La USAID y los peligros de colaborar con terroristas (I)
13/11/2014
- Opinión
Nada resulta casual cuando se trata de la política de Estados Unidos hacia Cuba y los pretendidos cambios “significativos” dentro de la USAID, tienen una clara explicación, siempre que resulten ciertos y este anuncio no sea más que una maniobra de distracción.
La primera e irrebatible verdad es que todo el diseño de la política norteamericana ha sido un rotundo fracaso desde el triunfo revolucionario de 1959. Administración tras administración, la promesa de cada estrenado presidente de revertir el proceso histórico cubano se ha convertido, a lo largo de cada mandato, en un fiasco. Esto ha sido un mal evitable si se hubiera actuado con cordura y franca diplomacia, si se hubiera respetado nuestra soberanía y no se hubieran tramado operaciones encubiertas ni otros tipos de acciones violatorias del derecho internacional. Pero ni un solo presidente USA entró en razón al respecto.
Ni el criminal y sostenido bloqueo, ni el terrorismo criminal y desmedido, ni la más tenebrosa guerra mediática, han podido con la Revolución Cubana. El no reconocer este fracaso y continuar actuando con prepotencia y tozudez, ha sido el principal error de EE UU durante décadas.
Esa es la principal causa del replanteamiento de la labor de la USAID con respecto a Cuba, notificado por Asociated Press en los último días, según la cual se estarían preparando nuevas “normas internas” que prohibirían el empleo de acciones y programas encubiertos para subvertir nuestro orden constitucional.
Otra de las causas a tener en cuenta sobre la necesidad de un cambio en la política USA con respecto a Cuba lo ha sido la lenta toma de conciencia por parte de algunos medios de comunicación –entiéndase AP y The New York Times-, así como el impacto provocado por las recientes denuncias de estos medios no solo sobre los programas subversivos implementados por la USAID, sino sobre la necesidad de un cambio total en la vieja y añeja política norteamericana hacia nuestra patria.
Uno de los más absurdos errores de la USAID es manejar equivocadamente el concepto de sociedad civil al referirse a una insignificante contrarrevolución interna, cuando la sociedad civil cubana apoya mayoritariamente a la Revolución, por cuanto sus programas comienzan con un fallo de raíz al ser concebidos e implementados.
El escandaloso empleo del dinero de los contribuyentes norteamericanos en programas secretos como ZunZuneo, remedo de Twitter encaminado a influir en nuestra juventud con matrices de opinión preestablecidas desde el exterior, así como otros planes desestabilizadores, cuya eficacia ha sido puesta en entredicho, también ha sido motivo de críticas en los últimos tiempos.
El entarimado de estas operaciones, caracterizado en promover una supuesta democracia de forma injerencista, empleando subcontratistas para disfrazar dichos procedimientos, enviando a personal para realizar actividades ilegales sin seguridad alguna y desconocimiento de las leyes que rigen en el terreno de sus actividades, así como otras irregularidades que esconden el uso inadecuado de los millonarios recursos desembolsados, serán debatidos en audiencias dentro del Senado norteamericano. Sobre todo, como tema crucial, el balance de los casi pobres resultados obtenidos con su implementación.
Por su parte, arrinconada por el escrutinio público, la USAID pretende mantener estos programas, aunque dotándolos de "transparencia y seguridad" para sus agentes de campo, aunque ya se maneja la posibilidad de reasignar los programas secretos a otras dependencias dentro del Departamento de Estado.
La USAID, ciertamente, ha pasado por momentos difíciles en los últimos tiempos, sacudida por frecuentes denuncias sobre sus actividades secretas en naciones a las que no se les ha declarado la guerra y donde se pretende vulnerar y destruir la institucionalidad, en franca violación de la Ley de neutralidad aún vigente.
Sobre ella penden las siguientes acusaciones, por citar algunas:
► Dan Anthony Mitrione, un instructor norteamericano en técnicas de tortura y posteriormente ejecutado por fuerzas de izquierda, actuó en Uruguay con credenciales de la USAID a fines de los 70, encargado del adiestramiento de torturadores.
► La USAID colaboró estrechamente con los autores del golpe de Estado en Honduras.
► La USAID promovió el golpe de estado contra Fernando Lugo en Paraguay.
► La USAID fue usada como tapadera para preparar un plan de atentado contra Fidel en Chile, usando a Antonio Veciana, quien fungía como miembro de la USAID en Bolivia.
► La USAID fraguó el secuestro y la grotesco despojo del presidente Jean-Bertrand Aristide.
► La USAID estuvo implicada en el financiamiento y apoyo al golpe de estado contra Chávez en Venezuela, el 11 de abril del 2002.
► La USAID promovió el separatismo en Bolivia y acciones de corte violento contra el gobierno de Evo Morales.
Otro estigma que carga consigo es la corrupción generalizada dentro de la misma y la apropiación y desvío de considerables sumas de dinero por parte de los intermediarios en los programas subversivos implementados en otras naciones. Tampoco ha escapado del escándalo sobre la vida lisonjera de sus propios directivos, como fue el caso de Randall Tobias, entonces jefe de la USAID desde el 2006, envuelto en un affaire de prostitución de lujo y cuya ramificación comprendía la extorsión y el lavado de dinero.
Para el gobierno norteamericano, la USAID ha significado un gasto inefectivo de recursos y el fracaso de las campañas financiadas por la misma. La neutralización de programas secretos dentro de Cuba, el uso inadecuado y el continuado robo del dinero enviado a los grupúsculos contrarrevolucionarios por parte de sus inescrupulosos liderzuelos, el bajo aprovechamiento de los mercenarios en los cursos de entrenamientos y las deserciones de algunos de ellos, así como el desvío de las ayudas enviadas para lucro y beneficio personal, son frenos y obstáculos difíciles de evitar dada la catadura moral y la falta real de compromiso de sus mercenarios.
