La soledad de unas elecciones inútiles

27/04/2014
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Al recibir el premio Nobel, Gabo pronunció no solo un bello discurso sino que sentó su más enérgica posición ante la displicencia del mundo con América Latina. En este, se burló de aquellos que siguen convencidos, aun hoy, que nuestra realidad es similar a la de ellos y que las fábulas son solo eso, olvidándose que nuestra vida se tiene que volver fábula para conciliarla con la realidad.
 
Dijo entonces que “América Latina no quiere ni tiene por qué ser un alfil sin albedrío, ni tiene nada de quimérico que sus designios de independencia y originalidad se conviertan en una aspiración occidental.” Para luego plantear que “Pero muchos dirigentes y pensadores europeos lo han creído, con el infantilismo de los abuelos que olvidaron las locuras fructíferas de su juventud, como si no fuera posible otro destino que vivir a merced de los dos grandes dueños del mundo. Este es, amigos, el tamaño de nuestra soledad.”
 
En estos días, ante la perspectiva de promover un debate entre candidatos presidenciales sobre el modelo de desarrollo, el mismo que no pudo realizarse ante la negativa del candidato Presidente y de Enrique Peñalosa; me di a la tarea de organizar algunas de las ideas que ellos y ellas le han venido presentando al país a través de los medios de comunicación. Ante la falta de posiciones concretas, deduje que debía ser un problema de los medios de comunicación, así que me dirigí a consultar sus propuestas programáticas en las páginas web de sus campañas: Oh sorpresa, decían más en los medios. Mala cosa, entonces, ni textos, ni declaraciones ni debates, todo esto es incomprensible en un escenario electoral.
 
La economía colombiana ha venido creciendo de manera importante, es una constante histórica el contar con un crecimiento económico moderado, esto ha permitido generar procesos de gestión económica y social que han sido relevantes en el Continente y han valido el beneplácito de los organismos multilaterales.
 
Sin embargo, los énfasis que desde el actual modelo de desarrollo han venido teniendo están precisamente en los puntos de menor capacidad para promover mayores y mejores dinámicas, esto es en el gran capital. De esta manera, y tras los procesos de apertura económica y ahora con los llamados TLC (desde la perspectiva Estadounidense) o el Acuerdo de Asociación (desde la perspectiva europea), se han dado procesos de concentración productiva, cierre de empresas, destrucción de puestos de trabajo, desfinanciación de actividades rurales para los pequeños y medianos productores. Las políticas se concentran en temas como estabilidad jurídica, facilidades operativas y financieras para la producción a gran escala, sea industrial o rural, y una gestión fiscal y tributaria acorde con las más absolutas políticas conservadoras (léase neoliberales) de salvaguardar los intereses del capital a costa de la capacidad de gasto en los sectores de ingresos medios y bajos.
 
Sin ninguna duda estos procesos han sido los que permiten que en Colombia se mantenga una desigualdad que al ser una de las mayores del planeta, debería ser, porque al parecer no lo es, una vergüenza nacional, una de las soledades que como sociedad deberíamos de atacar.
 
En las posiciones de los candidatos, incluso en las de mismo presidente Santos se identifican preocupaciones a este respecto. Ni más faltara que pretendiéramos, al menos imaginarnos, que cualquiera de los candidatos, conocedores de este país, no tienen idea de estos temas. Sin embargo, si bien muestran alguna preocupación, e incluso comentarios que van en la dirección de generar procesos de ajuste al modelo de desarrollo, los discursos no pasan de allí, es decir, plantean el qué pero nunca el cómo. Borges, otro, el otro grande, de la literatura latinoamericana y mundial, decía que los gauchos eran como Cristo, hablaban en parábolas para no comprometerse con nadie. Pues bien así estamos en la actual contienda electoral, nadie incluso las candidatas de izquierda, especifican cambios concretos en el modelo, me refiero a aspectos precisos y no a generalidades del tipo “decirle no a los TLC”. Si ellas no lo hacen mucho menos lo van a hacer Santos, Ramírez o Zuluaga, que lo han forjado o incluso Peñalosa, que poco a nada, desde sus bicicletas, le plantea al país.
 
Así, los lamentos que se hagan sobre la desindustrialización, sobre la pérdida de la producción agropecuaria, sobre la inutilidad de los tratados comerciales (para qué tratados si la producción es escasa), sobre la pobreza, la informalidad laboral, las deficiencias en la protección social o en la desigualdad, no van a ser suficientes mientras no se tengan estrategias claras para abordar nuevas y alternativas posiciones, tal y como sim lo han hecho gobiernos como Perú, Chile, Ecuador o Brasil. Los equipos económicos de las campañas caminan sobre los mismos senderos que nos han llevado a la situación actual, siguen convencidos de aquella premisa de que no hay alternativa distinta a la que tenemos, a hacer las cosas para que los dos grandes del mundo, Europa y Estados Unidos, el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional, nos miren con buenos ojos y adulen nuestras políticas “soberanas” que permiten a los capitales de sus empresas transnacionales moverse sin mayores problemas y capturar las mejores rentas.
 
Ya es hora entonces que los líderes, aquellos que aspirar a guiar los destinos de este país piensen en una economía al servicio de la gente, del buen vivir de los pueblos. Ya es hora también que los votantes dejemos de ser tan majaderos y seguir votando sin conciencia plena del por qué lo hacemos.
 
Se requieren procesos serios de reestructuración productiva, que lleven a pensar el campo y la minería para ponerlos al servicio del país y su seguridad alimentaria. Que la industria, la reindustrialización sea una alternativa de valor agregado y empleo decentes, al igual que las actividades de comercio y servicio. Es hora que a los empresarios se les exija una participación activa en estos procesos y que se comprometan en el posconflicto a generar relaciones de mayor inclusión y equidad.
 
Procesos donde se potencie la construcción de sujetos económicos y políticos, donde se trabaje por justicia territorial y la eliminación de las desigualdades individuales, regionales y locales; para poder tener un lugar de dignidad. Parafraseando y en homenaje a Gabo, para que dejemos de ser estirpes condenadas a la pobreza y a la soledad.
 
Jaime Alberto Rendón Acevedo
Centro de Estudios en Desarrollo y Territorio, Universidad de La Salle
 
Fuente: Semanario Virtual Caja de Herramientas Nº 396
Semana del 25 de abril al 1° de mayo de 2014
Corporación Viva la Ciudadanía
 
https://www.alainet.org/de/node/85122
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