Tierra encharcada de sangre

24/07/2003
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El 25 de julio conmemoramos el Día del Agricultor. Todos comemos lo que él planta. Pero no siempre lo retribuimos con un buen plato de sopa de letras, como lo hicieron John Steinbeck, en "Las uvas de la ira"; Juan Rulfo, en "El llano en llamas"; José Lins do Regio, en "Fuego Muerto"; Graciliano Ramos, en "Vidas Secas", Dionísio Da Silva, en "Los guerreros del Campo". La vida brota de dos surcos: la del azadón y la de las artes, bienes materiales y simbólicos. La primera da sustento; la segunda, sentido. El Brasil es gordo de tierras. Son 360 millones de hectáreas cultivables. Agudo, Pero Vaz de Camina (uno de los descubridores del Brasil) señaló que, aquí, "todo lo que se planta crece". Muchos todavía no entienden el recado. Prefieren el "si se cerca, nadie entra". Hay mucha tierra en este país para poca gente. Basta decir que el 44% pertenece a solamente el 1% de los propietarios rurales. Y hay mucha gente sin tierra. Son cerca de 15 millones de personas deambulando por carreteras y campamentos, insistiendo en soñar que entre tanta tierra ociosa, ha de haber algún pedazo de suelo que los redima de la indigencia y del riesgo de favelización en la ciudad. Este país nunca conoció una reforma agraria. Vacilante, se apoya en un capitalismo arcaico, distante de la modernidad. Y desde los miradores de las islas de opulencia, el latifundio contempla la multitud de los excluidos. No se puede abusar mucho de la paciencia de los pobres, enfatiza la doctrina social de la Iglesia. Aquí, cansados de esperar, ellos se organizan en el MST. Por su trabajo educativo (cerca de 100 mil niños y jóvenes), el movimiento ya recibió el premio UNICEF-Itaú. Por su acción a favor de la reforma agraria, recibieron el Premio Rey Balduino, ( la más alta distinción de Bélgica). Por mantener más de 2.500 asentamientos, además de una red de cooperativas, ganó también el Nobel alternativo, el "The Right Livelihood Award". En la esclavitud, que oficialmente ensangrentó 350 años de la historia del Brasil, se decía que los negros eran rebeldes. A la elite le costó entender, como Nabuco, que el problema no estaba en el negro, sino en el látigo y en la picota. Con las Ligas Campesinas, se satanizó a Francisco Julião. Cuarenta años después, el Nordeste está más seco de agua y de justicia, y una especie infrahumana brotando a la sombra del mandacaru : el flagelado. Bajo el régimen militar, todos los que nos resistimos fuimos tratados como "terroristas". Hoy, la historia reconoce a los verdaderos villanos, aquellos que dieron el golpe de Estado, suprimieron el orden democrático e instauraron la tortura y la desaparición de prisioneros, como lo hiciera Vargas en los años 30. Hoy, es el MST el blanco de quien no soporta el clamor de los pobres y se calla delante de una estructura agraria injusta. ¿Dónde anda la justicia frente a los 21 sin tierra que cayeron bajo las balas asesinas en El Dorado dos Carajás? La impunidad abrirá las puertas a la criminalidad. El 25 de julio será día de tantas muertes anunciada, mientras no haya una Reforma Agraria y Justicia que no pise el derecho de los pobres. Brasil no merece ser una tierra encharcada de sangre. (Traducción ALAI) *Frei Betto es escritor, autor del romance "Entre todos os homens" (Ática), además de otros libros.
https://www.alainet.org/pt/node/107985
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