Desaparición en democracia en Argentina

Y López? Desaparecido dos veces

21/09/2008
  • Español
  • English
  • Français
  • Deutsch
  • Português
  • Opinión
-A +A
La Plata, Argentina

El testigo clave en el juicio contra el genocida Miguel Etchecolatz está desaparecido desde hace dos años. Silencio e impunidad fueron dos palabras resonantes en las movilizaciones que pedían aparición con vida y justicia.

No hay solo silencio en el mismo silencio. Y en el silencio del gobierno nacional argentino respecto del caso de la desaparición de Jorge Julio López hay impunidad. Esta fue la consigna que marcó la movilización de este 18 de septiembre, al cumplirse dos años de la ausencia del testigo clave y querellante en el juicio al ex comisario, Director de Investigaciones de la Policía de la Provincia de Buenos Aires, Miguel Osvaldo Etchecolatz.

Las organizaciones sociales y de derechos humanos, partidos de izquierda y centros de estudiantes universitarios y secundarios, que marcharon ayer por las principales ciudades argentinas, tuvieron como consigna “Silencio K igual Impunidad”. Es que el silencio del gobierno de la Presidenta Cristina Kirchner y, en su momento, el de su marido, el ex Presidente Néstor Kirchner, junto a los funcionarios provinciales responsables de investigar dónde está López, se hace sentir cada vez más. No hay respuestas de su paradero tras 24 meses de su desaparición.

Nilda Eloy, miembro de la Asociación de Ex Detenidos Desaparecidos (AEDD), también fue testigo del juicio a Etchecolatz, realizado en la ciudad de La Plata, capital de la Provincia de Buenos Aires, entre los meses de junio y septiembre de 2006. En esa oportunidad se acusó y condenó al ex comisario por seis homicidios y dos desapariciones forzadas: la de Eloy y la de López.

Eloy recordó, en una entrevista exclusiva con APM, la mañana del 18 de septiembre de 2006. Era el día de los alegatos en el juicio y Julio no aparecía por el edificio de la Municipalidad local, donde se realizaron las audiencias. “Estábamos esperando que llegara, se hacía tarde, y alrededor de las diez y media llegó Gustavo, el hijo menor de Julio, y dijo: el viejo no está. En su casa había dejado al borde de la cama la ropa preparada para el día siguiente. Supimos enseguida que había sido secuestrado. Esto era un mazaso y se nos caía el alegato, el pedido de condena por genocidio”.

Ella y López eran querellantes y, como en ningún momento habían imaginado no estar presentes durante el alegato, no habían preparado un “poder” para delegar en alguno de los abogados su presencia en el Tribunal.

“Atrasamos hasta la tarde los alegatos. Mientras tanto la familia de Julio presentó la denuncia de su desaparición en la comisaría de Los Hornos (barrio platense donde vivía López), y me hice cargo de las dos querellas, con los cuatro abogados. Cuando terminaron los alegatos presenté el Habeas Corpus”, recuerda Nilda.

Los abogados junto a distintos miembros de organismos de derechos humanos recorrieron la zona de la Municipalidad y el barrio de Julio. En la puerta de su casa, esa tarde, ya tenían presencia policial vestidos con uniformes y de civil. La seguridad de los testigos de juicios por causas de la última dictadura militar argentina (1976-1983), fue cuestionada y circuló en los medios de comunicación como corredero de pólvora. Sin embargo, las autoridades de los gobiernos provinciales y nacionales no se comunicaron ni con la familia ni con los organismos durante toda la jornada. Comenzaba el silencio.

La postura que tuvieron el ex Gobernador bonarerense, Felipe Solá, y su Ministro de Seguridad, León Arslanián, durante las primeras semanas de la desaparición fue “el viejo está perdido”, repite Eloy. “Nosotros insistíamos en cambiar la carátula de la denuncia a Desaparición Forzada de Persona y no a Averiguación de Paradero, porque la primera implica la responsabilidad del Estado por acción, omisión o aquiescencia. En cambio, la segunda, ni siquiera es un delito”.

