El tiempo del destete
24/10/2004
- Opinión
Llamo destete al momento en que los actuales lactantes de
la administración, los políticos que desde hace años
están prendidos de la teta del Estado, paren de servirse
de los bienes públicos. Desde hace ya largo tiempo, la
República está exhausta. Sus senos, que en las estatuas
que rodean al Obelisco lucen ubérrimos y majestuosos,
están secos y lánguidos. Han sido vaciados por la avidez
de los gobiernos y los grupos de aventajados que los
rodean. Esos pechos generosos ya no dan más.
Como ya todos sabemos que eso es así, llegó la hora del
destete. Tendrán que arreglarse de otro modo. Y si para
eso precisan aprender, pueden tomar clases particulares,
que en el Uruguay hay muchos miles dispuestos a
enseñarles a vivir con dignidad sin estar prendidos de la
teta del Estado.
Entre esos uruguayos, que son mayoría,
los políticos y los empresarios aprovechados a quienes ha
llegado la hora del destete, encontrarán quienes en pocas
clases les explicarán su sabiduría para sobrevivir sin
padrinos, sin los infinitos beneficios de la eterna
lactancia, en esa que han vivido las elites que mandan y
explotan desde siempre al Uruguay y a su gente. No
estamos escribiendo esto de manera burlona o vengativa.
No. Sabemos que la hora del destete es, para todos los
mamíferos, un momento crítico. Y nos preocupa. Por
sentido humanitario y porque no nos gustaría que el
fastidio que les va a producir el justo destete, los
lleve a imaginar cosas raras.
Aventuras extravagantes que
solo tendrían como lema, "teta libre y teta siempre/ para
los mismos de siempre". Es una ocurrencia insensata que
les podría venir de la interrupción de la lactancia. Los
expertos de la Organización Mundial de la Salud,
coinciden en que el amamantamiento puede prolongarse
hasta poco más de dos años. Estudios antropológicos dan
cuenta de la existencia de poblaciones no occidentales
que llevan el período de lactancia hasta los tres o
cuatro años. Pero no se conoce ningún país que haya
ocurrido lo que pasa en Uruguay. Sucede que en nuestro
país hay algunas familias que llevan lactando no dos o
cuatro años sino dos siglos, prendidos de los senos
antaño opulentos del Estado.
Esta lactancia prolongada
ningún pediatra la recomienda, lo hacen pensando en esos
niños, necesariamente malcriados, arrebozados y gorditos
a costa de su madre, pero fuera de las normas de la
crianza. En Uruguay, por el mero fluir de las
generaciones en una sociedad democrática, ya hace tiempo
que las familias patricias monopolizadoras del privilegio
tendrían que haber pasado a alimentarse con la mamadera,
o usando una taza, como los adultos. Tampoco ningún
médico generalista podría encontrar recomendable que una
mujer, en este caso que simboliza a la República, se vea
obligada a cargar durante tanto tiempo a niños de pecho
que ya tienen más de 70 años, a los que ya le salieron y
se le cayeron los dientes de leche, y los otros. ¿Qué
madre podría resistir la sobre carga alimentaria que
significa seguir dándole el pecho a esos hijos gandules,
malcriados en los jardines del poder, que viven de
espaldas a la realidad de su país y de su tiempo? La
madre ya ha hecho lo suyo. En demasía.
Ahora llegó el
tiempo del cambio y para los hasta hoy privilegiados será
cuestión de arreglarse y habituarse a pucherear como todo
el mundo. Tiempo del destete para los directores de la
Corporación para el Desarrollo y de todos los
beneficiarios de su dinero irresponsablemente regalado.
Destete y, en muchos casos, ir buscando un abogado
defensor. Destete para los jerarcas coimeros de los
bancos oficiales, empezando por el Banco de la República
y por el Banco Central. Destete para todos esos
personajes a los que, de manera delicada, eufemística, se
denomina "difundidores de información asimétrica" (o sea
a unos sí y a otros no), es decir los infidentes de toda
laya, que cantan por anticipado cuáles serán las pautas
del Banco Central para que los especuladores hagan su
agosto comprando barato y vendiendo caro. O anticipando
información para que los políticos tengan tiempo de
retirar sus depósitos ante la inminencia del corralito.
Destete para los que confunden los intereses de las
empresas públicas, que son de todos, con los intereses de
los negocios privados que han montado para hacer plata
fácilmente. Destete para los empresarios a los que nunca
les llega una inspección de la Impositiva, porque están
asociados a las mafias que controlan el poder del Estado
Decíamos que nos preocupan los que están en la antesala
del destete. Nos preocupan también los que duermen la
serena siesta de la impunidad, pensando que será eterna,
olvidándose de aquello de que su impunidad, como el amor,
será infinita mientras dure. Luego, así como llegó para
Videla, Massera y Contreras, llegará la hora del destete,
la hora que dirá basta la madre permisiva que todo les ha
tolerado. Y tendrán que verse cara a cara con los
fiscales y los jueces, con la Constitución, con la ley y
con los tratados humanitarios aprobados por el Parlamento
uruguayo, que tienen la misma fuerza que las leyes
ordinarias. Ya están todos los plazos biológicos
vencidos. Todas las recomendaciones médicas y
veterinarias incumplidas.
Ya son grandecitos y tienen que
asumir. Tienen que ponerse a pensar de manera serena que
ha llegado la hora de la transición. Solo la insensatez y
la pérdida del sentido de la realidad puede impulsarlos a
seguir proyectando intrigas contra los lideres populares
y los candidatos progresistas. "Ingenios" de ese calibre
no hacen sino demostrar que han perdido el hilo conductor
de la campaña. Los juegos mediáticos de Sanguinetti, que
podrían haber funcionado con una población desmovilizada
y sin unidad política, se revelan erráticos e
inconsistentes. Contrarían la línea que impulsan sus
propios candidatos y sus aliados posibles. Ahonda su
aislamiento y el irreversible escepticismo con que la
población oye, desde hace ya mucho tiempo, sus gangosas
amenazas y promesas.
Es bien cierto que, con la
inminencia del acceso al gobierno de las fuerzas
progresistas, tenemos muchas cosas de que ocuparnos.
Lamentablemente también de las contrariedades
psicológicas y hasta los berrinches de los destetados
tardíos. Un ciclo ha terminado: el de las familias que
legaban a sus hijos, durante un siglo y medio, además de
tierras, empresas y depósitos bancarios el acceso a la
teta del Estado, a parcelas de poder político, a cargos
diplomáticos, en los directorios en los entes autónomos y
todo lo demás. A partir del 1º de marzo, el hijo de un
obrero sindicalista será presidente, el nieto de obrero
frigorífico ocupara la primera magistratura del país.
Pronto atravesaremos el mojón histórico que separa un
ciclo de otro. El país y el mundo del trabajo podrán
respirar profundo. Muy pronto la República se habrá
sacudido de los parásitos y la justicia se irá abriendo
paso entre nosotros. Es de esperar que, para entonces,
los lactantes seniles de grandes apellidos hayan
aprendido a tomar la leche en taza, a cortarse el
churrasquito y comer sus manzanitas rayadas con cuchara.
* Publicado en La República lunes 25 de octubre
https://www.alainet.org/es/active/6975
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