La clave

03/10/2004
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Es claro que la política de negociación con las guerrillas y los paramilitares adoptada por un gobierno influye en el comportamiento de la inversión de capital, cualquiera que sea su origen: nacional o trasnacional; narco o no. El capital no dice nunca como nace. Durante el gobierno de Pastrana huyó del país por miedo a los acuerdos que se hubieran podido firmar con la insurgencia, y que implicaban de todas maneras reformas económicas y políticas. Pese al gran respaldo de EEUU al Plan Colombia, los capitalistas no confiaban en que el gobierno les defendería sus privilegios; o mejor temían que los acuerdos terminaran en un recorte de sus fueros tradicionales. La Reforma agraria, la dignidad nacional, los planes de empleo, el intervencionismo estatal, eran -y son-, políticas públicas que los empresarios temen por el simple hecho de que recortarían un poco su libertad de explotación de recursos naturales y de mano de obra. Ante esa posibilidad los capitalistas, legales o ilegales, buenos o malos, optaron por irse. O por no venir. La economía se desplomó. Habrá otras causas del desenlace, pero las vinculadas a la negociación con los guerrillas son evidentes. El gobierno de Pastrana por bien intencionado que fuera no pudo dar un paso mas allá del \"despeje\"; no ofreció en concreto una sola reforma significativa que pudiera haber reducido el conflicto. El establecimiento apeló a tres armas: desatarle aun más las manos al paramilitarismo, desfigurar la imagen política de la guerrilla, e inhibir la inversión de capital. Uribe abrió negociaciones con los paras, que son como ha dicho Enrique Santos C, el brazo armado del establecimiento, es decir de terratenientes, grandes empresarios, comerciantes y compañías extranjeras, pero sobre todo de narcotraficantes. La negociación con los paras no es sólo sobre las armas sino sobre la legalización del capital narco. Y estas garantías son las que le dan confianza a toda gran empresa privada, porque el capital siempre tira a lo mismo: concentración ilimitada de tierras y capital, bajos salarios a sus trabajadores, exenciones tributarias ad hoc, contratos públicos jugosos, injerencia política directa sobre el Estado, y sobre todo, represión brutal de movimientos populares. El chorro de billete que está entrando al país habla de la confianza que tienen los capitalistas -de cualquier origen- en que el Estado no cambiará las reglas del juego. \"Credibilidad es nuestra palabra clave\", afirmó el presidente el jueves ante inversionistas de Wall Street. A eso atinan las negociaciones de Santa Fe de Realito. Son la prenda de esa hipoteca. De ahí el afán por la reelección. Los inversionistas, necesitan un periodo de gracia de por lo menos 12 añitos más para poder consolidar sus ganancias, limpiarlas, y blindarlas. Una de las paradojas que nace de las garantías que le da Uribe al capital en las negociaciones de Santa Fe de Ralito ha llevado a la adopción de hecho de la propuesta que hicieron en su hora los extraditables, encabezados por Pablo Escobar: pagar la deuda externa. Me explico: el gobierno está comprando dólares baratos, baratísimos, debido la gran oferta que hay en el mercado, y con ellos esta amortizando parte de la deuda externa. La propuesta de los \"extraditables\"era más generosa, sin duda, pero una y otra van por el mismo lado: legalizar el capital narco, fundirlo en el capital \"bien habido\", avasallar al estado y pactar por esta vía con la banca internacional. Hasta este punto, la estrategia podría ser considerada novedosa. Pero hay que ver su necesario complemento: la represión de los intereses de la gente, los bajos salarios, la destrucción de sindicatos, las desapariciones forzadas, el destierro, el secuestro, el cierre de hospitales, la parcialización de la justicia, la privatización de empresas del estado, la impunidad, los tratados de comercio, la parálisis de la construcción de vías e infraestructura, que es lo que han hecho siempre los gobiernos de turno. El paquetico con todas estas políticas es consustancial a la guerra, pero ahora nos los venden -e imponen- como Seguridad Democrática. La guerra y la seguridad son de por si un gran negocio, pero es mejor el que está detrás: impedir toda reforma social.
https://www.alainet.org/pt/node/110663
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