Una semana antes de este segundo aniversario por la desaparición de López, el ex ministro Arslanián declaró en los medios: “López está muerto”. Sostuvo que la policía provincial había hecho un trabajo exhaustivo en la investigación de paradero, pero que, ante la falta de pistas y la edad del testigo (tenía 77 años cuando desapareció por segunda vez), era probable que hubiera fallecido.

“Arslanián nos dijo que Julio estaba muerto en la primera reunión que tuvimos los organismos de Justicia Ya aquel miércoles 20 de septiembre de 2006”, afirma Eloy. Ese día también apareció un cuerpo calcinado en el camino a la localidad de Magdalena, lugar emblemático donde se tiraban cadáveres de desaparecidos durante la dictadura. La sospecha de que fuera López se descartó pronto, pero aún hoy no se sabe la identidad de ese cuerpo.

Las semanas pasaban y López seguía sin aparecer. Los organismos de Derechos Humanos sostenían que la policía bonaerense estaba involucrada en su secuestro.

Al cotejar la lista de miembros de las fuerzas de seguridad provinciales que estaban en actividad y que habían trabajado durante la última dictadura militar, “coincidían 3214 nombres de oficiales que tenían su ingreso previo al año 1978 y que habían pasado por Centros Clandestinos de Detención. Presentamos la lista al Ministerio de Justicia y, en lugar de juzgarlos por su participación, jubiló a 36. Eso es cómo sostenés la impunidad”, sostiene Nilda.

“El único procesado por la Causa López es un estudiante universitario que pintó un graffiti que decía Aparición con Vida. Eso también es impunidad. Que los represores juzgados estén en una cárcel común como la de Marcos Paz, pero tengan acceso a líneas telefónicas satelitales, es impunidad. Que en juicios como el que empieza ahora de la Comisaría Quinta de La Plata se juzgue a 9 de los 142 policías que trabajaban allí, y por 60 compañeros detenidos desaparecidos, en lugar de los más de 200 que estuvieron en cautiverio, es impunidad. Por eso, el pedido por Julio no sólo por su aparición con vida; es por todos. Cuando somos testigos en los juicios y declaramos, lo hacemos por nuestros secuestros y desapariciones, pero sobre todo damos testimonio por los compañeros que no sobrevivieron. Hablamos por ellos. En cada uno de nosotros están los que estuvieron con nosotros”, cuenta Eloy.

“Yo tardé veinte años en romper mi silencio, que fue también romper con el miedo. No puedo obligar a nadie a marchar, porque todavía hay mucha gente que tiene miedo de salir. Pero insisto en que el miedo no debe paralizarnos. Yo convierto a diario mi miedo en la fuerza que me motoriza. Y salgo a las movilizaciones porque son el reclamo público por memoria, verdad y justicia. Nos encapucharon una vez. Dos no”, concluye Nilda.

Movilizar contra el olvido

Ella encabezó la marcha de este 18 de septiembre en la ciudad de La Plata, donde concurrieron más de 15 mil personas, superando la asistencia del año pasado.

El acto comenzó en plaza San Martín con una referencia al silencio. Los organizadores repartieron cintas adhesivas y, en el escenario, una oradora aclaró que, tras escuchar por los parlantes un audio con la declaración de López en el juicio y distintos dichos de funcionarios, los asistentes debían cubrir sus bocas con las cintas y hacer un murmullo para quebrar el silencio. Luego destaparon los labios y se preguntaron “¿Y López?”.

La movilización recorrió las plazas del centro de la ciudad. La parada importante fue en Plaza Moreno, frente a la Municipalidad y la Catedral locales. Sobre las baldosas se armó el rostro de López con 3600 velas y, cortando la calle, se encendieron formas que representaban los “pasos” que debió haber dado el testigo para entrar al edificio municipal, decir sus alegatos y escuchar la sentencia ejemplar por genocidio en el marco del plan sistemático de desapariciones, creado y ejecutado por las fuerzas de seguridad.

