El fracaso del neoliberalismo y el fortalecimiento de los movimientos sociales
30/06/2003
- Opinión
Desde las multitudinarias manifestaciones ciudadanas y los acontecimientos
desarrollados en Seattle durante la ronda de negociaciones de la Organización Mundial
del Comercio (OMC) en diciembre de 1999, algo ha cambiando en el planeta. Ahora las
cosas ya no son, ni serán iguales. El proceso de globalización neoliberal, que se ha
venido empujando desde los organismos multilaterales -Banco Mundial (BM), Fondo
Monetario Internacional (FMI), Banco Interamericano de Desarrollo (BID)-, y más
recientemente desde la OMC, enfrenta la creciente oposición de millones de personas que
se manifiestan en las calles, que resisten en sus territorios, que construyen
alternativas y que trabajan por "otro orden mundial".
El giro de la globalización neoliberal hacia un neoliberalismo de guerra, que se hace
patente en el militarismo descarado y el unilateralismo, también ha estimulado las
masivas expresiones de rechazo y oposición a la guerra en las distintas latitudes del
planeta. Las múltiples expresiones ciudadanas en contra de la invasión armada al
pueblo iraquí constituye la más reciente evidencia de un movimiento social en
germinación, que defiende la paz y la búsqueda de la justicia social.
La ganancia: el valor superior de las cosas
En el capitalismo el valor superior de las cosas es la maximización de la ganancia.
Desde esta lógica todo lo que el sistema toca lo transforma en mercancía: en el origen
convirtió a la fuerza de trabajo en una mercancía más, suceptible de la compra y venta,
lo que permitió que ésta se convirtiera en fuente generadora del excedente económico y
base de la ganancia de los empresarios.
En la fase neoliberal, coherente con su afán de la ganancia, el capitalismo continuó
con su proceso vendiendo las principales empresas y activos del Estado. Avanzaron en
la privatización de las empresas estatales productoras de bienes (como ingenios,
cementeras, plantas de torrefacción de café, entre otras), algunos servicios de
utilidad pública (como las telecomunicaciones y la energía eléctrica), los fondos de
pensión, los servicios financieros (como bancos y empresas de seguro); y sin excepción
este preceso condujo a la consolidación de monopolios y oligopolios privados
controlados por empresas nacionales o corporaciones transnacionales.
Ahora el sistema busca dar un salto más ambicioso, que le permita avanzar hacia la
total mercantilización de los servicios, para abarcarlo todo: lo tangible e intangible.
El proyecto incluye la privatización de otros servicios que constituyen derechos
inalienables de la población, como son el acceso al agua, a la educación y a la salud
(1).
La búsqueda insaciable de la ganancia ha conducido a las empresas transnacionales a
incursionar en áreas insólitas -con altísimo potencial de rentabilidad- como son los
recursos hídricos (2) -las fuentes de agua, ríos, lagos y mar- y la biodiversidad -a
través de la bioprospección y la biogenética-. La privatización del ?oro azul? ?el
agua-, marca un hito importante en esta absurda carrera, que tendrá una seria
implicación en la vida de los pueblos, principalmente para las familias de menores
ingresos, que enfrentarán grandes dificultades para adquirir el líquido vital a precios
de mercado. Tal como lo advierte Serageldin, Vicepresidente del Banco Mundial, "las
guerras del siglo que viene serán provocadas por la falta de agua", esto porque la
privatización del agua es una afrenta contra la vida de las personas que sólamente la
lógica de la maximización de la ganancia puede justificar tan aberrante decisión.
Pese a que después de la caída de los regímenes del socialismo real, el capitalismo y
la globalización neoliberal se presentan como un sistema victorioso y un modelo
irremesible, la evidencia histórica demuestra que el capitalismo -en general- y el
neoliberalismo -en particular- no solo han sido incapaces de resolver los problemas
fundamentales de la humanidad, sino que, por el contrario, los han profundizado y
exacerbado.
