Crisis económica o crisis sistémica
05/03/2012
- Opinión
Con el derrumbe soviético, finalizó la Guerra Fría y el comunismo. La socialdemocracia europea se transformó en socialliberalismo, el anarquismo sigue decrépito y las fuerzas insurgentes liberadoras de América acabaron convertidas en partidos políticos sometidos a democracias corrompidas y a regímenes oligárquicos.
No obstante, a raíz del triunfo electoral de partidos progresistas con orientación socialista en varios países de Latinoamérica, emerge nueva esperanza para la humanidad. Pero, cuidado; el enemigo imperialista anda dispuesto a devorar a los pueblos de América Latina y el Caribe que se le opongan.
La crisis. La crisis de la burbuja inmobiliaria y la especulación financiera aparecida desde 2007 en Estados Unidos, se extendió a la Unión Europea. Ahora, ha penetrado todos los países; es ya una crisis mundial. También es crisis alimentaria, petrolera, industrial, comercial, laboral y ecológica. En realidad es la crisis sistémica del capitalismo neoliberal y del imperialismo Norteamericano-europeo global que asola a la humanidad; está basada en la fundamental crisis de valores éticos.
La destructora crisis actual, enorme como la de 1929, empobrece a los pueblos desarrollados y subdesarrollados, para beneficiar a las poderosas élites mundiales. También perjudica a las naciones en vías de desarrollo que, como la pequeña Honduras, sus respectivas oligarquías se someten serviles al capital trasnacional.
Causas. El capitalismo imperialista totalitario, enmascarado tras la aparente democracia burguesa, pasa por crisis cíclicas. En la era de la globalización actual, lo que ocurre en una potencia afecta a los demás países. Analicemos:
Primera. El capitalismo explotador, ha asumido la ideología neoliberal implantada en los años 80 del siglo pasado por los presidentes Reagan y Tatcher mediante la llamada “revolución conservadora”. Los gobiernos se someten “voluntariamente” a las poderosas instituciones financieras y multinacionales. Renuncian: a la propiedad pública, a regular el comercio transnacional, a cobrar impuestos y tasas a las grandes empresas, a controlar la especulación, a proteger el bien común de los ciudadanos, a perseguir judicialmente la corrupción y a desmantelar los paraísos fiscales.
Segunda. En Europa, el bienestar ciudadano fue creciendo desde los 50 a los 70. Pero desde principios de los 80 viene bajando la masa salarial de los trabajadores en casi todos los países para favorecer las ganancias de los magnates que dominan las finanzas y las economías mundiales. Ello ha perjudicado a la economía real, pues si los trabajadores ganan menos, menor será el consumo; repercutiendo en la bajada de la producción y el aumento del desempleo.
Tercera. Con la subida del carburante en los 70, aumentaron los excedentes de petrodólares. Situación que fue aprovechada por los poderes financieros para fomentar el crédito a ciudadanos, negocios y Estados. Los ciudadanos se vieron abocados a comprar sus viviendas y casas de recreo a crédito con lo que aumentó fabulosamente los negocios y los beneficios de las empresas inmobiliarias. Hoy toda economía pequeña o grande, privada o pública, productiva o especulativa, no puede funcionar sin endeudarse.
Cuarta. Las clases dominantes, en su afán desmedido de ganancias, pretenden un crecimiento productivo continuo. Lo cual es imposible, pues los recursos naturales de la Tierra son limitados. Por ello, los poderes económicos están obligando a los gobiernos de países desarrollados a bajar las condiciones laborales de sus trabajadores y a empobrecer a países en vías de desarrollo saqueando sus riquezas y abusando en el mercado internacional. Si los recursos son limitados, a mayor ganancia de pocos, más empobrecimiento de muchos.
Quinta. Para acumular más beneficios, los poderosos mercados financieros redujeron las inversiones en la economía real y productiva, y las aumentaron en valores especulativos de riesgo (acciones, créditos, bonos, compra-venta de empresas, seguros, fondos de inversiones, fondos de pensiones, comercialización de monedas y otros). Actualmente la proporción entre producción de mercancías y negocios especulativos es aproximadamente de uno a diez, y hasta puede que sea más la diferencia. Los beneficios que se obtienen en la economía especulativa son mucho más grandes y más rápidos que en la economía productiva. Ello aumenta la inversión en la especulación y disminuye en la producción.
Sexta. Los bancos especulativos, promovieron las hipotecas fiables; pero más adelante, en sus ansias de ganancia se arriesgaron a favorecer hipotecas impagables (subprime). Para no perder dinero, estos bancos hicieron paquetes o títulos de activos mezclando las hipotecas seguras y otros valores con las “hipotecas basuras”; luego vendían dichos “paquetes” a otras entidades financieras. Los bancos compradores de estos “activos complejos”, a su vez, los vendían a clientes e instituciones. Al final nadie sabía lo que compraba o vendía, hasta que se desató la crisis inmobiliaria y financiera, sin que nadie dijera nada.