Dentro de los factores de la ineptitud de la USAID para la implementación de sus programas subversivos contra Cuba también debe considerarse el total desconocimiento de la realidad cubana por parte de quienes los diseñan, así como una subestimación de la capacidad de respuesta de las autoridades para detectarlos y neutralizarlos. Los usan como camisas de fuerza una vez que han sido probados con relativo éxito en otras naciones y contextos, lo que entraña un craso error. La detención de Alan P. Gross es fruto de esta errónea concepción.
Ha sido un error para la USAID el empleo de organizaciones vinculadas al terrorismo, el narcotráfico, la trata de personas y otras actividades ilícitas radicadas, fundamentalmente, en Miami. Este marco de corruptos y oportunistas, a los que los mueve la sinceridad de un cambio político en Cuba, sino el lucro y el protagonismo, es parte del talón de Aquiles de cualquier tipo de programa implementado para promover la subversión en Cuba. La lucha despiadada entre estos grupúsculos para “canalizar” los fondos de la USAID. Los cambios de administración y otros intereses dentro de los grupos de poder, hacen que esta variación de los intermediarios se modifiquen sustancialmente, así como aumenta la corruptela dentro de los mismos.
El panorama del empleo de los grupúsculos radicados en Miami por parte de la USAID no deja de ser desolador. Fermenta entre ellos la división y la sucia competencia, los ataques y acusaciones, así como la consabida desviación de dichos fondos. Tampoco existe una certeza sobre cómo esos fondos son usados tantos por los intermediarios como sus destinatarios finales: la contrarrevolución interna.
Los grupos encargados de abastecer a la contrarrevolución usan canales poco confiables para abastecer a sus mercenarios patrocinados por ellos, favoreciendo principalmente a aquellos a quienes usan para montar un discurso político más apegado a sus concepciones y apreciaciones políticas. La frecuente detección, seguimiento y neutralización de estos emisarios por parte de las autoridades cubanas es un hecho que poco importa a quienes les envía, por cuanto la tajada mayor ha quedado a buen resguardo en sus bolsillos y arcas.
Sonado fue el caso deFelipe E. Sixto, ex administrador del Center for a Free Cuba (CFC) y ex asesor de George W Bush, quien fue culpable de robar cerca de 600 000 dólares USD de los fondos destinados a la contrarrevolución interna en Cuba. Esta fue una parte del dinero robado dentro del CFC, ya que otra parte sustancial fue a parar a manos de del jefe de esta organización, connotado agente de la CIA y corrupto sin escrúpulos. El entonces jefe de la USAID, Adolfo Franco, encubrió tales robos y estafas descaradas, sabiéndose partícipe de estas podredumbres. Lo absurdo, es que luego de una congelación de la entrega de fondos al CFC, por parte del Congreso, aún siguen recibiendo su mesada. Este no es un hecho aislado, pues auditoria oficiales han demostrado sobradamente la complicidad de los jefes de la USAID con tradicionales estafadores que aún siguen inscritos en su lista de beneficiarios.
Recientemente, la USAID se vio involucrada en otro escándalo de corrupción, tras publicarse los datos de una investigación al respecto y como puede observarse en el siguiente video.
La reciente editorialización de un importante medio como The New York Times y el creciente cuestionamiento al papel de la USAID, tanto en Cuba como América Latina, pone sobre el tapete la necesidad de suspender inmediatamente todos sus programas secretos encaminados a la subversión y a la guerra mediática contra otras naciones.
La actual parcialización de la USAID hacia la FNCA y su fachada, la Fundación para los Derechos Humanos en Cuba (FDHC), desde el 2011, otorgándole el monopolio del financiamiento a la actividad contrarrevolucionaria dentro de Cuba, levanta serias preocupaciones no solo en los grupúsculos competidores, sino también en la opinión pública.
Poca transparencia puede esperarse de la FNCA y de su clon. El dinero desembolsado a la misma no solo ha servido para financiar actividades subversivas, sino también para ejecutar acciones terroristas. Desde 1992, cuando la FDHC comenzó a recibir partidas de la USAID, la FNCA desarrolló acciones terroristas de envergadura que culminaron en los ataques con bombas y otros planes violentos entre 1993 y el 2001.
Aunque se pretenda que gran parte de estos fondos se destinen a un reacomodo de las maltrechas y mal paradas fuerzas de la contrarrevolución interna, evitando cismas y conflictos internos, lo cierto es que la mayor parte de ese dinero engrosa los bolsillos de los líderes de la FNCA. El propio Francisco José Hernández Calvo se encarga de remediar a toda costa las pugnas entre contrarrevolucionarios como las actuales entre las Damas de Blanco y las “Damas de UNPACU”, repartiendo dinero para contentarlas, persuadiendo a Eulalia San Pedro (Laly) –madrina incondicional de la estafadora Berta Soler-, de hacer las paces con las damas orientales. Por otra parte, la FNCA puja por lograr un aparente clima de unidad aumentado las migajas que reciben UNPACU, FLAMUR, el Partido Republicano de Cuba y otros grupúsculos.
A la par, existen indicios de que este dinero no solo se usa para supuestas acciones “pacíficas”, sino también se emplean para preparar planes secretos de terrorismo contra Cuba.
En el próximo trabajo analizaremos cómo la FNCA se ha encargado de desarrollar actividades terroristas contra Cuba, pasando de financista de grupos como Alpha 66 y otros, a convertirse en ejecutora directa de estas acciones.
Vínculos:
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https://www.alainet.org/pt/node/165488
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