En el afán de la ganancia se ha impuesto un "orden" mundial absurdo e inadmisible, de
enormes contrastes que se expresan en las brechas de desigualdad y exclusión
generalizadas a nivel planetario, y que se articula en función de los intereses
militares y geoestratégicos de la potencia hegemónica mundial. En la actualidad,
mientras dos billones de personas "viven" con menos de un dólar diario, sólamente tres
personas concentran riquezas equivalentes al Producto Interno Bruto de los 48 países
más pobres (3).
Resulta carente de sentido la apología de gobiernos, cámaras empresariales y organismos
multilaterales sobre los presuntos "beneficios" de la globalización neoliberal, si
vemos que el "progreso" y las ventajas de la apertura económica se han repartido tan
asimétricamente, estos han conllevado a que más de 2.6 billones de personas se
encuentren sin acceso a condiciones sanitarias básicas, 1.5 billones sin agua potable y
la quinta parte de los niños y niñas del planeta en situación de analfabetismo.
La lógica invertida del neoliberalismo también se evidencia en la inmensa cantidad de
necesidades insatisfechas, que contrastan con el multibillonario despilfarro de un
reducido segmento de la población: proporcionar educación básica para todas las
personas del planeta costaría $ 6 billones anuales, mientras que sólo en Estados Unidos
se gastan anualmente $ 8 billones en cosméticos; instalar agua y servicios sanitarios a
nivel mundial costaría $ 9 billones anuales, mientras se gastan en Europa $ 11 billones
anuales en helados; garantizar la salud reproductiva para todas las mujeres costaría $
12 billones anuales, siendo $ 12 billones el gasto anual en perfumes en Europa y
Estados Unidos; además anualmente se gastan anualmente $ 35 billones en la industria
del entretenimiento en Japón, $ 50 billones en cigarrillos en Europa, $ 105 billones en
bebidas alcohólicas en Europa y miles de billones en drogas y narcóticos en todo el
mundo (4).
Es evidente que este "desorden" mundial resulta éticamente insoportable; pero además,
tampoco puede sostenerse en el tiempo, no sólo por la limitada capacidad de carga del
planeta y la progresiva expoliación de los recursos naturales -como si éstos fueren
infinitos-; sino principalmente por las enormes contradicciones que el proceso de
globalización ha venido generando -tanto en el norte como en el sur-, las enormes
brechas de desigualdad, pobreza y exclusión, que debilitan los mercados internos,
limitando con ello el mismo crecimiento de las economías.
El ajuste estructural y la crisis del neoliberalismo
Las crisis del capitalismo están a la vista, cada vez con mayor recurrencia y
exposición, evidenciando el agotamiento del modelo neoliberal y la gestación de
condiciones que operan como detonante del naciente movimiento social.
Las crisis "financieras" de México, del sudeste de Asia, de Rusia, de Brasil, y más
recientemente de Argentina, que son la manifestación de una crisis estructural, que
dimana de importantes cuellos de botella en el sector real; se auna a la convulsiva
situación social y política en la mayoría de los países de América Latina y África,
para configurar un escenario que pone al descubierto las perjudiciales implicaciones
económicas, sociales, políticas y ambientales que el neoliberalismo ha ocasionado; y en
lo formal demuestran, como lo reconocen sus precursores y promotores (5), la debilidad
e incoherencia teórica en que se sustenta el modelo.
Argentina, la muñequita de cristal del FMI y del BM, que hace unos años se exhibía por
los confines del mundo como ejemplo exitoso de liberalización-ajuste, y como modelo a
imitar, es hoy un país en franco estado de recesión, empujado al abismo del "hambre"
por sus patrocinadores y dirigencia criolla. Aquéllos que patrocinaron a los
funcionarios argentinos para que se pasearan por el mundo "enseñándonos" a otros
paisitos enanos cómo hacer la lección y dolarizar las economías, ahora observan que no
basta el salvavidas de los préstamos "de estabilización" y el endeudamiento
condicionado por el FMI para mantener las tasas de interés (6), en un contexto en que
se partió el Estado con la ruptura del régimen de contratos.
Es evidente que a la base de la crisis del neoliberalismo se encuentran determinantes
estructurales que se han larvado históricamente, y que comparten el sitial con las
erróneas aplicaciones de políticas públicas que han sido promovidas desde el
"recetario" del ajuste estructural y de la estabilización económica, que dicho sea de
paso sólo está cohesionado por un "pegamento" ideológico.
