Sociedad colmena
Google y Facebook se quedan con nuestros datos, incluso con nuestro historial de navegación para luego venderlos.
- Opinión
En la variedad de especies sobre la tierra, los humanos, el bípedo sin plumas, es el único, en nuestra Era del Capitalismo de la Vigilancia, libro de Shoshana Zuboff que pagamos para que nos dominen. Google y Facebook se quedan con nuestros datos, incluso con nuestro historial de navegación para luego venderlos. Hoy se tiene más acceso a la internet que a la electricidad. La navegación nos la vendieron como una necesidad para nuestras vidas muy equiparable a la sangre que corre por nuestras venas o como el aire que respiramos, sin ellos morimos. Tanto es así que hoy se habla del acceso digital como un derecho vital. Pero el asunto acá es la modulación de nuestras conductas al servicio del Gran Capitalismo de Mercado Digital. Poder que se las ingenia para hacerse obedecer.
Las casas inteligentes con sus datos proporcionados son almacenadas por estos gigantes monopólicos de la internet. Bien dice la autora del libro referenciado que ellos son los titiriteros y nosotros, la gran masa maleable de los internautas somos los títeres como en Black Mirror de la serie de Neflix. No es exageración si recordamos cómo Facebook se ha metido en las elecciones de ciertos países para inducir o inclinar la votación al candidato que bien ha pagado para ganar. Mucho en el ser humano es transparentado por el mundo digital.
Pero bueno, esta antesala es en esencia para resaltar otra gravedad más que puede rayar con la estupidez. Las medidas a cuestionar tienen que ver con el control social o de biopolítica que ha motivado en gobernantes la denominada pandemia de Covid 19. En chiste se dice que cada mañana toca revisar cuál medida restrictiva es la vigente: pico y cédula, pico y placa, cuarentena, toque de queda…. Lo restrictivo raya con la manipulación, es, mucho mejor, control social, biopolítica, controlar los cuerpos, someterlos, hacerlos obedecer sin que opongan ninguna clase de resistencia. Llegar al grado de que sean dóciles, maleables, no interroguen, no se hagan preguntas de por qué eso o por qué aquello. Que haya obediencia ciega o incuestionada es la meta a cumplir. Esto en la práctica es quebrantar la voluntad que tienen cada persona, su aparato crítico le ha sido doblegado, apagado. Nadie dice nada, nadie protesta.
Y creed, se está logrando, los ciudadanos dóciles están, acatan a pie juntillas cualquier medida por absurda que sea del gobernante que de todo tiene interés, menos por el bienestar de la gente. Mírese esto de que una falencia logística de la salud como son la falta de camas UCI, incluso se está muy por debajo de las mínimas necesarias acorde a los estándares internacionales, se resuelva, decimos, con control social, con restringir la libre movilidad de la población. Y mucho peor aún, golpean la economía de los pobres y la clase media que se las tienen que ver día a día con tener que salir para llevar el pan a la mesa. Un dato para reforzar este desinterés filántropo de las clases gobernantes. Recuerden la corrupción en la hidroeléctrica de Hidroituango, alrededor de 12 billones de pesos colombianos, dos años del presupuesto de Medellín, fueron a parar a los bolsillos de la clase que gobierna. Dinero se ha tenido, se ha recaudado pero no se ha invertido en el bienestar de la población. Por eso no cuadra que un problema de inversión de salud lo quieran resolver encerrando al ciudadano, quitándole su libertad ganada siglos atrás. Esto da para decir, entonces, que la pandemia está sirviendo para hacer demagogia y para ensayar el control social hasta doblegar, quebrantar la voluntad ciudadana. O cómo explicar que éstas no han reducido las llamadas curvas de contagio, por el contrario, han aumentado.
A renglón seguido, recordar lo absurdo del Poder bien reflejado en las obras de Kafka el Castillo y el Proceso, el ciudadano K, el personaje se ve apresado, inmovilizado por la mano del policía que no sabe explicar el porqué de su detención, simplemente aduce debe esperar que luego vendrá un funcionario, un burócrata a explicar sus razones. El funcionario no llega pero el apresamiento se mantiene y la promesa de algo así como esa mano invisible que captura y restringe la libertad. Para resumir es todo eso absurdo e invisible, que está ahí pero no se ve, pero que se padece: Es el Poder. El Poder que toma y suelta cuando así se le antoje. Lo importante es que cada quien se sienta notificado que puede ser dominado, que mientras más diestro es mucho mejor, mientras menos resistencia se tenga mejor.
Una variante parece alentadora y fue revelada por Blanchot y corresponde a algo así que no hacer nada para que todo pase, quedarse quieto para que de pronto surja lo inesperado, surja el cambio que favorece. Sucedió con las víctimas del holocausto, inermes, impotentes, y de pronto esto mismo se convirtió en fuerza liberadora. "Incluso en la obediencia hay resistencia... Nadie renuncia a su potencia propia, y el mandamiento comporta alguna concesión... Las libertades luchan por el poder y no por su existencia; el vencido no está aniquilado, sino que está rechazado o subordinado; nadie se aniquila en el orden del espíritu." Nietzsche. Cada individuo es energía, voluntad de potencia que puede ser victoria o vencimiento. La potencia nunca es neutralizada ni vencida. Con la pandemia algo parecido se ha dicho en relación con la ralentización de la economía que amenaza la propia existencia sobre el planeta. La Gaya ciencia dominadora versus la pacha mama gruñuna, regañona de nuestros indebidos, de nuestras malas prácticas que devastan a nuestra propia madre tierra.
Es cierto que el mundo no está caminando a la misma velocidad, pero también es cierto que algunos muy pocos están ganando con la pandemia, Bill Gates ha aumentado sus riquezas con su empresa y con sus aparentes causas humanitarias en salud. Así las cosas, son una especie de medición de fuerza entre aquella ralentización y estos poderes que se creen aplastantes hasta el grado de ponernos a vivir con lo casi nada y con apagar cualquier capacidad de rebeldía que nos pueda liberar.
Este contexto en el que vivimos es interesante pero de poner mucho cuidado en especial a tratar de resistir al doblegamiento de nuestra voluntad, de nuestro libre albedrío. Impedir nos conviertan en la Sociedad Colmena.
Adenda: incorporo el concepto del amigo Iván Castrillón "No me gusta el título porque la colmena implica una sociedad donde la división del trabajo está claramente determinada por la epigénesis. El problema de la sociedad de la vigilancia que en principio es la máxima expresión de una sociedad del marketing y del gobierno corporativo, es qué hacer con una buena parte de los que sobramos porque no somos útiles para producir y otros para consumir. Aún es prematuro precisar el poliedro de la economía del dato.
Mauricio Castaño H.
Historiador
Colombiakrítica
http://colombiakritica.blogspot.com/2021/01/sociedad-colmena.html
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