La experiencia del PT de Brasil: enseñanzas para frenteamplistas

01/10/2006
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Cuando el amigo lector tome contacto con esta página ya se habrá disipado la interrogante acerca de si Luiz Inacio Lula da Silva ya ha sido reelegido como presidente de Brasil o si deberá disputar una segunda vuelta con Geraldo Alcrim, ex gobernador del Estado de Sao Paulo y principal candidato de la oposición al gobierno. Los resultados de esta primera vuelta son de una enorme importancia. Para Brasil, para América Latina y para Uruguay. El conjunto de las peripecias políticas que ha culminado el domingo, -desde los 70 cuando se fundó el PT, hasta hoy- resulta una problemática apasionante, que felizmente tiene en Uruguay quienes lo estudian y difunden. De entre todas las aristas de tema tan principal quiero reflexionar desde el ángulo de la acción política, de la militancia por los cambios sociales en Uruguay. Sobre eso la experiencia del gobierno del PT tiene una gran significación para nosotros, militantes frenteamplistas. Frente Amplio y Partido de los Trabajadores Pese a las grandes diferencias existentes entre las dos sociedades, tiene sentido el análisis comparativo entre las dos grandes fuerzas políticas que gobiernan en Brasil y Uruguay. El FA fue fundado en 1970/71, el PT en 1979. Ambas formaciones se construyeron sobre la base de incorporar militantes y corrientes ideológicas diversas incluyendo militantes de origen marxista, ex guerrilleros y sectores cristianos comprometidos con la teología de la liberación. Un rol clave cumplió una nueva generación de sindicalistas surgidos a finales de la década de los setenta. Vale la pena hacer notar que, con anterioridad, en el sindicalismo clasista tradicional de Brasil, la fuerza hegemónica era el Partido Comunista. Esta corriente, con prestigio, una gran tradición de lucha y sacrificio y una épica de combate en todos los terrenos, incluyendo el militar, tomó distancia, en gran medida sectaria, del proceso de construcción de la alianza amplia que se materializa en el PT. No fue así en Uruguay. Cuando se inicia el proceso de construcción del FA, tanto el Partido Comunista Uruguayo, como otras figuras y corrientes de gran peso en el movimiento sindical clasista, como Héctor Rodríguez y otros, tuvieron un papel protagónico en la construcción de la unidad del pueblo en torno al FA. Semejanzas Ambas fuerzas políticas fundaron su estilo de trabajo en una profunda transformación de las pautas de acción políticas predominantes: alentaron el trabajo militante y valoraron la democracia interna y la participación política de las bases. Desarrollaron una estrategia de alianza con los sectores sociales representativos de las grandes mayorías, como la Central Única de Trabajadores y el Movimiento Sin Tierra en Brasil y recurrieron a las grandes masas para desarrollar sus propuestas programáticas. Como organizaciones multitudinarias, buscaron alcanzar a los más amplios sectores sociales, especialmente a las nuevas generaciones que accedían a la ciudadanía y se enfrentaban a las consecuencias de la crisis del modelo capitalista dependiente que en toda la región y en esos años sacudía a los pueblos de Latinoamérica. Ambos partidos alcanzaron el gobierno (el PT en el 2002, el FA en el 2004) después que la ofensiva neoliberal había arrasado a las clases populares, aumentado la desigualdad social y la miseria y empujando a niveles insoportables el endeudamiento y la dependencia externa. Ambos partidos se proponían llevar adelante programas de recuperación de la justicia social, de defensa de la soberanía nacional, de profundización de la democracia y de crecimiento de la ciudadanía. Los logros del gobierno Lula En muchos aspectos claves del programa levantado, el PT no supo, no pudo o no quiso avanzar por la senda del enfrentamiento a fondo con los grandes grupos económicos y burocráticos que –junto con los intereses del imperio norteamericano- constituyen el poder real en Brasil. Hubo sin duda una acción social reparadora en las regiones más carenciadas de Brasil. Tierras del Norte y del Nordeste que padecen un largo atraso social y económico. La baja en los precios de los artículos de primera necesidad desarrollada por el gobierno Lula llevó a que el salario