Entonces los poderes financieros de Estados Unidos y Europa se buscaron la complicidad de las instituciones financieras internacionales como el FMI y BM, de las Agencias de Calificación a su servicio que operan en todo el mundo (las más hegemónicas Moody’s, Standard & poor’s y Fitch, con sede en New York); también de las autoridades políticas sometidas a sus intereses. Total, todo acabó en un caos, con quiebra de grandes financieras estadounidenses y europeas.
Repercusiones. Entre otras, están: falta de liquidez de los bancos y financieras, suben las hipotecas, muchísimas viviendas impagadas y vacías, suspensión de pagos de algunos bancos y multinacionales, quiebra de bancos y empresas, el conglomerado financiero Madoff estafa miles de millones de euros y dólares, cierre a la concesión de créditos y desconfianza entre bancos. Además, hay stop de producción, despidos masivos de trabajadores, subidas y bajadas de precios, descenso del consumo y menor fabricación de productos. Aumento del paro, freno a los salarios y derechos laborales. La crisis financiera ha provocado la crisis de la economía real. Y ésta, la crisis laboral.
Las cinco mayores empresas norteamericanas se han hundido: Lehman Brothers en quiebra total; Bear Stearns ha sido comprada por Morgan Chase con la ayuda de la Reserva Federal; Merril Lynch fue adquirida por Bank of América; y las dos últimas Goldman Sachs y Morgan Stanley, una parte de ambas fue comprada por la japonesa Mitsubishi UPJ, y ambos han sido reconvertidos a simples bancos comerciales. Además hay que contar, al menos, unas 20 multinacionales más en crisis o quebradas en Estados Unidos y otras tantas en Europa. A ello hay que añadir la quiebra de innumerables pequeños negocios. Según Ramonet, en Estados Unidos, toda la red financiera ha colapsado, cajas de ahorro, banca comercial, banca de inversiones y hasta los bancos centrales junto con los sistemas de regulación, compañías de seguros, agencias de calificación de riesgos y auditorías contables. Morosidad de millones de pequeños deudores con la pérdida de sus viviendas y falta de liquidez en muchos bancos. Ya no se podía seguir especulando. Se acabó el crédito tanto para los particulares como para las empresas.
La crisis está afectando menos a los países emergentes como los BRICS y a los estados progresistas de Latinoamérica. Pero la pobreza en Honduras, Haití y algún otro, sube a consecuencia del caos que ha venido con los abusos del poder oligárquico de estas naciones y con la corrupción de las fuerzas de seguridad, así como con la misma situación crítica mundial.
Tras los dioses del mercado, se ocultan empresas concretas y poderosas personas. Algunas ya las conocemos. Precisamente la Revista “Temas para el Debate”, nº 206, pp. 14-18, enero 2012, Madrid, publico el artículo “Desafío de los mercados” de Juan Torres del que entresacamos algunos datos: 10 compañías controlan casi el 55% de las actividades farmacéuticas; 6 multinacionales controlan la industria discográfica; 10 empresas manipulan el 80% del mercado global de pesticidas; otras 10 el 80% del comercio mundial de alimentos y la totalidad del mercado mundial del petróleo; cuatro compañías controlan el 70% del comercio mundial de comida.
En cuanto a los mercados financieros la concentración es todavía mayor y más peligrosa para la población mundial, pues tienen poder de “usar y tirar” a los gobiernos elegidos por los pueblos, promover golpes de Estado, provocar guerras, ampliar las hambrunas, acabar con “estados de bienestar” y controlar naciones. El artículo de Juan Torres citando a “The New York Times”, da a conocer lo siguiente: 9 personas dominan el mercado de los derivados financieros, cuya cifra se calcula en 700 billones de dólares, es decir dominan el mundo. Estos magnates que suelen reunirse una vez al mes son: Thomas J. Benison de JPMorgan Chase & Company; James J. Hill de Morgan Stanley; Athanassios Diplas del Deutsche Bank; Paul Hamill de UBS; Paul Mitrokostas del Barclays; Andy Hubbard de Credit Suisse; Oliver Frankel de Goldman Sachs; Ali Balali del Bank of America, y Biswarup Chatterjee de Citrogroup.
Tras de las democracias burguesas o las dictaduras férreas (que conocemos), el mundo está dominado por el totalitarismo de los mercados (que permanecen ocultos para el gran público). La crisis económica mundial es real, pero está siendo usada por los poderes financieros que la han provocado para acumular más ganancias.
Para resolver la crisis, los poderes financieros mundiales han establecido acumular más beneficios, a costa de reformas laborales contra el bienestar de los trabajadores. Es decir, socializan las pérdidas y privatizan las ganancias. Asimismo, las medidas contra los trabajadores persiguen el objetivo de ir desmantelando los sindicatos, pues aun a pesar de la pérdida de combatividad de los mismos, siguen siendo un instrumento de defensa del mundo laboral. Así, quedarían mucho más desprotegidos los trabajadores.
Medidas. Los poderes mundiales (Estados Unidos, G8, G20, Unión Europea, Banco Central Europeo, Reserva Federal, FMI, BM, OMC, Foro de Davos...), están incapacitados para adoptar medidas diferentes a las neoliberales. Por eso, para salir de la crisis, han acordado el ajuste estructural a los trabajadores (reducción del gasto social y estatal para pagar la deuda), sin querer ver que el FMI lleva décadas imponiéndolo en Latinoamérica sin que haya nunca dado resultado.
