¿Qué aprendimos nosotros?

La derecha realizó un ensayo general

28/10/2006
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Desde principios del invierno, el Gral. Carlos Díaz tenía una brasa ardiendo en sus manos.

En agosto el Secretario de la presidencia, Dr. Gonzalo Fernández, había anunciado que el Comandante en Jefe del Ejército, Carlos Díaz reconocía que la veintena de personas transportadas por la Fuerza Área Uruguaya en el segundo vuelo habían sido conducidas a una unidad del Ejército. Sobre el punto, anunció Fernández, el Gral. Díaz preparaba un informe.

No es necesario insistir en la importancia de ese reconocimiento, primero de la Fuerza Aérea y luego de Díaz. Importancia desde el punto de vista humanitario y para la conformación de la memoria histórica hasta hoy impedida por el ocultamiento. Importancia también en el debate entablado con los defensores de la impunidad y con todos los involucrados en esa salida con “paz” cimentada sobre las mentiras y los silencios.

Un paso errado

Con esas ascuas, Carlos Díaz decide reunirse con Sanguinetti el miércoles 18 de octubre. ¿A qué asesores consultó para paso tan osado?

Desde fines de setiembre, Sanguinetti y otros dirigentes de la oposición habían comenzado a subir el tono de sus ataques al gobierno frenteamplista. “Esto es una dictadura”, se oye un día sí y otro también; “el gobierno quebranta la seguridad jurídica”, “viola el estado de derecho”.

Sanguinetti: fiscal envenenado

El primero de los dirigentes opositores que comenzó a atacar al gobierno con ese lenguaje paroxístico y extremista fue Sanguinetti. El mismo que, exuberante de regocijo, celebraba del gobierno los anuncios de un posible TLC con los Estados Unidos.

Sanguinetti, hombre clave en el proceso de transición con impunidad en los 80, operador estable para mantener la impunidad en los 90 y en el segundo milenio, es el interlocutor elegido por Díaz para encarar los temas que lo preocupan y las ascuas que lo escaldan.
¿Cómo no entender el carácter inadmisible de esa reunión del 18 de octubre en el Cortijo Vidiella?

“Búsqueda” en la intriga

El 19 de octubre el país amaneció con el anuncio en Búsqueda de la realización la noche anterior de una reunión del Comandante Díaz con Sanguinetti y Fau.

Esa mañana, el presidente Vázquez estaba en Cabo Polonio. Informado de la reunión, en diálogo con la Ministra de Defensa, decidió el relevo del Gral. Díaz. Una resolución firme que era imprescindible desde el punto de vista político. La aceptación pasiva de ese tipo de reuniones hubiera debilitado la institución presidencial y mellado la fuerza política del gobierno.

No obstante la significación del relevo del militar, durante la jornada del 17, los medios controlados por la derecha pusieron el acento en que el presidente Vázquez se encontraba pescando. La oportunidad de ejercer un poco de manoseo y el darse franquicias para decir guarangadas prevalecieron. La remoción del militar y la reafirmación del poder civil y constitucional de la izquierda no eran del agrado de los graciosos que actúan en radios, diarios y canales de TV.

El miércoles se había anunciado la decisión del gobierno de aumentar 1.20 el litro de gasoil para financiar una rebaja en el precio del boleto. El ministro Rossi explicó que esa suba será acompañada por un aumento de los porcentajes de deducción del IVA, lo que permitirá a los transportistas compensar con creces el aumento del precio del gasoil.

No obstante, dos días después, se anunciaba la huelga general por tiempo indeterminado de los patrones del transporte de carga. A ella se sumaba la patronal de taxímetros. Los titulares de los diarios del domingo anunciaban la Apocalipsis: “20 mil camiones bloquean las rutas con apoyo de todas las gremiales ruralistas”. El país, decían, estaba “al borde de la parálisis”.

Piquetes contra la izquierda: una ‘legítima medida gremial’

Los camioneros de la patronal de transportes llevaron adelante la medida de manera enérgica: bloquearon la salida el local de ANCAP en La Tablado, de donde salen los camiones surtidores para las gasolineras de todo el territorio nacional.

