San Carlos
03/10/2012
- Opinión
En el Municipio de San Carlos, Oriente antioqueño, territorio colombiano, se vivió el conflicto de manera. Una cifra puede dar la dimensión de lo vivido allí: 20.000 habitantes fueron desplazados por el conflicto armado de los 25.840 que tiene en total el municipio. Pero el desplazamiento fue un acto consumado, pues su antesala, lo que le precedió no fue menos en barbarie: Treinta y tres (33) masacres con un saldo de 206 personas asesinadas y 42 desaparecidas. Uno de sus actores, os paramilitares, en retaliación, amenazaron a la población, que por cada torre de energía derribada por la guerrilla, aquellos asesinarían a diez campesinos. Aquí se aplica la tesis de que la población civil es cómplice de la guerrilla, y por tanto se debe atacar esa base social como la denominan.
El municipio y sus pobladores fueron signados con el pan diario del conflicto de la violencia tales como las masacres, asesinatos selectivos, desapariciones forzadas y ejecuciones extrajudiciales. Durante varios años, todo esto explica las razones por las cuales sus habitantes fueron desplazados, so pena de ser asesinados. Otra cifra diciente es que de las 74 veredas con las que cuenta el municipio, 30 fueron abandonas en su totalidad y más de 20 parcialmente. Esto último explicable por la presencia paramilitar que hace que se acrecienten los homicidios, las masacres, las desapariciones y los desplazamientos. Las cifras de atentados contra la población civil son alarmantes. Hubo por lo menos 33 masacres, se registraron 156 desapariciones forzadas y 78 personas fueron víctimas de las minas antipersonal
¿Por qué la violencia se ensañó en este poblado? El territorio de San Carlos, su suelo, se volvió oro en polvo, se valorizó, fue la posibilidad de hacer inversiones rentables, y muchos se dieron cuenta del flujo del negocio y allí pusieron su mira. El pueblo tuvo un antes y un después con la construcción de varios megaproyectos energéticos en la subregión del Oriente antioqueño. Entran las Farc, el Eln, sus acciones más frecuentes fueron los asesinatos selectivos, los secuestros, los daños a bienes civiles, los bloqueos de vías, las amenazas, la instalación de minas antipersonal y los sabotajes a la infraestructura eléctrica y vial.
A partir del 2001 y hasta el 2004 empezaron a realizar masacres de las cuales se le atribuyen seis. Y más luego los paramilitares bajo la sigla MAS que significó Muerte A Secuestradores y más adelante, en los años noventa hacen presencia las Autodefensas Campesinas de Córdoba y Urabá (Accu) con el Bloque Metro y, posteriormente, las Autodefensas Unidas de Colombia (Auc) con el Bloque Cacique Nutibara y el Bloque Héroes de Granada, grupos que se mantuvieron hasta cuando se realizaron los procesos de desmovilización, en 2003 y 2005 respectivamente. En este escenario del negocio todos quieren participar así no sea por las vías legales y sin importar quien esté en medio del conflicto, como la población civil, por ejemplo.
Fue famoso el Hotel Punchiná, el más lujoso del municipio, de propiedad de Gabriel Puerta —extraditado por narcotráfico en mayo de 2009. Según el informe de Memoria Histórica, “este sitio sirvió como lugar de ajusticiamiento, torturas, violaciones, asesinatos y desapariciones. Por esta razón fue llamado años después La casita del terror. Allí se entrenaba y se impartían las órdenes; se citaba a la población y a los funcionarios públicos a rendir cuentas; se torturaba, asesinaba y se desaparecían los cuerpos de personas retenidas y señaladas como colaboradoras de la guerrilla".
Estas manifestaciones del conflicto son parte de metodologías de la guerra, son actos violentos planificados de manera calculada que pretenden servir sus intereses. Una amenaza, una violación, un asesinato, luego las masacres, crear terror, hacer dar miedo, tienen por objeto expulsar a los moradores para apoderarse de sus tierras, para dar vía libre a sus negocios estratégicos. En suma, son hechos notorios del conflicto armado que en estos momentos de relativa calma, reclaman la atención del Estado. Estas ideas bebieron de la buena la Investigación consultable en la web: «San Carlos Memorias del éxodo en la guerra» Informe del grupo de memoria histórica de la comisión nacional de reparación y reconciliación. 2011, Ediciones Semana
Mauricio Castaño H
Historiador
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