En el fundamento del neoliberalismo se encuentra el objetivo supremos de la anulación
del "mal" -que adquiere su expresión objetiva en el Estado interventor en la economía-,
para que "el bien" -la empresa privada-, pueda jugar en un escenario ideal -sin árbitro
y con la sola regla de su "santa iniciativa"- que le permita la consecución de su sacro
objetivo, la maximización de la ganancia, que también implica minimizar los costes.
Para lograr este "sacro" propósito, los dueños del planeta y protagonistas de esta
película de la globalización neoliberal -las empresas transnacionales- ordenan a sus
sastres: el BM, el FMI, el BID y más recientemente a un viejo sastre remozado, la OMC,
la confección de un "traje a su medida", que consiste en un conjunto de paquetes: los
Programas de Ajuste Estructural (PAE) y Programas de Estabilización Económica (PEE) y
más recientemente las Reglas y Principios de la OMC, con sus versiones continentales
llamadas Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA), Tratados de Libre Comercio
(TLC) y Plan Puebla Panamá (PPP).
El traje, que finalmente resulta ser una "camisa de fuerza", es tallado a los pueblos
por los gobiernos, algunos de los cuales son "obligados" a través del mecanismo de las
"condicionalidades" que plantean los préstamos (nos prestan la plata, nos endedudamos y
encima nos obligan a hacer lo que ellos quieren), pero otros -la mayoría- que son muy
buenos alumnos y obsecuentes con los intereses del norte, que toman la iniciativa
espontáneamente y de muy buena gana.
Con esta "camisa de fuerza", se empujaron la liberalización de la economía, la reforma
del Estado y los procesos de privatización, estos últimos consisten en la simple
traslación de los activos públicos a empresas privadas -principalmente transnacionales-
que buscan invertir a precios de "me lo llevo". Así, tenemos cómo las empresas
europeas Telecom, Telefónica y Telemóvil, y las empresas estadounidenses AES, Duke
Energy, Coastal Power, entre otras, mantienen el control monopólico u oligopólico en
los servicios públicos privatizados en El Salvador. Las ventajas de las reformas
también se han derramado sobre el gran capital nacional, lo cual no sólo se constata
con la re-privatización del sistema bancario salvadoreño, que después de sanear su
cartera morosa con el dinero de la ciudadanía, fue repartido a un núcleo empresarial,
que actualmente es el propietario del país.
El interés de las empresas transnacionales está centrado en la inversión, los derechos
de propiedad intelectual, los servicios y en las compras gubernamentales; y para
accesar a ellos la vía son los Tratados de Libre Comercio, TLC (7). Los TLC
transforman los privilegios de las transnacionales en derechos, pues por sus contenidos
les garantizan las condiciones para un funcionamiento óptimo, libre de restricciones y
regulaciones por parte de los gobiernos, un trato no discriminatorio, el acceso a las
licitaciones públicas, la liberalización de los servicios, el control monopólio para
sus patentes por un mínimo de veinte años, los mecanismos para que puedan enjuiciar en
tribunales internacionales a aquellos Estados nacionales que osen regular a la
inversión extranjera, y la posibilidad de que las empresas extranjeras puedan
incursionar en áreas como la educación, agua, salud, petroquímica y energía.
Este marco, claramente lesivo para los intereses nacionales, ha llevado en muchos casos
a la movilización ciudadana para defender sus derechos, violentados por el
desenvolvimiento de inversiones extranjeras, respaldados en la misma letra de los
Tratados. Casos como el basurero tóxico de Metalclad en San Luis Potosí, México, y la
privatización del agua potable por parte de Bechtel, en Cochabamba, Bolivia, evidencian
que el funcionamiento del capital no entiende de los derechos a la salud y a la vida de
las personas; pero también ilustran que sólo desde la organización y movilización
ciudadana es posible adversar y derrotar estos procesos, que en principio aparecen como
invensibles e impenetrables.
