La gran estafa:

Estudios revelan desastre tras 20 años de vigencia del NAFTA en Norteamérica

24/01/2014
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México prefiere exportar sus productos en vez de sus ciudadanos, decía, hace 20 años, el entonces presidente Carlos Salinas de Gortari, poco antes de entrar en vigencia el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (NAFTA) que él había firmado. Para Estados Unidos, agregó, la opción era recibir los tomates mexicanos o a los braceros ilegales, que los irían a cultivar allá, si no encontraban trabajo en su país.
 
¡Pura fantasía! Los 370 mil inmigrantes mexicanos que buscaron mejor vida en Estados Unidos en 1993 (el año anterior a la entrada en vigencia del tratado) más que se duplicaron en solo siete años, llegando a 770 mil en el 2000.
 
Estafa
 
Estaba consumada una de las mayores estafas políticas modernas. En 20 años, cada una de las promesas de los defensores del NAFTA se derrumbó, como lo muestra el trabajo titulado “Nafta at 20”, publicado en enero de este año por Public Citizen (PC), una organización no gubernamental estadounidense orientada al estudio del comercio mundial.
 
Dedicado principalmente a analizar las consecuencias del NAFTA para la economía de los Estados Unidos, el informe aporta luz también sobre sus efectos en la economía mexicana.
 
Una a una son desmitificadas las promesas del NAFTA, que ofrecían llevar a México al primer mundo y a su población a disfrutar de mejores niveles de vida. Del mismo modo que hicieron aquí los promotores del CAFTA.
 
Caída de salarios
 
Unas 60 mil empresas manufactureras cerraron en Estados Unidos desde la implementación del NAFTA. Y aunque no todos esos cierres se pueden atribuir al tratado, como advierte PC en su estudio, millones de empleos industriales se perdieron cuando esas empresas fueron a buscar mano de obra barata en México.
 
El documento agrega una detallada explicación del mecanismo utilizado para lograr la reducción de los salarios. Citando la Brookings Institution, afirma que “el promedio trabajadores desplazados de la manufactura pasaron de ganar 40.154 dólares anuales a ganar 32.123 al ser recontratados, una caída de 20% en sus ingresos”.
 
Esta reducción de salarios en la manufactura no afectó solo a los trabajadores del sector. Por el contrario, cuando salieron a buscar nuevos empleos competían con los trabajadores de aquellos sectores cuyas empresas no puedían desplazarse al exterior. Trabajadores de sectores no calificados, como hotelería o servicios de comida rápida, que han visto como sus ingresos también se deterioraban. Lo que, como señalan otros analistas, era uno de los objetivos de los tratados de libre comercio (y no el aumento de ingresos, como prometían quienes lo promovían).
 
Esta transferencia de empleo, desde los bien pagados en el sector manufacturero hacia los mal pagados en el sector servicios, contribuyó a empujar hacia la baja todos los salarios. “El promedio de los salarios en los Estados Unidos crecieron menos del uno por ciento anualmente en términos reales desde la entrada en vigencia del NAFTA, a pesar de que la productividad de los trabajadores creció a un ritmo tres veces mayor”. El resultado es que el salario promedio “permanece al mismo nivel de 1979”.
 
Un fenómeno similar se dio en México. Citando el Washington Post, el documento afirma que, al cumplirse 10 años de los tratados, ya “19 millones más de mexicanos vivían en la pobreza”.
 
“Antes del NAFTA, 36% de la población rural mexicana ganaba menos del mínimo necesario para alimentarse. Un porcentaje que aumentó cerca de 50% en los primeros tres años de vigencia del acuerdo”, señalan.
 
Cerca de 24 millones (casi uno de cada cuatro mexicanos) eran entonces “extremadamente pobres”. Hoy, más de la mitad de la población sigue bajo la línea de pobreza “a pesar de las promesas hechas por los propulsores del NAFTA”.
 
Bajo crecimiento, precios elevados y privilegios
 
Si los promotores del NAFTA prometían mayor crecimiento económico como resultado del tratado, transcurridos 20 años la realidad es también muy distinta. El crecimiento anual promedio per cápita de la economía mexicana apenas alcanzó un 1,1% en esos 20 años. Un crecimiento acumulativo de 24% que contrasta con el 102% alcanzado entre 1960 y 1980, destaca el informe.
 
El sueño de los precios bajos también se esfumó. El ingreso de maíz barato y subsidiado desde los Estados Unidos (como ahora el arroz en Costa Rica) hizo caer 66% el precio pagado a los campesinos mexicanos, obligándoles a dejar el cultivo y las tierras. El gobierno aprovechó para cambiar la ley de ejidos, facilitando la venta de las tierras, compradas pro grandes corporaciones. 1,1 millón de campesinos, y otro 1,4 millón de personas que dependían del sector quedaron sin trabajo entre 1993 y 2005.
 
Mientras lo pagado a los productos de maíz mexicano se desplomaba, el precio de las tortillas aumentó casi tres veces en los diez primeros años del tratado.
 
El secreto es simples: el NAFTA incluye reglas que facilitan la consolidación de toda la red de producción y comercialización de tortillas en manos de pocas y grandes empresas “capaces de aumentar el precio a los consumidores y hacer enormes ganancias, mientras el precio del maíz declina”.
 
