El sueño negado: EEUU no es para los venezolanos
- Análisis
Estados Unidos, ese país que ocupa casi toda la parte norte de nuestro continente, al que consideró el Libertador como destinado por la Providencia a plagar la América de miserias en nombre de la libertad, y que aparece todo el día en la televisión, en la ropa y en la redes como una tranquila calle de árboles frondosos y casas blancas, donde hombres y mujeres pueden progresar por medio del trabajo, pasar vacaciones en los casinos de Las Vegas y todos pueden llegar para ser bienvenidos a su nueva vida por la Estatua de la Libertad, que desde Nueva York recuerda que ese es un país de inmigrantes, una tierra de oportunidades.
Estas ideas que citamos las tenemos todas presentes porque forman parte del compendio que poco a poco se fue perfeccionando, y que nos llega a través del colonialismo cultural. Aquel que nos viene dominando como continente más por la televisión que por las armas de guerra. ¿Quién fija estas ideas en nuestro subconsciente? Para James Petras, la respuesta es muy sencilla. Este es el trabajo de Hollywood, CNN y Disneylandia que -según su apreciación- han sido mucho más eficientes que El Vaticano o la Biblia en sus estrategias de imperialismo cultural.
¿Cómo influyen en la mente de los latinoamericanos, que desde esta periferia llegamos cansados de la crisis económica, los precarios servicios públicos, las grandes contradicciones de nuestros tiempos a sentarnos ante un televisor? En la opinión del autor precitado, estas van a modelar individuos con fantasías escapistas de la miseria cotidiana. De modo que la solución a sus problemas -ese sueño del buen vivir- no se alcanza construyendo un país sino llegando a esa tierra prometida.
Este es, sin duda, uno de los motores que generan que miles de latinoamericanos busquen inmigrar a los Estados Unidos, incluso ignorando las prácticas que han caracterizado los servicios administrativos y policiales que se dedican al tema en dicho país, o cómo son sus políticas que mantienen empobrecidas a sus tierras natales.
Según datos ofrecidos en 2016 por la BBC de Londres, en Estados Unidos, para 2016, vivían 55 millones de hispanos, que forman el 17% de la población total, los cuales eran predominantemente mexicanos. Seguidos por los puertorriqueños, salvadoreños, cubanos, dominicanos y guatemaltecos. Quedando un último renglón denominado "otros" que alcanzaba el 14.2% de esta población, donde se encontrarían los venezolanos.
Al respecto, mucho se ha venido hablando de lo que es la política de tolerancia cero que ha venido impulsando el gobierno de Trump como una manera de continuar los planes contra la inmigración que desarrollaron las administraciones Clinton, Bush y Obama. Por lo cual, nosotros queremos dejar el asunto general de lado para centrarnos en ver la situación venezolana.
Los venezolanos en Estados Unidos
Según los datos del último censo poblacional publicado oficialmente en Estados Unidos, los venezolanos están en el décimo tercer lugar de la población hispana en los Estados Unidos conformada por un número de alrededor 321 mil personas. Sin que existan datos más actualizados que permitan observar si la comunidad venezolana ha crecido significativamente o no.
La prensa intenta sostenerlo y toma datos parciales que han sido publicados. Este es el caso del Diario Las Américas, rotativo miamero propiedad de Nelson Mezerhane, que sostiene: "Durante los tres primeros trimestres del año fiscal 2017, un total de 845 mil 951 personas -provenientes de 180 países- han obtenido la residencia permanente legal en Estados Unidos, 8 mil 855 de éstos son venezolanos, representando 1,04% de ellos, y 14,8% de los 59 mil 466 suramericanos que también recibieron el beneficio migratorio".
Sin embargo, no siendo este un indicativo suficiente -porque existen muchas otras condiciones en las que un extranjero puede encontrarse en los Estados Unidos de América- concluye: "El número de venezolanos en Estados Unidos ha ido creciendo, sin embargo, el promedio de residencias otorgadas se ha mantenido sin cambios drásticos".
