Tesis de la cuestión urbana-regional y la batalla por Guayaquil
- Opinión
8 de marzo 2018
Día Internacional de la Mujer
Las prácticas y concreciones espaciales de los pobladores del borde costero-marino del golfo de Guayaquil en Ecuador y de la zona continental de la cuenca del rio Guayas, históricamente han constituido un referente importante en el área septentrional andina en lo cultural, económica y político. Podemos afirmar que este modelo histórico de implantación urbana-regional, tiene vectores similares a importantes ciudades puertos de América Latina y el Caribe. Efectivamente, Guayaquil al término del siglo XIX e inicios del XX, tuvo un desarrollo dinámico del capitalismo periférico propiciado por las transformaciones del liberalismo revolucionario. En ese contexto se impuso la relación centro-periferia desde la hegemonía del centro urbano Guayaquil, sobre las provincias de Guayas, Los Ríos, Bolívar y Santa Elena. En el siglo XXI, gradualmente se ha derivado al policentrismo urbano-regional dependiente de Guayaquil, con la aparición de los centros urbanos emergentes de Samborondón, Duran y Milagro.
Se impone entonces el desafío científico de enunciar las tesis y debates sobre lo Urbano-Regional y realizar la interpretación objetiva del estado de situación de las ciudades-región y su proyección al futuro, que permita identificar prospectivamente los ejes estratégicos de incremento de las fronteras urbanas y su articulación con las fronteras rurales; las condiciones de vida de la población, en los ecosistemas de la cuenca del río Guayas; y, enunciar las tesis de la confrontación en la cuestión urbana-regional, entre las clases y sectores de clase en la batalla por Guayaquil en las próximas elecciones seccionales en el 2019 de los gobiernos autónomos descentralizados de Guayaquil y la región y en su bicentenario de independencia el 9 de octubre de 1820.
Tesis del modelo urbano-regional
En todas las latitudes de la Tierra, la diferencia de los ecosistemas y su apropiación-conflicto territorial de las poblaciones humanas, configuran una anarquía originaria en el desarrollo sustentable para la vida del planeta. También la diferencia social-económica en las sociedades, impuesta por el carácter de clase y un sistema injusto económico-productivo, determina una segregación espacial en el uso y disfrute del territorio y de los bienes materiales. Efectivamente, la identidad urbana-regional se construye en forma desigual y combinada desde una identidad construida hegemónica por lo poderes fácticos de las sociedades urbanas, en sinergia negativa con una identidad subyacente de resistencia, o denominada identidad popular o por los derechos consuetudinarios.
La conurbanización donde se presenta la disolución de la fronteras de lo urbano con lo rural y entre núcleos urbanos - impactado por las redes informáticas y viales; nudos de interrelación económica y de movilidad poblacional en el territorio; aglomerados productivos regionales, entre otros factores; determinan una articulación del ciclo de producción e intercambio, con las fases de consumo simple y ampliado del trabajo, donde la economía de lo privado local-regional, se articula con la economía planificada y de inversión nacional del capitalismo de Estado y de la inversión desde los organismos subnacionales; todos ellos en relación de dependencia o alianza con los polos mundiales de inversión, comercialización, producción y consumo; en donde los hitos de las nuevas estrategias de acumulación del capital global desde el territorio regional, son los aeropuertos internacionales, puertos de aguas profundos, centros de convenciones internacionales y hotelería, complejos industriales y de servicios, centros financieros internacionales, etc.
Uno de los impactos de esta estresante vorágine del capital, es la confrontación entre lo público y lo privado en la ciudad-región con economías dependientes; entre el derecho del ciudadano y la alienación producida por los bienes de consumo y el capital. Los ciudadanos-mayoría asumen sus prácticas urbanas como fuerza de trabajo y los ciudadanos-minoría lo hacen como propietarios monopólicos; los primeros promoviendo la exigibilidad de derechos y los otros usufructuando las riquezas y la apropiación de los espacios, a la imagen y semejanza de sus propias ambiciones y de los modelos urbanos de los centros económicos mundiales hegemónicos. Y allí precisamente donde se están constituyendo las llamadas ciudades inteligentes (Smartcity) desde un enfoque del desarrollo del conocimiento y la tecnología, que en lo productivo se orienta a ciudades-región competitivas o dinamizadoras de aglomerados económicos (clúster); que deriva a la producción incremental y comercialización de bienes y servicios, con ciclos cada vez más cortos de producto de innovación y producto desechado; y que convierte a las ciudades en los nuevos obrajes del siglo XXI, al servicio del capital transnacional y no de la ciudadanía.