El NAFTA creó, además, nuevos privilegios para las empresas transnacionales, a las que otorgó el derecho de demandar a los Estados en tribunales internacionales especialmente inclinados a favorecer sus intereses. Las corporaciones extranjeras atacaron los Estados “en una amplia gama de políticas de protección al consumidor en materia de salud, ambiente y uso de la tierra, permisos regulatorios, regulaciones financieras y otras políticas de interés público que, según ellas, amenazaban sus ‘expectativas de ganancias futuras’”.
 
Actualmente ha once demandas pendientes en estas materias, por un total de 12,4 mil millones de dólares, similares a las que la minera canadiense Infinito Gold amenaza con interponer contra Costa Rica por más de mil millones, por no habérsele permitido explotar oro en la mina de Las Crucitas, frustrando sus expectativas de ganancias multimillonarias.
 
Desigualdad alcanza nuevos extremos
 
El estudio de Public Citizen explica así el crecimiento de la desigualdad en los Estados Unidos, como consecuencia del NAFTA: el tratado presionó hacia la baja los ingresos de los sectores medios y bajos, obligando a los hasta entonces mejor pagados trabajadores de la industria manufacturera a competir con las importaciones de productos hechos por mano de obra más barata en el extranjero. El desplazamiento de estos trabajadores mejor pagados redujo aun más los ingresos de la clase media y aumentó el número de quienes buscaban trabajo en el sector peor pagado de los servicios.
 
El NAFTA, agregó el estudio, contribuyó a elevar la desigualdad al permitir que los empleadores amenazaran con llevar sus empresas al exterior, como herramienta de presión sobre los trabajadores al negociar los salarios.
 
El resultado es que el 10% más rico en los Estados Unidos se queda con más de la mitad del pastel. Desde la implementación del NAFTA ese porcentaje aumentó un 24%. El topo de la pirámide, el 1% más rico se queda, ellos solos, con más del 20% de la riqueza producida en el país.
 
En México, “a pesar de las promesas de que el NAFTA beneficiaria a los consumidores al garantizarles el acceso a productos importados más baratos, el costo de los productos de consumo básico aumentaron siete veces comparados con el nivel anterior al NAFTA, mientras el salario mínimo aumentó solo cuatro veces”.
 
Como resultado, “el salario mínimo en México alcanza para comprar un 38% menos de productos que antes de la entrada en vigencia del NAFTA”. Creció el trabajo informal y el empleo temporal mal pagado.
El 20% más rico de la población se queda con más del 50% de los ingresos, mientras el 20% más pobre se tiene que contentar con menos del 5%.
 
Más violencia e inmigración
 
La consecuencia de este proceso no podría ser otra que una creciente inmigración y violencia. La promesa del presidente Salinas de Gortari, de que México exportaría tomates a Estados Unidos, en vez de mexicanos, quedó desnuda. “El número de inmigrantes indocumentados (principalmente mexicanos) en los Estados Unidos aumentó 144% desde que el NAFTA entró en vigencia, pasando de 4,8 millones en 1993 a 11,7 millones en 2012”.
 
El año pasado, según datos del Banco de México, las remesas familiares provenientes del exterior sumaron 22.446 millones de dólares, cifra ligeramente inferior a la del 2011, cuando alcanzaron los 22.803 millones.
 
A 20 años del NAFTA, Mark Weisbrot, codirector del Centro de Investigación en Economía y Política (CEPR), con sede en Washington, publicó en el diario inglés The Guardian un artículo en el que resumía los resultados del tratado: “A México le pudo haber ido peor, pero no está claro cómo”.
 
Por su parte, el abogado Marcos Marín, catedrático universitario en México y colaborador de la revista DATAMEX de la Fundación Ortega y Gasset, se preguntaba si el NAFTA es un “esquema agotado”. Dos décadas parecen adecuadas para mirar al NAFTA sin estereotipos, afirmó. “La realidad se ha encargado de poner en el terrero del embuste a quienes en México lo vendieron como lo que aún no acaba de ser: un instrumento que pusiera bienes y oportunidades al alcance de todos y garantizara de forma equitativa el crecimiento de todos sus firmantes. Pasaron 20 años. ¿Cuántos más necesitaremos?”, se preguntó Marín.
 
En el mismo tono escribió Alejandro Díaz Bautista en Marco Trade News. Y aunque valora el crecimiento de las exportaciones mexicanas en estos 20 años, estimó que “la entrada en vigor del NAFTA hace dos décadas fue la plataforma para convertir a la economía de México en la decimosexta potencia exportadora del mundo, pero no ayudó a abatir la pobreza que se vive actualmente en el país”.
 
“Cuando México, Estados Unidos y Canadá se reunieron para conformar el Tratado de Libre Comercio de Norteamérica, en 1994, muchos observadores esperaban que esto condujera a una época de mayor integración continental que podría impulsar el crecimiento de la economía mexicana y conducirla a una convergencia con sus ricos vecinos del norte. En ese momento pocos hubiesen imaginado que, solo dos décadas después, China podría haber desplazado tanto a Canadá como a México como el mayor exportador de bienes al mercado de los Estados Unidos, o que la economía mexicana podría haber crecido tan débilmente en esos años que nunca convergería a los niveles de ingresos per cápita o salarios reales de Estados Unidos o Canadá”, escribieron, a su vez, Robert A. Blecker y Gerardo Esquivel en su libro “Mexico and the United States: The Politics of Partnership”.
 
No importa, ¡la estafa estaba consumada!
 

- Gilberto Lopes, redactor Semanario "Universidad"

gclopes@racsa.co.cr

 

https://www.alainet.org/pt/node/82609

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