"Que pase lo que tenga que pasar"
- Opinión
Desde febrero de 2011 hasta el presente siguen existiendo combates y nunca se ha restaurado un Estado en Libia tras las operaciones que en ese país realizó la OTAN.
Como una especie de suspiro, sentada en la esquina de la sala y agobiada por estos días, una amiga decía resignada “que pase lo que tenga que pasar” convencida que lo que ocurriría en Venezuela, en caso de una intervención militar, duraría unas horas o quizás unos días y daría paso luego a la normalidad. Al día siguiente, en la oficina, en medio del cansancio acumulado un compañero dijo lo mismo y siguió caminando y entonces, la repetición de la frase, en el mismo orden e intensidad dejó de resultarme casual.
La política estadounidense actual en Venezuela apuesta a extenuar a los venezolanos mediante “la asfixia”, el “aumento del sufrimiento”, el “aislamiento del país”. También pasa por hacernos sentir que ya no tenemos nada que salvar. Que lo venga, sea lo que sea, será menos dramático y difícil que lo que actualmente vivimos.
Ahora bien, esto no es cierto. Lo que estamos viviendo tiene una dimensión muy importante. Después de un par de años pellizcándonos en las finanzas, bloqueándonos con algún sonrojo o desviando alguna mercancía, estamos ahora viviendo un proceso destinado a hacernos desaparecer del mapa político continental.
Ya han quedado lejos los tiempos de los sonrojos. Ahora, Bolsonaro se sienta en Washington a hablar de Venezuela con Trump al tiempo que busca tener en la OTAN el trato que recibe Israel y es el primer mandatario extranjero en visitar la CIA. Eso pasa al tiempo que tenemos una situación de extrema tensión con Colombia y Estados Unidos dedica a parte de sus funcionarios, a tiempo completo, a inventar castigos contra Venezuela.
Lo que ocurre tiene un impacto económico que ha sido calculado por Pascualina Curcio quien afirma que las pérdidas alcanzan un total de 114.302 millones de dólares, con lo que se podía haber alcanzado el pleno abastecimiento de medicinas para 30 millones de venezolanos durante 26 años o la garantía plena del derecho a la educación, prestada por privados y por el Estado durante 10 años.
Igualmente atroz es el impacto social de esta realidad que ha hecho regresar los indicadores sociales donde se habían alcanzado francos avances: como la disminución de la mortalidad infantil o de las muertes maternas como refleja el informe “Desde Nosotras” del Equipo de Investigación El Entrompe de Falopio sobre la Situación de los derechos humanos de las mujeres en Venezuela de 2018.
También los impactos psicológicos que significa ser sometidos a una vida donde independientemente que trabajemos más, si ganamos en bolívares tendremos menos, o, la promoción descarada de la emigración de toda la generación de profesionales que, gratuita y universalmente, formó la Revolución.
Finalmente, no es menor el daño político que sufre un país al cual lo han sometido a una formula según la cual las elecciones no valen porque puede ser Presidente alguien por quien nadie votó sólo por tener el respaldo de fuerzas extranjeras, o, el desgaste que significa tener que permanecer en una postura de defensa cuando muchos otros males, como la corrupción o la poca participación popular en la gestión pública van ganando espacios.
Pero nada de esto significa que lo que venga cuando “pase lo que tenga que pasar” será mejor o más simple. Ni siquiera que una intervención signifique un regreso a la vida en el país antes de las sanciones económicas que han ido arrastrando nuestra cotidianidad.
No significa eso porque la vida no ha sido más simple para ninguno de los países que han sido invadidos por Estados Unidos, en especial en las últimas dos décadas donde la entrada de estos cuerpos han sometido a los países a guerras eternas y a vivir en condiciones del Medioevo. Incluso ahora que Siria gana la guerra, los Estados Unidos hace cuanto le es posible por evitar la paz en la región.
En nuestro caso, existen planes que se van filtrando para lo que se imaginan como el día después del chavismo en Venezuela que está caracterizada por la construcción de un marco de aprovechamiento del petróleo que rompe las protecciones mínimas que tiene el país sobre sus minerales desde la Independencia, donde se habla de la posibilidad de dar propiedad sobre los recursos y las instalaciones que se requieren para aprovecharlos a empresas extranjeras; donde se dibuja un modelo económico similar a aquél que se construyó en México en el gobierno de Peña Nieto y estos modelos requieren sociedades a las que se les apliquen normas como las implantadas en Colombia y en México para contener las protestas sociales.
Entonces ¿cuál es el día después? ¿Qué es lo que tiene que pasar?
https://anicrisbracho.wordpress.com/2019/03/19/que-pase-lo-que-tenga-que-pasar/
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