La critica de Keynes al neoliberalismo
- Opinión
Los años de preparación.
Los ecos keynesianos en América Latina. La revancha de los neoliberales. Otras contribuciones keynesianas.
En los años veinte del siglo pasado, John Maynard Keynes (1883-1946) ya era un destacado economista, catedrático en Cambridge, autor de una obra sobre probabilidades y de varios ensayos polémicos sobre temas de interés público. Durante años enseñó la ideología de “la mano invisible”, dominante durante siglo y medio en Gran Bretaña, mientras en Francia la misma había sido adoptada por los fisiócratas con la consigna “Laisser faire, laisser passer”, doctrina dogmatizada más tarde por Juan Bautista Say.
Su maestro había sido Alfred Marshall, un liberal más bien ecléctico, el economista más influyente de su época. Ricardo, Stuart Mill y toda la cátedra posterior hasta Marshall acogieron la tautológica “ley” de Say de que toda producción creaba su propia demanda. En el sistema económico nunca podía existir ni sobreproducción ni insuficiencia de poder de compra y si alguna vez esto ocurría, el libre mercado resolvía ese desajuste por sus propios mecanismos. Keynes se mostró cada vez más disconforme con este axioma que contrariaba la realidad, caracterizada por continuas crisis de sobreproducción, desempleo masivo y prolongado, desequilibrios del comercio exterior y trastornos monetarios. Su participación en asuntos públicos entrenó su agudo sentido de observación que, combinado con una gran capacidad de análisis lógico-matemático, le permitió anticipar el curso de los acontecimientos. Rompió con la tradición y polemizó constantemente con su representante Alfred Pigou. Formuló fundada críticas a Ricardo y JB Say y se enfrentó con los precursores europeos del neoliberalismo -los austríacos von Mises y von Hayek- y el británico Lionel Robbins, de
Essays in Persuasion, (Norton Library, USA 1963) -una recopilación de artículos y ensayos publicados entre los años 1919 y 1931-, muestran la manera de pensar de su autor en diferentes ámbitos de la economía, la política y la filosofía. Escribió sobre problemas acuciantes de su época como la inflación, el patrón oro, la deflación, el proteccionismo y la política económica de los gobiernos británicos. El tiempo demostró que él tuvo la razón en dos temas cruciales. La cuestión de las reparaciones que los vencedores de
En sus escritos de
En su artículo “The Great Slump of
En Essays in Persuasion, se incluyen cuatro textos bajo el título genérico de Politics. El primero de ellos es A short view of Rusia. (1925) Es una reflexión original y matizada, en la que el autor se hace muchas preguntas y expresa sus dudas sobre el futuro del comunismo, como movimiento social y político, al cual trata como si fuera una nueva religión laica que podría convertirse en una gran fuerza moral universal, gracias a la fe de sus adherentes y al hecho que combatía fallas muy sensibles del capitalismo como es “el amor por el dinero”. En todo caso dejó en claro su total rechazo al régimen soviético, su oposición a la revolución y a la dictadura del proletariado y su adhesión irrestricta a las libertades burguesas. En otro texto ¿Am I a Liberal?(1925) llega a decir que el proletariado no es su clase y que en la lucha de clases, él siempre estará al lado de la “burguesía educada”. Se definió contrario al “socialismo de estado” por considerarlo económicamente ineficiente, basado en “un libro obsoleto”, el cual nada podría aportar a la solución de los problemas inmediatos de Gran Bretaña. Pero si él fuera ruso, admitió, contribuiría a darle una oportunidad a
En política interna se definió como cercano al Partido Liberal, por ser todavía el mejor instrumento del futuro progreso. Se declara muy ajeno al Partido Conservador y rechaza al Partido Laborista por ser un partido de “una clase que no es la mía” donde los buenos intelectuales estarían siempre presionados por la extrema izquierda, (jacobinos, bolcheviques, etc). Pero el viejo liberalismo, el individualismo y el estricto laisser faire eran cosa del siglo XIX que ya no correspondían a las condiciones del siglo XX.