Estado, empresas y universidades, financiadas por las grandes transnacionales, se articulan para la innovación del conocimiento basado en la alta formación tecnológica, la investigación aplicada y el intercambio de información especializada. La denominada Economía Basada en el Conocimiento – EBC a convertido a los propietarios del capital financiero asociado o integrado con los propietarios de las innovaciones de la cibertecnología, en el poder económico de las sociedades modernas, que controlan, monopolizan, integran o explotan al conjunto de las clases sociales a nivel mundial.
Esta dinámica amenaza la identidad local-territorial, porque transforma permanentemente el paisaje urbano-regional y los patrones de comportamiento y vida de los ciudadanos globalizados. A la par, la dinámica salvaje de apropiación y uso del territorio aprovechando o funcionalizando el incremento exponencial de las redes viales, complejos industriales, centros comerciales, complejos lúdicos; optimiza la plusvalía, la producción inmobiliaria, la infraestructura; crea una impronta anárquica del crecimiento de las ciudades con nodos urbanos-regionales interrelacionados con tendencias hacia la aglomeración productiva agroindustrial y de poblaciones distribuidas en un territorio regional de facto, cuyas fronteras desbordan la planificación del Estado e incluso la planificación de los inversionistas privados.
En el consumo ampliado de los bienes y servicios urbanos-regionales y especialmente en la esfera del habitar se impone dramáticamente la lógica segregacionista de los asentamientos periféricos urbanos o de conurbanización de poblados cercanos convertidos en dormitorios colectivos o núcleos urbanos tugurizados; para las nuevas generaciones migrantes y emergentes de empleados de servicios, comunicación, comercialización, etc. Mientras en territorios seleccionados por el capital inmobiliario, el uso del suelo de habitar suntuario se concentra con bajas densidades y altas seguridades, residen allí los productores monopólicos del capital. Y, existen las grandes ciudadelas con espacios de habitar mínimos, donde se desprecia y deprecia las condiciones de vida, de cientos de miles de familias de la clase media o pequeña burguesía, buscando el sueño SUBamericano. El paisaje urbano se regionaliza en la pobreza y la concentración de la riqueza.
La batalla democrática por Guayaquil
En este marco teórico referencial sobre la cuestión urbana-regional y ante la emergencia de las confrontaciones y disputas de espacio y vida en nuestras ciudades de América Latina y el Caribe en permanente transformación como Guayaquil; convocamos a la batalla democrática y a la convivencia humana, ante la evidencia que la impronta urbana-regional pueden desbordar los límites de lo humano. No solo es concreción espacial en el territorio y un mundo de intereses y necesidades asumidas de clases para sí, debe ser también experiencia sensorial, emoción, estética de las formas, pertenencia e identidad de lo propio-compartido. Antropológicamente el ciudadano al ser lector y actor cotidiano del espacio urbano, determina una estética alternativa de escala de lo humano, en donde el paisaje y los patrones de conducta privada o pública, adquieren una dimensión en la calidad de vida e inciden en la disposición y percepciones de volúmenes, transeptos de movilidad, hitos simbólicos de los artefactos urbanos que convoca y provoca encuentros de lo patrimonial con lo moderno; un encuentro de los comunes. Todo ello confluyendo en signos y significados urbanos que construyen identidad y pertenencia urbana-regional de las nuevas ciudades de nuestra América.
Fernando Garzón Orellana
Arquitecto Urbanista. Diplomado en Gerencia Social y Estudios Especiales en Gerencia Social, Gerencia Política y Gestión de Proyectos. Docente-Consultor de la Universidad Católica Santiago de Guayaquil, Universidad Estatal de Guayaquil, Escuela Superior Politécnica, Universidad Península de Santa Elena, Universidad de Almería-España.
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