Un escenario cada vez más limitado para inmigrar
¿Cuál es entonces su estatus legal en aquel país? En toda evidencia existe un número de personas que se han sometido al régimen del asilo político en las formas que éste existe en ese sistema, pero también existen individuos que forman parte de las comunidades en situación irregular o ilegal en contra de la cual la Administración Trump ha prometido no tener clemencia.
Eso nos lleva a evidenciar que en este período, caracterizado por declaraciones directas de "apoyo" a la población venezolana desde las vocerías norteamericanas, no han significado el cese de las deportaciones de venezolanos. Las cuales, por el contrario, fueron noticia en abril de este año.
Así lo narraba en febrero de 2018 una nota publicada por El Nacional pero redactada por la BBC de Londres: "Entre octubre de 2016 y septiembre de 2017, casi 28 mil venezolanos pidieron asilo en Estados Unidos, 392% más que en 2015. Pero una nueva medida del gobierno de Trump quiere disuadirlos de seguir haciéndolo".
La causa del temor de la población venezolana en Estados Unidos estaría centrada, según esa nota en la decisión del Servicio de Ciudadanía e Inmigración de Estados Unidos (USCIS, por sus siglas en inglés), el cual comunicó en su portal web que, a partir del 29 de enero de este año, fijaría entrevistas primero para los solicitantes de asilo que llegaron recientemente al país en lugar de los más antiguos. Lo cual sería una reacción de la administración estadounidense a un sostenido aumento de las solicitudes de asilo realizadas por venezolanos que constituirían, por los tiempos que tarda el trámite, una forma de habitar y trabajar legalmente en los Estados Unidos sin haber obtenido la carta de residencia que autoriza dichas actividades.
¿Por qué los deportan? Puede causar sorpresa para algunos la discordancia entre el discurso y los hechos y allí, nuevamente, vamos a observar que se intentará decir que no es que los venezolanos no son bienvenidos en esta nación, sino que es su propio error -por torpeza o mala asesoría- la que hace que un sistema "tan elevado" como el norteamericano no pueda admitirlos.
Así lo sostiene, al menos para El Nuevo Herald, la abogada de inmigración y presidenta de la Asociación Venezolana-Americana de Abogados, Adriana Kostencki, quien dijo que "estas equivocaciones a menudo conducen al fracaso de sus proyectos, a vivir bajo la sombra de ser ilegal o hasta a la deportación". Para ella, los venezolanos se equivocan porque no consultan abogados sobre cómo obtener las visas, creen que los negocios que fueron exitosos en Venezuela lo serán en Estados Unidos, o que otro venezolano les puede asegurar que conseguirán un trabajo que les otorgue los ingresos necesarios para permanecer en Estados Unidos.
Las sanciones son contra los venezolanos|
Pero nuevamente podemos observar que, por muchas justificaciones casuísticas que podamos conseguir, existe también una política gubernamental dirigida a reducir la entrada y permanencia de venezolanos en Estados Unidos. Así, observamos que a finales de 2017 se produjo un cambio en el trato que las autoridades migratorias dan a los venezolanos, pues "desde el 18 de octubre oficiales de inmigración pueden someter a una exhaustiva averiguación a los venezolanos que ingresen a los Estados Unidos con visa B1 y B2. También pueden pedir claves de acceso de celulares y laptops para investigar los contenidos de las redes sociales del propietario".
Recordemos de qué va esto. El domingo 24 de septiembre de 2017, Donald Trump dictó una Orden Ejecutiva que imponía más sanciones a Caracas. Este fue el resumen que de dicho instrumento realizó el portal web de la Radio Alba Ciudad: "La restricción es dirigida contra empleados públicos y sus familiares directos, específicamente vinculados con los ministerios para Relaciones Interiores, Justicia y Paz; y Relaciones Exteriores, así como del Servicio Administrativo de Identificación, Migración e Inmigración (Saime), Cuerpo de Servicios Científicos, Penales y de Investigación Criminal (Cicpc) y el Servicio Bolivariano de Inteligencia Nacional (Sebin).
