Tapar el Sol

01/04/2016
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Desvirtuada queda la ingenua expresión tapar el sol con las manos. En Medellín, incrustada en un valle de sesenta kilómetros de largo por diez de ancho, si se tapa el sol con la capa de smog que producen los un millón cien mil automotores que surcan este cóncavo territorio, más de la mitad motos, además de las fábricas, incendios y arenas traídas del desierto del Sahara, todo este caldo biótico, producen esa capa tóxica y densa que techa este valle sin permitir que penetren los rayos solares y que tampoco deja que salgan vuelos de la ciudad, 494 cancelados hasta el momento. Y lo más grave son los daños a la salud de los seres vivientes, las estadísticas hablan de un incremento del veinte por ciento de los enfermedades respiratorias y cardiovasculares.

 

La dimensión del problema es seis veces grave a nivel internacional y tres en el territorio colombiano. En lenguaje de las partículas contaminantes representa que las permitidas en el mundo son 25, en lo nacional 50, y Medellín sobrepasa con el producido de 165. Estamos respirando tóxico, por eso recomiendan no hacer deporte ni Marchar, en especial, en las horas de la mañana. Y le acompañan en estos últimos días un paquete de medidas que restringen horarios para el uso del carro particular y promueven el transporte masivo.

 

La advertencia ha estado desde décadas atrás, consumir combustibles más limpios y no tan sucios como los actuales, recordemos que estamos consumiendo el peor acpm del mundo, otro tanto de la gasolina. Y cuando se trata de los intereses económicos ni se diga, las empresas que hacen combustión no tienen más cuidados que generar mayores ganancias económicas, nada de producción limpia. Con razón los cuestionamientos sobre la llamada ciudad innovadora, queda al descubierto que no es más que un discurso de marketing político. Aquí hemos aprendido bien el legado Occidental de que el hombre es amo y señor de la naturaleza, a ella toda la explotación posible, afuera todo aquello que lo frene, como esa otra relación aborigen que se tiene con la madre naturaleza, con los árboles, son parte de la vida, forman un cosmos interdependiente. Allá, el hombre es el centro del universo, aquí somos un actor más.

 

La intervención del hombre sobre la naturaleza es tan antiguo como el hombre mismo, y el modelo impuesto ha sido el del exceso, saquear los recursos a como dé lugar, recordemos que el excedente y mejor aún, la acumulación ha sido objeto de guerras, todo el mundo quiere ir tras el botín. Por lo general, las tribus aborígenes son modelos opuestos a este modelo de ambición y de guerra, la diferencia estriba en que el excedente cuando existe, se reparte a todos por igual para su disfrute, no para la acumulación desde el monopolio como ha sucedido con la llamada civilización occidental.

 

Medellín es un ejemplo rampante de la dirigencia que no cuida y devasta su hábitat, no importa el tipo de combustibles para carros o fábricas, no importa si envenenan el aire que se respira, importa es sonar las cajas registradoras en la mayor ganancias en venta del parque automotor y demás. Quizá se pueda hablar de innovación en sentido inverso, en contravía a la inteligencia humana, y entonces podemos decir que en esta ciudad si tapa el sol con las dos manos, con nuestra miseria.

 

- Mauricio Castaño H. es historiador

http://colombiakritica.blogspot.com/

 

https://www.alainet.org/pt/node/176470

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