Los problemas contemporáneos, reflexionaba Keynes en 1925, eran la paz, el desarme y el arbitraje en los conflictos internacionales; la reforma del sistema de gobierno para desarrollar y descentralizar sus funciones, mediante el establecimiento de corporaciones semi-independientes (al estilo de las universidades, los ferrocarriles, el Banco de Inglaterra) a las que se les trasmitirían funciones administrativas viejas y nuevas, siempre bajo la soberanía última del Parlamento; el derecho a sufragio y la posición económica de las mujeres, el control de la natalidad y el uso de contraconceptivos, el divorcio y otros temas de género; los problemas del alcoholismo y las drogas. El programa que Keynes le ofrece al Partido Liberal incluye la transición hacia otro sistema económico desde la “anarquía económica” hacia uno que persiga deliberadamente el control y la dirección de las fuerzas económicas en interés de la justicia social y la estabilidad social. Debemos, continuaba, inventar nuevas políticas y nuevos instrumentos para adaptar y controlar el libre juego de las fuerzas económicas. (págs 323-338)
En el ensayo The End of Lassez-Faire condenó los que denominó sus principios “metafísicos” los que volvían a refundarse cada cierto tiempo: una supuesta “libertad natural” de los individuos en las actividades económicas; la existencia de “derechos perpetuos para los que tienen”; la suposición de que los intereses privados y los sociales siempre coinciden, y que el interés propio siempre opera en el mismo sentido que el interés público. (pág 312)
La teoría general
El pensamiento de Keynes culminó en su Teoría General de
Hasta los años 30 del siglo XX los economistas ortodoxos simplemente consideraban la desocupación como fenómeno accidental o voluntario y lo ignoraban como fenómeno masivo, involuntario y característico del capitalismo, siendo esto último lo que Marx había demostrado como tendencia inherente en el primer volumen de El Capital. Keynes reintrodujo el concepto de demanda efectiva y su insuficiencia, como un factor crucial en las fluctuaciones del producto y del ingreso nacional, con repercusiones directas en el desempleo. El concepto había sido ya utilizado por numerosos autores que el mismo Keynes reconoce. En Marx, era pieza central de las crisis cíclicas, derivadas de la tendencia histórica del capitalismo hacia la polarización entre pobreza y riqueza, aunque más centrada en la sobreproducción que en la insuficiencia de la demanda. Pero Keynes -que nunca estudió seriamente a Marx-, no le reconoció más méritos que a los ignorados Silvio Gesell y el mayor Douglas.
En El Capital, Marx no alcanzó a incorporar sistemáticamente a su cuerpo teórico algunos temas que se proponía tratar (el estado, las clases, las relaciones internacionales) y otros que la historia puso en el tapete decenios después de su muerte. Así por ejemplo, el papel y la intervención gubernamental en el funcionamiento de la economía, la difusión y efectos de las leyes sociales, las regulaciones en amplios campos de la economía privada, los nexos de sometimiento entre los países industrializados y los subdesarrollados, el rol del capital financiero, los oligopolios en los mercados, etc. La obra de Keynes preocupado de la política económica contra las depresiones y el desempleo de corto plazo, hizo aportes valiosos pero insuficientes. Sus fieles discípulos Joan Robinson y Laurence Klein reconocieron que, por la misma época, Michael Kalecki, eminente economista polaco, había emprendido independientemente sus estudios sobre los mismos temas, habiendo alcanzado conclusiones similares. Partiendo de los esquemas matemáticos de la reproducción de El Capital, Kalecki introdujo en sus propios modelos teóricos, antes que Keynes, elementos que éste había dejado de lado o minimizado, como son el grado de monopolio de la economía nacional, la distribución de los ingresos, la relación salarios-ganancias; más tarde, Kalecki estudió la interdependencia entre las variables en términos más dinámicos y el ciclo político, el rol de los partidos y las elecciones en las opciones de política económica.