Al silencio gubernamental frente al pedido de justicia, se sumó la polémica denuncia penal del abogado de la familia López, de apellido Gascón, presentada el 17 de septiembre y dirigida a los abogados querellantes, acusándolos de presionarlo para declarar y de poner en peligro su seguridad.

Durante el mediodía del 18, el colectivo Justicia Ya, donde participa la AEDD y la Central de Trabajadores Argentinos (CTA), entre otros organismos que impulsan causas judiciales contra los genocidas, declararon que esta acusación tenía como objetivo “correr el eje del reclamo”, tal como afirmó la abogada querellante Guadalupe Godoy. “Esta acusación ataca una forma de juicio donde se dan condenas ejemplares por genocidio, se exige cárcel común a los represores y se pide la apertura de archivos de la dictadura”, y agregó “hay una idea clausurante de no buscar más a Julio”.

En la denuncia penal, Gascón usó términos fascistas, como aclarar que López “no se juntaba ni militaba con terroristas y subversivos como Montonteros”. Adriana Calvo, integrante de AEDD, dijo en la conferencia: “Se pretende abrir otra causa donde los implicados somos nosotros, las víctimas del Terrorismo de Estado. Reivindicamos que Julio haya buceado en su memoria y que haya militado en Montoneros. Nos enorgullece haber sido compañeros de Julio desde 1998 cuando Nilda (Eloy) lo contactó, hasta que declaró en los Juicios por la Verdad y amplió su declaración en la causa contra Etchecolatz”.

Carlos Zaimann, miembro de AEDD, presente en la conferencia y en la marcha de la tarde, leyó junto a Nilda el documento firmado en conjunto por Justicia Ya y la Multisectorial, al finalizar la movilización. “Sufrió el silencio obligado por aquellos que no lo querían escuchar. Recuperó su historia cuando buceó en su memoria, cuando recorrió junto a otros testigos y los jueces cada lugar donde estuvo detenido, como la Comisaría Quinta. Hoy podemos afirmar que, quienes lo secuestraron no lograron su objetivo, porque su ausencia es una presencia permanente”.

El arte recuerda a López

La fotógrafa Helen Zout, entrevistada en exclusiva para APM, coincide en la vigencia del recuerdo de López: “Creo que él está presente. Su ausencia es física. Pero, desde su desaparición, la imagen de él se multiplica”.

Helen conoció a López durante la producción durante el año 2005 de su muestra “Huellas de desapariciones durante la última dictadura militar. 1976-1983”. Trabajó con madres e hijos de desaparecidos y con ex detenidos desaparecidos, entre los que fotografió a Nilda y a Julio.

Zout recuerda las sesiones de fotos con López: “él estaba todo el tiempo evocando el pasado, contando su cautiverio. Mirar hacia adentro era parte de su día”. Por eso la imagen emblemática que quedó del testigo desaparecido es la foto de su rostro en blanco y negro con los ojos cerrados. También fotografió los dibujos y escritos de López, que contienen el mismo material de recuerdos que expresó en el juicio. “Los dibujos manifiestan lo que uno siente, sin censura, sin miedo. Él dibujaba para no olvidar”, afirma la fotógrafa.

“Hay que trabajar para que la memoria sea más completa, para formar una cadena de memoria y llenar los huecos que dejó la dictadura. Unir la desconexión de relatos e historias”, dice Helen. Ella lo recuerda “joven y transparente. Tenía el espíritu de la gente a la que le quedan cosas por hacer”.

“La desaparición genera impotencia. No tener indicios moviliza la búsqueda de Julio y la reivindicación de su figura como una persona que estaba dispuesta a contribuir al cambio social argentino y al esclarecimiento de los hechos de nuestra historia”.