Uno de los aspectos más sensibles para la población son los servicios públicos, los
cuales pese a constituir derechos económicos, sociales y culturales de la población,
son asumidos en los TLC y el ALCA como mercancías, y por ende objeto de la
privatización. En este contexto es comprensible que las negociaciones del ALCA y los
TLC enfrenten una firme oposición y la resistencia de importantes sectores sociales y
económicos del hemisferio, ante el inminente riesgo de verse afectados por el avance de
los procesos de privatización del agua, la educación, la salud y la biodiversidad. No
cabe duda que estos acuerdos lesivos para los pueblos, en el límite que imponen las
secuelas del ajuste estructural, se están convirtiendo en verdaderos detonantes del
descontento y movilización social.
Vemos cómo las consecuencias perversas de las reformas neoliberales se configuran en
vectores que operan en la activación de un movimiento que progresivamente va cuajando
en el continente, y que se decanta por la resistencia ante la dicotomía de la
desesperanza y la vida. Así, frente a la creciente pérdida de bienestar de la
población; la acelerada depauperización de amplios sectores sociales; la profundización
de las brechas de desigualdad -social, etárea, genérica, étnica y geográfica-; la
negación de los elementales derechos del ser humano -DESC-; la enfermedad y el hambre;
los despidos masivos y la precarización de las condiciones laborales; el deterioro del
medio ambiente y la configuración de Estados patrimonialistas que responden a los
intereses de los núcleos hegemónicos empresariales; de manera gradual y silenciosamente
va emergiendo un movimiento crítico y propósitivo que apunta hacia un norte de justicia
social.
Un movimiento en gestación
Las movilizaciones ciudadanas de Porto Alegre, Davos, Québec, Génova, Quito, Florencia
y las próximas en Cancún y Miami (2003) develan un claro rechazo de los pueblos a las
políticas públicas que se "cuecen" desde las instancias multilaterales y la creciente
exigencia ciudadana -del norte y del sur- por transformar el "orden mundial vigente",
que afecta negativamente a la población hasta determinar sus vidas.
Estamos asistiendo a la gestación de un movimiento social de dimensión planetaria, que
se fortalece desde las luchas locales y territoriales, pero que se articula a nivel
global para ejercer una importante presión en los gobiernos y los organismos
multilaterales. Aunque vale reconocer la existencia de importantes diferencias en las
reivindicaciones de los movimiento del norte y el del sur, de allí que uno de los retos
a enfrentar esté relacionado con la identificación de los ejes coincidentes a nivel
global.
La enorme magnitud del fenómeno de la globalización es tal que invade todos los órdenes
de la vida y, como tal se nos presenta por el discurso oficial -desde la lógica del
pensamiento único- como algo "irremesible", que desborda nuestras capacidades locales y
nacionales para aspirar a la posibilidad de lograr su modificación en los aspectos
esenciales. Esto usualmente empuja al inmovilismo de muchos, conformándose con
cruzarse de brazos y esperar que las situaciones nos aplasten, otros ven la oportunidad
de obtener algunas migajas que se puedan desprender de estos procesos, para lo cual
asumen posturas mediatizadoras y reformistas, en su afán de ponerle rostro humano a
procesos esencialmente inhumanos.
No cabe duda que la globalización neoliberal nos impone el reto de imprimir a las
acciones ciudadanas la mayor creatividad y audacia posible, lo cual exige mantener un
profundo conocimiento del fenómeno, pero también una estrecha coordinación ciudadana en
los planos locales, nacional e internacional.
En esta situación se hace evidente la necesidad de definir el rumbo de nuestras vidas,
no podemos renunciar a ese derecho y cederlo al mercado, por ello resulta impostergable
la definición de una estrategia nacional y regional de desarrollo equitativo y
sustentable. Sólo desde una lógica que parta y se construya desde abajo, activando la
movilización ciudadana desde los territorios y los sectores podremos aspirar a
construir un mundo diferente basado en el bienestar, la justicia, la equidad y
sustentabilidad.
Las experiencias de la población boliviana en "guerra" contra la privatización del agua
por parte de Bechtel, en Cochabamba; la oposición ciudadana a la privatización de las
telecomunicaciones y electricidad en Costa Rica; la lucha de médicos, trabajadores y
pueblo salvadoreño contra la privatización de los servicios de salud y seguridad
social; las acciones de resistencia campesina en San Salvador de Atenco, México; son
algunos ejemplos que demuestran que se puede, que la resistencia, expresada en la
organización y movilización ciudadana, constitituye un poderoso instrumento para
deterner estos proyectos, inspirados e impulsados desde la lógica neoliberal.