¿Cómo se puede calificar una medida que deja sin combustible a todo un país? ¿Cómo se puede examinar la conducta de una gremial empresarial que actúa de ese modo?

Los piquetes de los ambientalistas de Gualeguychú, que tantos perjuicios le han causado a la economía del país, no tienen la gravedad de un bloqueo, decidido de un día para el otros, sin diálogo ni negociación con el gobierno, que buscar asfixiar al país, dejándolo sin transporte.

Los patrones boquearon también los accesos al puerto de Montevideo, provocando también obstáculos serios para el desembarco de navíos con carga perecedera, entre otros. Similar actitud se asumió con relación a los mercados que abastecen a la población de la capital.

El paro patronal, con piquetes en encrucijadas claves, fue parte significativa del ensayo general. Como telón de fondo actuaron los canales de televisión que magnificaron al máximo los efectos del paro, intentando coadyuvar en la creación de un clima de alarma social, al tiempo que tendieron a minimizar ante la población la gravedad de los bloqueos realizados.

Las respuestas: los presentes y las omisiones

En el momento más crítico del ensayo patronal fue decisiva la acción del PIT-CNT.

La central obrera, que acaba de salir airosa de su 9º Congreso afirmando su unidad, sus lineamientos de lucha y su postura de independencia y, a la vez, de reconocimiento de los méritos del gobierno de izquierda, actuó con rapidez y eficacia.

Con claridad política y muchos elementos de información, los sindicatos uruguayos estuvieron en condiciones de brindar un cuadro detallado y exacto de la magnitud de los hechos que se vivían. Y de los riesgos que para el gobierno constitucional y por ende para la democracia, entrañaba cualquier vacilación.

Sin dudarlo, enunciaron su apoyo resuelto a la decisión de Tabaré Vázquez de destitución del General Díaz. Y denunciaron los alcances desestabilizadores del paro patronal. Dieron la cara en los medios y salieron airosos de las preguntas envenenadas.

Reunir información sería, de fuentes responsables, es clave en momentos de crisis. Debió hacerlo el Frente Amplio, en tanto estructura política de masas y de militantes experimentados que es. Y la conducción del FA no lo hizo. Su extensa estructura de base no fue preparada ni convocada en el momento crítico. Lo hacía notar bien Raúl Legnani, en sus reflexiones publicadas ayer.

Para aprender de su ensayo general

No fue, nadie dijo que fuera, un intento golpista. Fue una acción concertada para debilitar al gobierno y acotar su capacidad de llevar adelante las transformaciones populares de su programa. Como todo ensayo general permitió, a quien los hizo -los dirigentes de las derechas- ver las fuerzas de qué disponen, constatar quienes vacilan y verificar todo lo que les falta para imponer sus políticas o sus vetos a los cambios de signo popular.

No pudieron romper la unidad del FA. Pero siguen trabajando en esa dirección. No faltan de nuestro lado las muestras, en un sentido y en otro, de que hay compañeros demasiado obcecados, que les cuesta quedar en minoría en insisten con iniciativas, como el TLC con USA que están en contra de las opiniones predominantes en el FA.

Si siguen insistiendo, harán grieta. Y por ahí puede venir división. Por ahí ya la ha habido, en plebiscitos varios. Hay otras grietas de estridencia verbal, no menos peligrosas.

El FA precisa salir de su apatía programada. En el sindicalismo, la unidad es fuerte. Pero no puede permanecer como la única organización de masas capaz de convocar gente en la calle en defensa del gobierno constitucional y de la democracia.

Las presiones de los medios, los contactos con jerarcas militares y el apoyo a los piquetes que buscan ahogar la acción del gobierno popular deben ser enfrentadas con un alerta democrático, con movilización y presencia de pueblo. Saliendo de la atonía, FA puede hacerlo.

- Hugo Cores PVP567 Frente Amplio
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