Los desequilibrios macroeconómicos entre el ahorro y la inversión, las relaciones del ahorro con el ingreso y el consumo, la tasa de interés y las expectativas de ganancia fueron, sin duda, un importante aporte a la comprensión de las fluctuaciones de corto plazo de la producción, el ingreso nacional y el empleo. En todas estas materias Keynes refutó teorías que hasta hoy repiten los seguidores del neoliberalismo. Así por ejemplo la falsa teoría de que el empleo global es una variable dependiente del nivel salarial, en circunstancias que la relación de dependencia es a la inversa, o sea que son los niveles de salario los que dependen del grado de ocupación de la fuerza de trabajo. Error, a partir del cual, los ortodoxos propician reducir los salarios por todos los medios, asegurando que los capitalistas contratarán más obreros y reducirán el desempleo, cosa que jamás se ha comprobado.
La teoría aplicada
Al momento de su muerte, la obra de Keynes había alcanzado favorable recepción en los medios académicos, políticos y en la opinión pública de muchos países capitalistas. En ellos pesaba también los éxitos de la economía soviética planificada, que mostraban crecimiento económico, industrialización, sin desocupación ni crisis cíclica, lo que contrastaba con la desconcertante depresión de Occidente. En los EE.UU, su Teoría General fue recibida con entusiasmo entre los economistas más jóvenes, que la llegaron a calificar como una revolución. Fue vista como un respaldo al reformismo socialdemócrata, aceptada por los republicanos moderados y por los funcionarios de los gobiernos de Roosevelt, aunque sus conclusiones de política antidepresiva y antidesempleo no fueron aplicadas sistemáticamente ni por tanto pudieron ser testeadas en los años treinta. Pero, el enorme gasto público ampliado posteriormente para sostener el esfuerzo de guerra, sumado a la experiencia alemana de la absorción del desempleo mediante el gasto armamentista, confirmaron la capacidad y la necesidad de la intervención del estado para sustituir o limitar el mercado.
Los ecos keynesianos en América Latina
En América Latina,
En The Great Slump of 1930, Keynes había advertido que los países de producción primaria serían los que más sufrirían. Los precios de sus productos mineros y agrícolas caían por debajo de sus costos, causándoles grandes pérdidas, alto desempleo, padecimientos sociales, y endeudamiento impagable, todo un “suelo fértil para la agitación, sediciones y la revolución”. (págs. 136,137,139) Así ocurrió en efecto. La baja de los precios de las materias primas redujo sus ingresos de exportación y entradas fiscales a tal punto que la capacidad para importar quedó tan dañada que el retroceso significó más de una década. Hubo golpes de estado, rebeliones, nuevos gobiernos democrático-populares. La salida de la crisis fue lenta y penosa. La sustitución de importaciones por producción interna, el inicio de la industrialización, el nuevo papel económico del estado, antes que opciones teóricas, fueron decisiones de vida o muerte. En México, Brasil, Argentina, Uruguay y Chile, y más tarde en otros, se crearon empresas estatales, instituciones financieras de promoción de nuevas industrias, se nacionalizaron monopolios de compañías extranjeras, se dictaron las primeras leyes sociales para sostener los consumos básicos de sectores empobrecidos. Durante tres decenios las crisis engendradas en los países ricos fueron contrarrestadas con cierto éxito, mediante políticas anticíclicas de inspiración keynesiana que amortiguaron los efectos de las recesiones.
La revancha de los neoliberales
Friedrich von Hayek, (1900-1992) desde sus posturas ultraliberales, sostuvo una obsesiva lucha contra Keynes, contra cualquier reforma que limitara al capitalismo, y con mayor razón contra el socialismo y el marxismo. Fundó
Su oportunidad llegó en los años setenta. Las conmociones petroleras y la crisis económica en EE.UU crearon una situación inédita, - la aparición simultánea de desempleo con inflación, lo que desconcertó a los keynesianos. Entretanto, Milton Friedman, temprano integrante de Mont Pellerin había emprendido la revisión de las teorías y políticas aceptadas para enfrentar la gran depresión, centrándose en el manejo de la política monetaria. Si esta hubiera sido la adecuada y no la seguida erróneamente, la gran recesión de los treinta se habría evitado. Habría sido innecesario ampliar el gasto público, lo cual era negativo porque era siempre inflacionista y porque la intervención gubernamental en el mercado era contraproducente. Pero, el monetarismo rígido de los friedmanianos pronto fue dejado de lado, incluso por sus partidarios. No obstante, el ataque ya se había generalizado, se habían abierto otros frentes, como la teoría de la contraposición entre desempleo e inflación, la de las expectativas racionales, la teoría de los shocks de oferta, las políticas gubernamentales intervencionistas.
