Muchas crisis, un foro social
- Opinión
A diferencia del año 2001, el Foro Social Mundial (FSM) celebrado recientemente en Belem Do Para, ha tenido lugar en un contexto muy particular: el de la convergencia de varias crisis globales. La crisis alimentaria, la crisis energética, la crisis del cambio climático, la crisis de liderazgo estadounidense entre otras crisis más, han configurado un momento propicio para el diálogo más importante planteado por el foro desde su primera edición: ¿Cómo construimos otro mundo más justo al que vemos en la actualidad?
La respuesta no es muy fácil, desde un punto de vista teórico, porque este aparece cada vez más limitado para proponer nuevos esquemas y nuevas formas de repensar el mundo. Ni tampoco parece fácil cuando intentas escuchar a cientos de representantes de organizaciones del mundo entero que intentan construir este nuevo mundo cual si de una Babel se tratara.
No obstante en la práctica parece ser que América Latina muestra al mundo enfermizo actual que otro mundo ya ha nacido. Así lo anunciaron los presidentes del renovado eje socialista latinoamericano del siglo XXI reunidos en el Foro. Chávez, Correa, Morales, Lugo y Lula son considerados parte del proceso que inspira al FSM. En tanto catalizadores, han demostrado que es posible realizar reformas fundamentales en pro de sus pueblos desafiando el (des)orden impuesto por los países más ricos del orbe.
Una de estas reformas tiene que ver con la injusticia imperante en los sistemas tributarios de América Latina. Aparte de ser patente el hecho de que la presión tributaria de nuestros países es insuficiente para pagar los bienes públicos básicos de calidad (educación y salud) para sus ciudadanos, por la multitud de exoneraciones que contemplan sus sistemas tributarios; estos se encuentran cargados principalmente sobre los impuestos indirectos que con los directos. Este problema configuró desde la época de la independencia el surgimiento de los opulentos Estados deudores, y posteriormente, de los modernos Estados mendicantes, lo que en ninguno de los dos casos constituyó el motor necesario para el desarrollo económico y social de las naciones latinoamericanas.
Nota: EU15: Austria, Belgica, Dinamarca, Finlandia, Francia, Alemania, Grecia, Irlanda, Italia, Luxemburgo, Holanda, Portugal, España, Suiza y Reino Unido. EU19: EU15 más República Checa, Hungría, Polonia y República Eslovaka.
Fuente: Europa (OCDE) y América Latina y El Caribe (CEPAL).
El Estado fiscal, nunca tuvo oportunidad de nacer en América Latina. Y por ello su desarrollo siempre ha sido postergado. Y en aquellos países donde intentó asomar la cabeza lo ha hecho a costa de la desigualdad y la exclusión más angustiante que hay sobre el planeta, fundamentalmente por la injerencia del capital extranjero en las industrias extractivas abundantes en la región. Por ello, la apuesta de implementar una red de justicia tributaria en América Latina, utilizando como escenario de surgimiento el reciente FSM(1), me ha parecido una experiencia sin precedentes por la oportunidad que se abre para la región: La de sensibilizar a la ciudadanía que no hay democracia ni desarrollo si no nace un Estado fiscal. Que no hay Estado fiscal sin una reforma profunda del actual sistema tributario que permita gravar a los que más tienen, para promover modelos de industrialización pos modernos, redistribuyendo recursos hacia bienes públicos de alta calidad que permitan hacer rentable a la sociedad en su conjunto.
Los desafíos para esta propuesta sin embargo, parecen ser muchos y monstruosos. Sólo señalaré dos. El primero, se ubica en la extrema desconfianza que siente la ciudadanía por el sistema democrático vigente al observar el elevado nivel de corrupción instalado en el corazón de los Estados latinoamericanos. ¿Cómo superarla? Una mayor participación y transparencia sólo serán posibles si el Estado fiscal emerge. Cuando la carga fiscal sea mayor, la población y sobre todo los empresarios exigirán al Estado rendir cuentas sobre ella. El segundo desafío tiene que ver con la profundización de la crisis sistémica internacional. Este fenómeno aparece como una excelente oportunidad para que las IFIs pretendan resucitar del polvo. Sin embargo, esta debe ser la oportunidad esperada por América Latina para implementar formas innovadoras de cooperación sur-sur como parte de su respuesta coherente a la crisis.
En suma, creo que el FSM de Belem ha cumplido su rol con mucho éxito, aunque su estrella haya sido velado por buena parte de los medios de comunicación internacionales. Y así debiera ser. La semilla es poco atractiva al caer en campo fértil. Pero luego, rinde mucho fruto.
- Raúl Mauro / LATINDADD
http://www.latindadd.org/modules/AMS/article.php?storyid=866
Notas:
(1) Promovido y apoyado por
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- Muchas crisis, un foro social 13/02/2009
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