"La orden ejecutiva también va dirigida contra los ciudadanos venezolanos que soliciten visa por negocios o turismo. En el caso de venezolanos que ya poseen visa, el gobierno de Estados Unidos los someterá a medidas adicionales al momento de ingresar a ese país, 'para asegurar que la información del viajero permanezca vigente', indica la orden ejecutiva.
"Según el informe esta nueva sanción obedece a que el gobierno de Venezuela 'no coopera para verificar si sus ciudadanos plantean amenazas de seguridad nacional o de seguridad pública, no comparte adecuadamente la información relacionada con la seguridad pública y el terrorismo', así como tampoco brinda colaboración 'con respecto a recibir a sus nacionales sujetos a órdenes finales de expulsión de los Estados Unidos'".
Ahora podemos entender mejor la nota que denuncia los poderes cada vez mayores que tienen las autoridades norteamericanas para hacer controles exhaustivos de los venezolanos que ingresan a su territorio. Donde, especialmente, buscan detectar que hayan hecho contacto con personas que se encuentran en los Estados Unidos pidiendo ayuda o informando que su intención es permanecer en el país, pese a contar tan sólo con una visa de turismo. O darnos cuenta de que la empatía declarada por los portavoces norteamericanos no significa en ningún caso una bienvenida masiva a los venezolanos en su país.
Porque quienes decidan ir a los Estados Unidos siguen teniendo la obligación de cumplir los requisitos de entrada y permanencia. Ya sea por las vías ordinarias o por la vía del asilo, donde tienen que cumplir los requisitos, pues existen casos de personas a las cuales se les ha deportado por mentir, falsear o solicitarlo sin que existan elementos individualizables suficientes. Esto en un contexto en el que los venezolanos ahora forman parte de los inmigrantes sobre los cuáles las autoridades norteamericanas han fijado mayores requisitos y poder de supervisión.
El asilo: la utopía que no existe
Partamos por recordar que en el Derecho Internacional, el asilo es una institución jurídica típica que está prevista en el derecho de los tratados y sujeta a los regímenes que en específico tenga cada país. Esta figura contiene una práctica mediante la cual un Estado garantiza la protección, el amparo y la asistencia de aquellas personas que han huido de su país de origen por diversas razones, normalmente relacionadas con la violación de uno o varios de sus derechos fundamentales.
Siendo, por lo general, una potestad facultativa del Estado brindarlo o no, y el resultado de un análisis de cada caso en particular, lo que generará que un país decida concederlo a una persona. En el presente, si bien es importante recordar que hay un marco internacional, de Derecho Humanitario, que lo regula, también debemos considerar que los Estados Unidos no ha suscrito estos tratados.
Por ello, es una falacia que ha tenido algún éxito en Venezuela el razonamiento de que, como existen evidentes diferencias entre Washington y Caracas, así como un lenguaje cada vez más fuerte de las administraciones norteamericanas contra el Gobierno Bolivariano, basta con presentar un documento de identidad venezolano para que Estados Unidos les conceda algún tipo de protección.
Ya para el 2016, Glenn Morales, entrevistado por El Estímulo, explicaba: "Los venezolanos encontraron la figura del asilo como un medio para emigrar -a Estados Unidos- y estar legales", afirmó el abogado Glenn Morales. Es especialista en derecho procesal migratorio con Estado Unidos. A su oficina generalmente llegan los venezolanos que intentaron sin éxito formar parte del "sueño americano". Indicó que desde 2012, y especialmente desde este año, se han multiplicado los casos de personas que han sido detenidas en los distintos aeropuertos estadounidenses y luego deportadas a Maiquetía.