real para los que reciben las retribuciones más bajas (menos de cuatro salarios mínimos) aumentara en un 70% su poder de compra. Aunque restringida, la acción social del gobierno en beneficio de los más pobres fue resistida con obstinación por parte de las clases privilegiadas. Unas derechas conservadoras, de fuerte tradición despótica y represiva, vieron en el Presidente Lula un enemigo de temer, una acechanza a la que había que enfrentar a cualquier precio: con la conspiración, el bloqueo legislativo y, sobre todo, con feroces campañas de manipulación mediática destinadas a aniquilar el bastante tibio reformismo social del PT. ¿Qué nos dice a los frenteamplistas la experiencia del PT? Sobre Lula y su partido caen hoy los dardos envenenados de las derechas. Las denuncias de ‘corrupción’ han resultado políticamente ruinosas y han significado la neutralización y el desprestigio de muchos dirigentes calificados del partido. No tengo una información exhaustiva sobre el tema pero apenas uno lee con detenimiento la prensa brasileña llega a la conclusión es bien posible que muchos de los “petistas” hoy acusados y linchados por el oligopolio mediático no se hayan llevado un solo real para sus casas. Sus graves errores son de otra índole, como pretender resolver el problema de la falta de apoyo parlamentario pagando mediante coimas el voto de diputados de la oposición. Algo parecido revela el proceso actual que ha golpeado duramente sobre la conducción de la campaña electoral de Lula y al propio PT en la figura de su presidente Ricardo Berzoini. Todo parece indicar que la línea desarrollada por el gobierno de Lula tendió a marginar a la fuerza política PT como tal del campo de la acción política. Absorto en lograr controlar las palancas del Congreso y de la administración, la cúpula de gobierno no procuró movilizar a la fuerza política para que actuara en el seno de la sociedad como un contrapeso de pueblo frente a la presión de las derechas y de la ofensiva mediática, como un actor capaz de incidir en la movilización ciudadana. El PT como instrumento democrático La derecha ha ido acumulando fuerza en el aparato judicial y en los Estados, en el conjunto de la administración central en la prensa y la TV, Aún ganando, el PT obtendrá una representación en el Congreso aún más exigua que la que dispone ahora y ese dato es un handicap negativo importante en momentos que la derecha intenta precipitar una crisis institucional contra el PT. No obstante esa situación, las batallas políticas hasta ahora han quedado reducidas a lo que se podía hacer desde arriba y sobre todo lo que podía hacer el presidente Lula. La intensificación de las tensiones a la que asistimos en estos días decisivos, que pueden terminar con la derrota del proyecto político PT, encuentra al partido desmovilizado, con cierto aislamiento de la sociedad y, en parte, descabezado. No tengo ninguna duda que una derrota de Lula tendría consecuencias muy negativas para el conjunto de las relaciones de fuerza en A. Latina. Todos los gobiernos más o menos progresistas se verían afectados. Las enseñanzas Una derrota de Lula significaría el advenimiento al gobierno de Brasil de las derechas neoliberales y abiertamente pro norteamericanas. El MERCOSUR recibiría un fuerte impacto negativo y se estrecharían en toda la región los campos de acción para las emergentes fuerzas del cambio social de signo popular y antiimperialista. Para los frenteamplistas, mirarse en ese espejo conduce a reafirmar nuestras concepciones de forja de instrumentos políticos democráticos y participativos, con una circulación frecuente de información clara y precisa y con una estrecha relación con las organizaciones sociales que se ha dado nuestro pueblo. Ambas fuerzas políticas, FA y PT están siendo expuestas al riesgo de ser absorbidas por la lógica del modelo tecnocrático, no-participativo- de dominación neoliberal. Los aciertos y los logros del gobierno -tanto en Uruguay como en Brasil- estarán en función de los soportes sociales, locales, barriales, sindicales, profesionales, académicos y, desde luego políticos, que forman la espesa red de relaciones que se ha conformado en nuestra sociedad. - La República, Montevideo, lunes 2 de octubre de 2006
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