Un pueblo nuevo

25/10/2019
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Dedicado a los lectores de Colombia krítica, ellos estimulan este pensar en red

 

Un pueblo nuevo requiere de nueva vestimenta y nueva espiritualidad.

 

Estar atado no deja de ser incómodo, a no ser por esa cosa de una fuerza de lo habitual que termine por incorporar todo aquello que nos molesta e incluso nos degrada pero que se encaja en nuestras vidas como algo normal y cotidiano, al punto de considerar todo dolor, toda tristeza como un paso o un camino por donde se debe pasar para finalmente hallar lo placentero, para hallar una felicidad buscada ¡No hay buenas tristezas! Al punto de querer anhelar a nuestros amos, de añorar a nuestros verdugos. En estos breves trazos queremos refenciar el libro titulado El Progresismo Fascista del autor Martín Jouer del año 2019. Allí se da un buen esfuerzo de presentar cómo opera la obra de Gilles Deleuze, Félix Gauttari y Karl Marx. Decimos cómo opera la obra, mostrarla cómo herramienta que permite usos, y para este caso el combate va dirigido hacia la servidumbre voluntaria, hacia todo aquello que hace de nosotros unos seres obedientes y que hace posible que todo aquello que degrada la existencia humana, pase sin pena ni gloria, incluso establezca una manera de ser en las personas que hace que amen sus propias cadenas, incluso que las pidan. El problema de los amos es que son los esclavos quienes lo fabrican, son los que permiten su emergencia, igual pasa en nuestra sociedad actual.

 

Por ejemplo, en nuestra sociedad actual la inequidad pareciera que no tiene cuando acabarse, por el contrario, cada vez aumenta, cada vez son más los que son arrastrados a la miseria o que la bordean o que se aproximan a ella, las estadísticas son bien dicientes: el 1% por ciento son dueños de las riquezas del mundo y el 99% somos esa mayoría que tenemos que vérnosla para tratar de llevar un bocado de comida a nuestro cuerpo, darnos un techo y proveernos los demás servicios como los de salud entre otros. Y así nos pasamos la vida, nuestra existencia en círculos bobos de los cuales no tenemos forma de salirnos, no tenemos escapatoria a no ser que se haga algo diferente que rompa el círculo bobo o vicioso. Estas líneas quieren ser provocadoras o al menos que motiven un acercamiento a estos autores. Aquí algunos apuntes.

 

El acta de inicio de estas miserias humanas pueden hallarse desde que la acumulación, la producción, el excedente fue apropiado por tan sólo unos pocos dejando a los demás con lo mínimo o en aprietos o en carencias para proveerse lo mínimo necesario para sobrevivir. Es la acumulación el caballito de batalla, es la piedra en el zapato, es el trompo en la uña. Y para dar un ejemplo contrario citemos a ciertas sociedades indígenas cuya organización social estaba basada en la distribución para todos los miembros de su comunidad y no en la acumulación, aquello, el producir era para proveerse, para subsidiar su existencia como grupo, por eso es común la referencia de alta estima por sus rituales, por su ocio y todo aquello que los definía en su cultura, en su vida propia comunitaria.

 

Aquello nos tira una pregunta de cómo hacernos a una sociedad sin Estado, es una aseveración interesante porque sería el punto de quiebre de nuestra servidumbre voluntaria, aquella misma que nos hace servir sin chistar al vampiro que nos chupa hasta la última gota de sangre. Insistimos en una pregunta que incomoda: ¿Por qué seguimos atados a la cuerda que nos aprieta y nos amenaza con ahorcarnos? Amamos las cadenas que nos atan en vez de romperlas, las abrazamos. ¿Por qué tal condición? El problema no está fuera de nosotros, no está en la sociedad ni en el Estado. El problema está en nosotros mismos, el problema está en el fascista que cada uno llevamos por dentro, amamos las cadenas que nos amarran, incluso amamos al fascista que hay en mí, yo mismo reproduzco la crueldad que ejercen sobre mí mis verdugos.

 

Echemos mano de otro concepto que opera, que es la arquitectura, nuestra composición de ese yo, de quien soy. Hacemos referencia al Deseo, pero no como carencia sino como una máquina de producción. Simplemente recordamos que si es visto como carencia, entonces es asimilable a la falta, y una falta reclama de castigos y de jueces. He aquí al psicoanalista, el juez y carcelero de nuestro yo, de nuestro espíritu, de nuestro ser. Pero estos jueves, estos seres repudiables mutan con el gran formato del capitalismo, y es entonces que nos llenan nuestro cuerpo y nuestra consciencia de sus flujos, nos hacen desear por ellos, yo soy, yo quiere ser, yo pertenezco, por poner un ejemplo, a la familia burguesa, sueño con tener un carro, vestir a la moda, tener bella mujer, hijos, todos sonrientes y listos para la foto. ¡El consumo como trampa y captura: viraliza la servidumbre voluntaria! Acá para señalar el problema más inquietante: ¿Cómo el deseo acaba deseando en contra de su propio interés, en contra de las propias necesidades conscientes?

 

Las muchedumbres

 

La Minoría le teme a las Muchedumbres. Y con razón, qué pasaría si se acabará la servidumbre voluntaria, si el estilo de vida de las personas se basaran en su propia ética, en su propio cuidado de sí al decir foucaultiano, sin jefes y sin temor a quien obedecer, solo en función de sí mismos y de sus equipos o pequeñas sociedades conformada por ellos mismos, pero sin jefes, sin nadie al frente, sin nadie al mando, sin burócratas, bien sean capitalistas, socialistas, comunistas, sindicalistas, recordemos  que no hay peor tirano que el que llevamos por dentro, no hay peor cuya que la del propio zapato, no hay peor tirano que un sindicalista, encarna el demonio del patrón.

 

El poder de uno, de uno mismo

 

La revolución es la potencia colectiva de la diferencia. Por eso se celebra las pequeñas comunidades, las pequeñas luchas, mis devenires de aquello y de esto, aquí quien comanda la existencia es la ética y estética como procesos de vivir nuestros procesos de subjetivación, nuestro propio yo sin amos, dejando que la imaginación brote por todos lados sin recurrir a los cortes o coartadas del castrador sicoanalista. Todos los sueños son posibles y no requieren de interpretaciones, de psicoanalistas, simplemente son formas de ser. El inconsciente es una producción abierta y no cerrada que favorece la riqueza humana e individual.  “Los problemas de la filosofía política no giran en torno al “Estado constitucional de derecho” (la Ley & el Orden). No hay “etapas”. La filosofía es potestad de cualquiera.

 

Mauricio Castaño H.

Historiador 

 

http://colombiakritica.blogspot.com/2019/10/un-pueblo-nuevo.html?m=1

 

https://www.alainet.org/pt/node/202881

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