Esto ocurre debido a que las autoridades migratorias están colocando barreras para impedir que las personas utilicen el derecho de asilo con la finalidad de cumplir su propósito de emigrar sin reunir las condiciones mínimas requeridas. El rotativo Nuevo Herald de Miami reportó el 12 de agosto que 22 venezolanos permanecían detenidos en un centro especial del aeropuerto de esa ciudad. En muchos casos, por haber admitido que tenían miedo de vivir en su propio país, ya fuese como producto de la criminalidad o por la crispación política.
Ante la cifra creciente de solicitudes de asilo, las autoridades estadounidenses comenzaron a exigir más y mejores explicaciones. Los estándares para el otorgamiento de este beneficio, indicó el abogado, han cambiado con respecto a la década anterior. "Que te rayen las paredes de tu casa u oficina, y que te hagan llamadas amenazantes ya no es prueba. Antes sí lo era. Ahora piden recortes de prensa, informes forenses y copias de los expedientes en los tribunales", señaló.
Las deportaciones ocurren
Con este marco jurídico de por medio, nadie puede sorprenderse de que las deportaciones ocurran, o que incluso tengan una tendencia al alza en 2018. Así lo sostienen hasta los rotativos más favorables a los intereses norteamericanos.
El 24 de abril de 2018, informaba el Nuevo Herald, que la Policía de Inmigración y Aduanas (ICE) ha deportado a 150 venezolanos en el año fiscal 2018, entre ellos 9 este mes, cuando el vicepresidente Mike Pence estaba en Lima, Perú, para la Cumbre de las Américas, donde prometió hacer "todo lo que esté a nuestro alcance para apoyar a los que huyen de la tiranía".
En un intento de justificación a este hecho, El Nacional citaba nuevamente a Kostencki quien sostiene que "muchos venezolanos no tienen residencia permanente, ni visa, por lo que el temor que tienen es regresar al país". Sin hacer referencia alguna a los cambios de las políticas migratorias que afectan a los venezolanos, donde, como lo vimos la limitación no opera sólo contra funcionarios sino que puede alcanzar a cualquiera que en redes sociales o en su celular comente que su objetivo es permanecer en Estados Unidos.
Lo que nos lleva a evidenciar que para muchos connacionales la vida en los Estados Unidos, cuando logran sortear estas dificultades para permanecer en dicho territorio, no es lo que esperaban. Pues muchos permanecen en un estado de pobreza material e inseguridad jurídica propio de estar en una condición migratoria irregular.
Los números reales de los venezolanos deportados no han sido actualizados en un medio oficial que hayamos podido consultar, pero sí podemos incluir en este reporte que, en una nota de junio de este año publicada por el Chicago Tribune, unos inmigrantes venezolanos denuncian estas prácticas de deportaciones de personas que se encuentran en Estados Unidos, y refieren las deportaciones en caliente que se realizan en los aeropuertos donde no se les permite la entrada formal a venezolanos y venezolanas que arriban al país.
En un país donde el mito de las oportunidades ha estado reservado a una migración deseada de profesionales de alto perfil, personas caucásicas, y se ha hecho una constante la segregación de poblaciones africanas o asiáticas; que, desde el año 2013, admite abiertamente que espía a sus propios ciudadanos; y que, en general, ha desarrollado desde 2017 una política que ordena la captura y deportación inmediata de inmigrantes ilegales, incluso si éstos no tienen antecedentes penales, no puede sorprendernos de que esta sea la situación de los inmigrantes venezolanos.
Aquello que empezamos recordando como la naturaleza del imperialismo cultural que modela a los ciudadanos de las periferias para que permanezcan pasivos contra las acciones que desarticulan sus países o saquean su economía, temiendo las propuestas de reacción en contra del sistema, está más presente que nunca, pues muchos sueñan que un día podrán pisar los Estados Unidos, donde serán bienvenidos como ciudadanos plenos y llegarán a ser propietarios de alguna de esas casas blancas, con porche y garaje, de las cuales son muy pocos los dueños, incluso nativos de los Estados Unidos de América.
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