El ajuste estructural consiste en cargar el pago de la crisis a la clase trabajadora para beneficiar a los poderes financieros y económicos trasnacionales que son los que la han provocado con su delictiva economía especulativa, a los que los Estados inyectan billones de dinero procedente de los impuestos que pagan los ciudadanos y ciudadanas.
Con el ajuste estructural se desmantelan los derechos laborales (salarios, jornadas, trato humano, jubilación), los derechos sociales (seguridad social, sindicatos, salud, educación, cultura) y otros más. Según nuestros gobiernos sumisos al capital, es para pagar la deuda a los “sagrados” mercados financieros. Es decir que la ganancia de los poderes mundiales está por encima de la dignidad de los seres humanos.
Analistas coherentes advierten: sin reactivar la economía nunca saldremos de la crisis. Al reducir la capacidad de consumo de los ciudadanos para beneficio de las entidades financieras, la crisis aumentará tanto en los países desarrollados como los subdesarrollados.
En Europa, estamos asistiendo a las viles maniobras de las agencias de calificación con las primas de riesgo y los intereses de la deuda a conveniencia de los mercados. Grecia está saqueada y colonizada, A Irlanda y Portugal las han intervenido, Para Italia y España las amenazas no cesan. Si eso ocurre con países de La Unión Europea, ¿quién salvará de los estragos depredadores financieros a los atrasados y débiles países de América y África, como lo es Honduras y Haití? Ya en la Unión Europea se levantan voces para crear una Agencia de Calificación europea que eviten la manipulación de las norteamericanas.
Soluciones. La mejor solución sería cambiar el sistema económico al servicio del capital, por otro al servicio del bien común de los pueblos. Pero todavía no se están dando las condiciones para ello.
Vicenç Navarro, Juan Torres y Alberto Garzón, en su libro “Hay Alternativas” Ed. Attat España, Madrid 2011, pp. 209-221, enumeran unas serie de medidas con son necesario conocer. Las clasifican en trece apartados que versan sobre política, economía, derechos sociales y educación.
Mientras, más que ofrecer soluciones, se trata de indicar algunas pautas para el diálogo que nos ayuden a establecer medidas solidarias para salir de la crisis. Entre otras, pudieran estudiarse las siguientes:
• Abandonar el casino financiero basado en el excesivo endeudamiento y en el mercado especulativo del “papel”, dando prioridad a la economía productiva.
• Evitar el crecimiento continuo que empobrece a la población y destruye el medio ambiente, promoviendo la producción basada en el llamado “decrecimiento”; es decir, en el respeto a los recursos limitados, con un reparto equitativo y justo del PIB mundial y de los PIB nacionales.
• Garantizar el bienestar de las clases trabajadoras a nivel mundial y estatal; manteniendo los servicios públicos controlados por las organizaciones del pueblo e invirtiendo sus reservas en obras sociales y productivas no especulativas.
• Nacionalizar la banca y recursos estratégicos, con el control de gobiernos, sindicatos y organizaciones de los pueblos; estableciendo una tasa en las transacciones financieras, progresividad en los impuestos evitando su evasión y aboliendo los paraísos fiscales.
• Realizar las reformas necesarias en las ramas de producción y servicios que son fundamentales (agraria, productiva, educativa, etc.), para beneficiar al interés general.
• Abandonar la democracia fallida donde nuestras autoridades elegidas están al servicio de la dictadura de los mercados no votados. Levantando una democracia popular y participativa para que nuestros dirigentes controlen a las multinacionales financieras y productivas, encarcelando a los corruptos.
En definitiva promocionando la ética de valores universales que transforme el brutal sistema capitalista en un sistema mundial solidario, servirá para salir de la crisis sistémica global y neoliberal en la que nos encontramos.
La fuerza de los oprimidos. Ahora bien, la clase trabajadora sabe que, sus derechos nunca se los darán, las oligarquías dominantes que se los han apropiado, se han de conquistar con la movilización y la huelga general. En la medida que los trabajadores vayan cambiando la correlación de fuerzas a su favor mejorarán sus condiciones de vida. Cuando los poderes económicos pierdan más aumentando la explotación de los trabajadores que respetando sus derechos, irán abandonando -aunque no les guste-, la estrategia de expolio universal de los pueblos que están realizando.
Esperamos que los pueblos de Europa, atrapados en el consumismo conformista, vayan despertando del lánguido sueño individualista. Las mayorías ciudadanas, han de perder el miedo que las paraliza y llenarse del valor que las moviliza, han de unirse en las protestas generales. Las manifestaciones y huelgas han de ser cada vez más mayoritarias y constantes, para ganar la partida de la liberación de los oprimidos a los explotadores del mundo.
Con el poeta Machado, los ciudadanos y ciudadanas de Europa y el mundo, afirmamos que en la actualidad, no hay camino hacia la utopía solidaria, pero la haremos posible abriendo camino al andar.
nuevatribuna.es, 04 Marzo 2012.
https://www.alainet.org/pt/node/156266
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