Se dijo que
Otras contribuciones keynesianas
Una moneda internacional
En
La especulación en los mercados financieros
En el capítulo 12 de la “Teoría General de
Keynes distingue entre especulación y espíritu de empresa, según se trate de ganancia de corto plazo o de largo plazo. Anota que la especulación es predominante en los mercados financieros más grandes y desarrollados, como Wall Street, y esto lleva a que el negocio bursátil se transforme “en subproducto de las actividades propias de un casino”, con lo cual las burbujas especulativas pueden hacer mucho daño. Se pronuncia a favor de un impuesto fuerte sobre todas las operaciones de compraventa para mitigar el predominio de la especulación. El polémico proyecto de
La socialización de las inversiones
En sus notas finales sobre la filosofía a la que podría conducir
Keynes fue un decidido crítico del capitalista rentista que no aportaba nada útil a la producción y defendió las medidas destinada a controlar y mantener en un bajo nivel la tasa de interés. Justificó la condenación histórica de la usura, no sólo por razones morales que las consideraba válidas para la política económica. Sostuvo que en largo plazo, la tasa de interés debería tender a la baja a medida que el capital crecía. La política debería asegurar que así fuera, aunque esto provocara “la eutanasia del rentista” uno de los conceptos característicos de su pensamiento. En uno de sus ensayos anteriores – Economic Possibilities for our Grandchildren (1930) -se planteó una idea que ha vuelto a difundirse y es “el crecimiento cero, a casi” , no como una desgracia social, sino como el fin de una carrera sin sentido por la acumulación de bienes físicos, a favor del ocio creador como objetivo de la humanidad. En cambio otra de sus propuestas “la socialización de las inversiones”, inaceptable para el capitalismo de libre mercado, llegó en algún momento a ser aceptable en cierto grado. De acuerdo con su Teoría General, el estado debe asegurar que el flujo de inversiones reales (no financieras) de una economía tenga la envergadura y la estabilidad suficiente para afianzar el volumen de ocupación plena de los trabajadores.
En los países industrializados en ciertos períodos esto se logró ya sea en momentos de tensión bélica con recursos del estado o durante el período de reconstrucción en los países destruidos por la guerra. En América Latina también en varios países se logró con inversiones públicas y privadas asociadas o no, pero donde el aporte estatal al monto de las nuevas inversiones alcanzaba al 50% o más del total invertido cada año. Keynes no era partidario de ir más lejos. Reiteró una vez más su rechazo al socialismo de estado “que abarque la mayor parte de la vida económica” y defendió la iniciativa privada. Pero, aún así para los partidarios de una transición gradual pero real hacia una economía socialista, la socialización de las inversiones, como instrumento de orientación, y control social del desarrollo sustentable y equitativo es una idea de fecundas perspectivas.
- Jose Cademartori Invernizzi (1930) Titulado Ingeniero Comercial en
Fue miembro del Departamento de Planificación de
Libros publicados:
AMERICA LATINA EN CRISIS (EN COLABORACIÓN) Cendes, Ildis, Venezuela, 1981
CHILE EL MODELO NEOLIBERAL. Editorial Cesoc, dos ediciones,1998, 2001.
Del mismo autor
- La critica de Keynes al neoliberalismo 05/07/2009
- Cinco preguntas y respuestas sobre la crisis financiera mundial 20/10/2008
- Los errores de CODELCO 06/05/2008
- Los multimillonarios chilenos y los trabajadores 14/01/2008
- Las alzas golpean a los pobres y la clase media 08/07/2007
- Energía, medio ambiente y alimentación: opciones racionales y humanistas 09/06/2007
- La globalización en Chile 20/06/2004