Otro artista que recuerda a López con su obra es el historietista argentino Chelo Candia. Su historieta “Griten”, publicada el año pasado fue un cimbronazo en la opinión pública. La conclusión del dibujo era: “a veces parece que los desaparecidos somos nosotros”. (Ver www.chelocandia.blogspot.com)

“Trabajé el tema, la imagen y el texto para lograr repercusión, quizás no imaginé tanto, pero lo hice en función de eso. Hacía años que me daba vueltas la idea de que tratar el tema de los desaparecidos a la inversa. A veces siento, realmente, que ellos no desaparecieron. Que están por ahí. Cuando secuestran y desaparecen a Julio, la idea adquirió verdadera fuerza... ¿cómo es posible que no sea tema de debate general, de preocupación general esto que pasa en plena democracia...? Ahí, finalmente sentí que los desaparecidos éramos nosotros”, declara Chelo para APM. “Y a Julio lo vi antes de que lo desaparecieran. Eso para mí fue determinante. Había llegado la hora de desarrollar esa idea. Lloré haciéndola. Creo que todos sintieron esa emoción. Era tan simple como contundente: Julio nos pide a nosotros que no desaparezcamos... Creo que interpreté un sentimiento de una parte del pueblo. Sinteticé lo que pensamos varios”.

“La imagen se hizo volante, afiche, panfleto, stencil, mural, cortometraje, estandarte, pin, carátula de carpeta, estampado en remera, gigantografía, contratapa de revistas, lona en parada de colectivo... en fin... creo que nunca una historieta argentina se multiplicó de tal forma y fue apropiada por la gente de semejante manera”.

En este nuevo aniversario “no pienso hacer un nuevo trabajo porque nada ha cambiado. Julio sigue pidiéndonos lo mismo, que gritemos más fuerte, y que no desaparezcamos. Cuando aparezca Julio, haré otro trabajo. Antes no”.

“Creo que el artista debe interpretar el reclamo del pueblo. Si no, no sirve como artista. Dos años sin López es la vida que tenemos hoy. Así vivimos los argentinos. Esta es nuestra vida. ¿Estamos conformes?”, se pregunta Candia, quien “en mis historietas hablo de injusticias más que de justicias, hablo de olvidos más que de memoria, hablo de mentiras más que de verdades”.

La imagen de López está presente en distintas ciudades de Argentina. En las fotos de esta nota puede verse la silueta que pusieron dos agrupaciones universitarias en la fachada de la Facultad de Humanidades de la Universidad Nacional de La Plata, bajo la consigna “¿A qué te podés acostumbrar?”. La agrupación HIJOS de desaparecidos entregó pancartas con el rostro de Julio, usadas por primera vez un año atrás.

“Queda demostrado, con las más de 15 mil personas que participaron en la marcha, que no vamos a bancar el silencio” afirmó Zaimann tras la marcha. “Vamos a seguir buscando a los genocidas; vamos a seguir buscando a los responsables de este segundo secuestro de Julio López. Como conclusión podemos decir que a este gobierno, que se dice de los derechos humanos, mientras la Presidenta pidió no hacer declaraciones sobre López, se le va a hacer difícil sostener este silencio, si en las ciudades, si en cada rincón, si en cada lugar de trabajo y en cada escuela, exigimos la aparición con vida, exigimos el juicio y castigo a los responsables de este nuevo secuestro a Julio López”.

-¿Tuvieron comunicación con la familia de López tras la denuncia de Gascón?

No, lamentablemente no. Lo que nosotros le podemos decir desde acá a la familia es que creemos que están equivocados. Nos gustaría que piensen si a Jorge le hubiera gustado que lo represente un abogado como Gascón, que está siendo además abogado defensor del Director de la fábrica SIDERAR, acusado de haber entregado a compañeros. Gascón es parte de este manto de silencio que quiere montar el gobierno. Porque el silencio también se puede dar a través de la desinformación. Gascón desinforma, desvía el verdadero cauce de esta investigación, abona esta impunidad y no lo vamos a permitir”.

Fuente: Agencia Periodística del MERCOSUR (APM), Facultad de Periodismo y Comunicación Social, Universidad Nacional de la Plata, Argentina.
http://www.prensamercosur.com.ar

https://www.alainet.org/pt/node/129909
Subscrever America Latina en Movimiento - RSS