China: Las tres gargantas

31/07/2005
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VIII. Las tres gargantas China tiene un atractivo misterioso para toda persona que ha recibido una educación media en América latina. En parte, esta aureola la heredamos del mundo ibérico y mediterráneo. Por un lado, Colón (genovés) que creía que sus aventuras marinas lo llevarían a la Cathy que aparecía en sus mapa-mundi primitivos. Por el otro, los cuentos de Marco Polo (veneciano) sobre la corte de los emperadores chinos que se confundían con la fantasía. Como diría el profesor Said, recientemente fallecido, el Oriente tenía como misión ideológica embriagar la imaginación, seducir la inteligencia y, sobre todo, identificar al “otro”. En otras palabras, Oriente sería lo fantástico, lo irracional. Es el opuesto a Occidente, que sería lo concreto, lo racional. Esta tergiversación de la realidad es lo que caracteriza el llamado orientalismo. No es casual que tanto Colón como Marco Polo terminaron en las mazmorras de sus respectivos protectores. La primera lección que se aprende de un viaje a China es hacer a un lado las fantasías que se han tejido en torno a su realidad durante siglos. La segunda lección es la comprobación de como gente común y corriente, que no tiene nada de fantástica, construye, con pasión e intensidad, un inmenso país sobre bases muy sólidas. Aprendimos de nuestras visitas a las grandes ciudades y, también, de nuestro recorrido por los extensos caminos sembrados con cualquier cantidad de rubros agrícolas. Es una sociedad dedicada al trabajo, dejando muy poco a la especulación. (Una relación inversa a la realidad política nuestra que privilegia el concepto de especulación para apropiarse de lo ajeno). Desde la distancia, el ruido de las fábricas, de las ciudades, de las fiestas rurales, tiende a ser reemplazado por un rugido diferente que anuncia un nuevo amanecer en China. El rugido viene del corazón del país-continente de 1.300 millones de habitantes, donde se está levantando una inmensa represa que, cuando terminada, en 2009 producirá en forma diaria millones de kw/horas. La represa alimentará de energía a toda la cuenca del río Yangste, que incluye la ciudad de Shanghai que se encuentra en su desembocadura. Observar el espectáculo de la represa de las Tres Gargantas es muy impactante. Sus enormes murallas que se levantan casi 200 metros controlan las inundaciones periódicas del rió Yangste y, además, produce más energía que cualquier otra represa del mundo. Pero, Las Tres Gargantas también se encuentra en un ambiente donde naturaleza y sociedad se han combinado por más de 4 mil años en forma continua. Una naturaleza que, como lo insinúa el nombre de Las Tres Gargantas, el río serpentea entre montañas, desfiladeros y precipicios para finalmente llegar a una planicie donde se han asentado comunidades. Entre tantos monumentos y bellezas naturales, los cuentos de Marco Polo se hacen realidad. La única diferencia es que Marco Polo, comerciante, en fin, centraba sus relatos en el emperador y sus cortesanos. Lo que escucha el viajero moderno, en cambio, es el rugido de energías acumuladas por milenios que se desbordan. La represa de Las Tres Gargantas simboliza la “nueva” China decidida a convertirse en el país más rico del mundo. Las Tres Gargantas, sin duda, puede embriagar la imaginación y, a la vez, seducir la inteligencia por sus dimensiones y poderío. Sobre todo, empero, es el mensaje que China le está enviando al resto del mundo: Estamos organizados, estamos decididos y el que se queda atrás será el “otro”. - Marco A. Gandásegui, hijo, es profesor de Sociología de la Universidad de Panamá e Investigador asociado del CELA. Texto parte de una serie de 10 artículos que el autor preparó después de realizar una gira de diez días - entre el 20 y 29 de abril de 2005 - como miembro de una delegación de la Facultad de Humanidades de la Universidad de Panamá que visitó cinco ciudades, privilegiando centros académicos, productivos y culturales de la República Popular de China.
https://www.alainet.org/pt/node/112567
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