Hasta las últimas consecuencias
- Opinión
Refiere que desde niña supo cómo era la sociedad chilena. Aunque la verdad, esto de “chilena” lo digo yo (quien escribe), pues ella nunca lo dijo así durante nuestras conversaciones. Y es que Luisa no parece marcar diferencias entre las personas, habla de la gente: “toda es gente”.
Así, compruebo una vez más que quien marca una diferencia abismante y desmesurada entre el mapuche y la idea patriota de “ser chileno”, es en primer lugar un Estado colonial que borra a los demás pueblos que habitamos estos territorios.
Lo más difícil de estos cinco años
Celestino Córdova es machi, una autoridad espiritual mapuche. Fue condenado en 2013 a 18 años de cárcel sin beneficios por el incendio con resultado de muerte del matrimonio latifundista Luschinger-Mackay. Una “sentencia condenatoria por un delito especialmente complejo de acreditar", como dijera la propia Fiscalía en esa ocasión. Y así es, muy difícil de probar. ¿Será por eso –justamente- que las pruebas no calzan y los testigos fueron sin rostro?
Le pregunto a Luisa por lo más difícil que ha vivido en estos 5 años y me explica: “Es como mujer… Estoy acá en la casa cuidando a mis cuatro hijos y preocupada por el machi Celestino porque veo como se debilita su espiritualidad y su salud física. Ha estado sufriendo desmayos en esta huelga de hambre. Esto ha sido muy duro para mí. Tengo que ocuparme por un lado de fortalecer a mis hijos y por otro de apoyar al Machi. Nos ha exigido mucho esfuerzo económico y también de energías. A él hay que darle lawen y preocuparse de eso… Son 5 años que está encarcelado y es como si estuviéramos toda la familia encarcelada… aunque no sea así…”.
Llevar la casa y la tierra sola
“Lo que ha sido bueno es el apoyo de la gente de las comunidades y de mi familia, eso es lo que me sostiene a mí, si no tuviera eso… no sé… Y es que nada es como antes: llevar la casa, la familia, la tierra sola… Hay que trabajar doble y triple porque hay que ir a la cárcel… Mire, es como estar pendiente de dos casas, la de la acá y la casa que –desgraciadamente- ahora es el lugar que habita él. Eso sale caro, demanda mucho esfuerzo, hay necesidades cotidianas muy grandes.
Yo antes creía en la justicia. Pensábamos: por qué lo van a condenar si él es inocente, todos sabemos, no hay pruebas, la Justicia lo va a comprender y lo va a liberar… Va salir absuelto, decía yo. Ahora ya me doy cuenta que la Justicia no es justa con los mapuche ni con quienes no tienen poder. Esto se trata de poder y política. Eso he aprendido y es algo que no hubiese querido aprender.
Lo que hacen con el Machi es una condena política por ser mapuche y defender su tierra y a su pueblo. Es racismo”.
Luisa vive en Yeupeko desde que nació en los años 80, tiene 30 años. Habla de su infancia: “De chica yo igual me daba cuenta de algunas cosas, pero nunca lo había vivido tan claramente. Cuando niña yo sabía del catolicismo tan fuerte por acá. En la escuela siempre nos querían someter a eso. Nos hablaban de Dios y de que las creencias mapuche eran brujería. Después era la gente evangélica. Decían que el mapuche no estaba bien con sus creencias. Yo no les hacía caso, ni a sus juzgamientos, porque yo sé que no es mala nuestra fe. Es justamente la fe que tenemos, la que nos ayuda… por eso logro hacer todo lo que hago.”…
El machi se comprometió de niño con la fe mapuche
Luisa afirma que no es el pueblo mapuche el que comete crímenes. (Y operaciones huracán mediante, cómo desoírle). Claramente ella sabe de lo que habla: “Nos culpan de crímenes que no hemos cometido porque nosotros no hacemos esas cosas que dicen... Nosotros amamos la tierra y a la gente. Por eso la huelga de hambre del machi, para honrar la fe. El necesita obtener la facilidad de plantar su rewe. Desde niño se comprometió con nuestras creencias espirituales y debe cumplirlas. Eso lo fortalece a él y a nuestro pueblo.
Hasta el momento no ha podido plantar su rewe. No hay rewe. Por eso es que él piensa llegar hasta las últimas consecuencias… Y sí, eso es doloroso para mí, por mis hijos en primer lugar y por mí también. Mis hijos y mi hija están adoloridos por su papá, el más grande entiende todo, sabe que es injusta la condena… ¡A veces siento tanto dolor! Pero sé que no puedo echarme a morir, y con esto he ido aprendiendo a estar de pie y seguir adelante”.
Luisa tiene cuatro hijos con Celestino Córdova, tres niños y una niña, de 11, 10, 7 y 2 años. El machi hace 28 días que inició y anunció una huelga de hambre líquida de carácter indefinido para exigir una serie de medidas correspondientes a defender los derechos humanos que el estado y el gobierno chilenos sostienen que se respetan: Necesita renovar su rewe como una necesidad coherente con su fe y su condición de autoridad mapuche, exige libertad de ejercer sus creencias espirituales y ceremoniales en la cárcel como en cualquier parte, módulos carcelarios donde gente de diversos pueblos pueda practicar sus costumbres y creencias, la aplicación del Convenio 169 de la OIT sobre Pueblos Indígenas, la restitución de tierras, indemnización por daños históricos y actos de lesa humanidad cometidos contra mapuche por parte del Estado chileno, y por su puesto la libertad y absolución de todos los mapuche perseguidos judicialmente.
(Celestino Córdova está recluido en la cárcel de Temuco y recibe visitas los días lunes y viernes, entre las 10.00 y las 15.00 horas).
Victoria Aldunate Morales, activista lesbiana feminista antirracista
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