidente. Junto con los factores geográficos, culturales e históricos que empujan al entendimiento y a la unidad, nos aúnan también decenios de peripecias análogas: la misma dependencia y vulnerabilidad de las economías. El mismo ‘padecer la historia’ y no protagonizarla. Los mismos ensayos, a menudo ahogados en sangre, de cortar amarras y transitar los caminos del desarrollo económico y social. De hecho, en los últimos cien años nuestros pueblos latinoamericanos han buscado, de un modo u otro, terminar con las condiciones que nos someten a ser dadores de riqueza en el sistema de “explotación global” que se ha ido construyendo bajo la hegemonía del capitalismo imperialista. 2- La pertenencia al conjunto latinoamericano pesa pero, a la vez, los destinos se juegan país por país. El crimen contra Salvador Allende y la derrota del gobierno popular en Chile fue una derrota para todos los latinoamericanos. Pero fue la batalla de Chile, como la llamó el cineasta. Siendo la más emblemática, no fue la primera. Antes, los mismos que llevaron a Pinochet al gobierno, habían prohijado en 1954 la invasión contra el gobierno popular de Jacobo Arbenz en Guatemala. Los que alentaron los levantamientos gorilas contra Perón y empujaron al suicidio a Getulio Vargas, en 1955. Los que armaron la invasión a Cuba. País por país, pero con influencias y estímulos de las naciones vecinas. Con enseñanzas que se indagan, a veces con desesperación, para ‘hacer como ellos’ o para ‘no incurrir en los errores de ellos’. Cuando la situación de los pueblos latinoamericanos se hacía cada vez más insostenible, la revolución cubana inspiró, a principios de los 60, el desarrollo de una serie de movimientos revolucionarios que se extendieron por buena parte del subcontinente. Guerrillas que dejaron semillas de rebeldía, que luego fueron victorias, como en Nicaragua. O derrotas que enseñaron caminos que no conducían a buen puerto. 3- En los últimos años, el sistema del capitalismo mundial ha dado pasos de gigante en lo procesos de concentración industrial, financiera, de la energía y las comunicaciones. También en su propensión a remover, mediante la intervención militar, los escollos que se oponen a sus intereses. En cada nación latinoamericana las necesidades de la integración regional y la defensa de su soberanía aparecen de manera apremiante. Para colocar los productos exportables, para abastecerse de la energía que escasea o para luchar contra los flagelos que no tienen patria ni frontera como en narcotráfico o la destrucción del medio ambiente. Para defender su soberanía y sus derechos sociales frente a la primacía de los intereses conservadores y pro imperialistas. Esa integración no la harán las empresas transnacionales, ni sus socios y aliados de las clases dominantes latinoamericanas. La presión militar sobre el gobierno democrático de Venezuela, cada vez más descarada; la presencia indefendible de tropas norteamericanas en Paraguay y los constantes intentos de intervención de los EE.UU. en los asuntos internos de nuestros países constituyen factores de incremento de las tensiones, hacia adentro y hacia fuera de los procesos de signo popular y progresista. 4- En estos días se reúne en Malí el 6º Foro Social Mundial. A partir del martes 24 la convocatoria será en Caracas. Es cierto que, como ha escrito en estos días José Vidal-Beneyto, “la multiplicación de los Foros y su policentrismo se presta a la imputación de ‘club de viajes políticos’ o de ‘Feria internacional de una sociedad civil circulante” como los califican mis amigos Ignacio Ramonet y Gustave Massiah. Pero frente a ello la dinamización de los movimientos sociales es la defensa más eficaz contra las guerras de Bush y el totalitarismo del Imperio norteamericano y de sus multinacionales”. Es verdad que, antaño, en nombre del internacionalismo, se construyeron líneas de acción política destinadas a defender incondicionalmente los intereses de una gran potencia. Las frustraciones a que condujo esa experiencia no invalidan la certeza que son necesarias respuestas internacionalistas pues los marcos locales resultan impotentes ante una acción imperialista que dispone de un amplio tablero de poderes y recursos (económicos, políticos, diplomáticos y, cuando todo eso no basta, militares) como para imponer sus intereses. El surgimiento del FSM ha tendido a crear un ámbito de intercambios y denuncia, una suerte de ‘ciudadanía planetaria’, que resulta imprescindible en esta fase de crecimiento acelerado de la expansión e internacionalización imperialista. Su desarrollo apunta a darle voz a los sin voz, al conocimiento recíproco entre los distintos movimientos y favorecer el intercambio de experiencias. El encuentro del FSM en Caracas nos toma en medio de la aceleración de la movilización popular latinoamericana, tanto en plano social como político, de una intensidad y amplitud sin precedentes. Después de la gran victoria de Hugo Chávez, el advenimiento a la presidencia de Lula, Kirchner y Tabaré, las victorias de la izquierda en Bolivia y Chile y las perspectivas auspiciosas en Perú y México, nos muestran una situación única, sin precedentes en toda la historia de nuestro subcontinente. 5- Si, en otros períodos, el destino de los procesos de liberación nacional y social estaba en gran medida condicionado y hasta obstaculizado por lo que ocurría en las relaciones de fuerza a su alrededor, -recuérdese las presiones ejercidas desde la dictadura brasileña y argentina contra el Frente Amplio 1971-, hoy la ecuación se ha invertido y los apoyos a nuestro proceso son posibles. La situación del capitalismo en el plano mundial tiende a dejar poco margen de maniobra a los procesos ‘nacionales’. La agudización de las tensiones tiende a polarizar el decurso histórico: nos guste o no, nuestro destino se está jugando en el afianzamiento de los gobiernos populares de toda la región, empezando por los que más irritación producen en los ámbitos de poder de los Estados Unidos, Cuba y Venezuela. Y también con el afianzamiento del flamante gobierno de Evo Morales en Bolivia. - Hugo Cores PVP567-Frente Amplio. Publicado en La República el lunes 23 de enero de 2006
https://www.alainet.org/es/active/10420
Suscribirse a America Latina en Movimiento - RSS