Es difícil reconocer en el Chile actual, un pensamiento que conjugue al mismo tiempo la lucidez y la valentía, un genuino rigor científico con la pasión del ensayista. Tal es el caso del sociólogo, académico y pensador Tomás Moulian quien ha sido, muy merecidamente, distinguido con el Premio Nacional de Humanidades y Ciencias Sociales.

Para quienes habitamos el mundo académico, no resulta, en absoluto, sorprendente este reconocimiento. Para hacerle justicia a este pensador del siglo XXI, lo primero que debe ser aclarado es el talante crítico de su pensamiento, una mirada inédita que lejos de hacer concesiones se ha instalado en un horizonte de comprensión teórico analítico de índole político y cultural que supera las visiones ideológicas dogmáticas.

Su obra Chile: Anatomía de un mito es una muestra elocuente de un pensamiento maduro que cristalizó del examen atento de la dictadura militar de Augusto Pinochet y de la llamada transición democrática que le ha seguido hasta el presente. El examen que propone Moulián excede con mucho una visión maniquea, advirtiendo las mutaciones culturales que sufrió la sociedad chilena tras la implementación de un modelo neoliberal a ultranza. Así, por ejemplo, denuncia el desplazamiento de la noción política de ciudadanía hacia la de consumidor o “ciudadano credit card” en la nueva realidad que emerge junto a la democracia posdictatorial. El pensamiento de Tomás Moulián se distancia tanto de la vetusta ortodoxia de izquierdas como del consentimiento fácil al liberalismo extremo al uso. Por el contrario, consecuente con su espíritu crítico se aventura a explorar las condiciones de posibilidad para un Socialismo del Siglo XXI: la quinta vía.

El reconocimiento de la obra y el pensamiento de Tomás Moulián le hace bien a Chile.  Nadie podrá dejar de reconocer en el profesor Moulián  la figura ya centenaria del intelectual, la conciencia crítica de una nación, una voz valiente capaz de denunciar los lugares comunes en que suele chapotear la política y la cultura en nuestros días. En la hora presente en que la reflexión consistente parece desplazada por la seducción de las narrativas mediáticas, es bueno y necesario volver a las páginas de aquellos que nos regalan El deseo de otro Chile.