En la actualidad millones de personas en el continente sobreviven gracias a sus
acciones de resistencia, a través de iniciativas propias como la red de trueque de
Argentina y los sistemas de producción de las comunidades indígenas del sur de México,
que consituyen experiencias exitosas de resistencia al neoliberalismo.
En este esfuerzo planetario, vale señalar que desde hace más de cinco años viene
avanzando un esfuerzo en las Américas que busca la integración hemisférica de los
pueblos, se trata de una amplia iniciativa que incluye sectores de mujeres, sindicatos,
campesinos, indígenas, ambientalistas, iglesias, académicos y organizaciones sociales,
que constituyen la Alianza Social Continental -ASC- (8).
La ASC está formada por redes hemisféricas y capítulos nacionales de las Américas, que
han venido movilizándose y trabajando en el análisis de los borradores del ALCA para
estructurar una propuesta alternativa -técnica y científicamente fundamentada- que está
construida desde y para los intereses de los pueblos, y que está plasmada en el
documento Alternativas para las Américas (9).
La propuesta de la ASC se fundamenta en cuatro principios fundamentales que propugnan
porque cualquier tratado o acuerdo en materia de comercio-inversión debe partir de la
definición de proyectos nacionales de desarrollo, y responder a procesos democráticos y
participativos, que reduzcan las brechas de desigualdad ?genérica, etárea, territorial,
étnica, social-, y garanticen la sustentabilidad.
Con fundamentación en el análisis del ALCA, la ASC mantiene una posición de rechazo al
ALCA, no cree que éste sea un proyecto reformable e identifica como línea estratégica
de acción: la resistencia. De allí que durante el presente año, y cumpliendo el
acuerdo de Québec, ha dado inicio a la Campaña Hemisférica No al ALCA, ejercicio que
incluye una gama de actividades en que la ciudadanía está expresando su rechazo a este
proyecto del capital transnacional. En la Campaña se incluyen referéndum, consultas
ciudadanas y recolección de firmas, adosadas al desarrollo de actividades educativas
que permiten desmitificar los presuntas "ventajas del proyecto" que promueven los
gobiernos.
Como resultado de la Campaña Hemisférica No al ALCA, se tienen millones de firmas de
mujeres y hombres recogidas en el hemisferio para expresar su rechazo al ALCA y sus
expresiones bilaterales -como son los TLC-. Sólo la consulta de Brasil arrojó 10
millones de personas que dijeron NO al ALCA, y actualmente varios millones de firmas se
están sumando desde el Sur, Norte, Centro América y el Caribe, al rechazo de estos
Acuerdos y Tratados.
En El Salvador, la Red SINTI TECHAN, un espacio ciudadano que trabaja en el análisis,
generación de propuestas, decodificación y alfabetización de los temas relacionados al
comercio e inversión desde hace dos años, e integra organizaciones de mujeres y
consumidores, sindicatos, ecologistas, organizaciones de estudios laborales y de
derechos humanos, organizaciones comunales, gremios y académicos; constituye el
referente nacional de la ASC. La Red Sinti Techan también está llevando a cabo la
Campaña NO al TLC Estados Unidos Centroamérica y el ALCA, cuyos resultados serán
expuestos, con el resto de firmas del Hemisferio, a los gobiernos que se reunirán en
noviembre en Miami, con ocasión de la Cumbre del ALCA. .
El reto está puesto, la tarea no es fácil, requiere del involucramiento de todos y
todas en este esfuerzo. Pero antes que todo, estar convencidos y convencidas de que
otro El Salvador es posible, urgente y necesario.
1) El Acuerdo General sobre el Comercio de los Servicios, base de la OMC, establece una
lista de 160 servicios que se transan internacionalmente, entre los que figuran
servicios públicos y de utilidad pública como educación, salud, seguridad social y los
recursos hídricos.
2) El Banco Mundial establece el valor actual del mercado en un billón de dólares, una
cantidad todavía insignificante si tenemos en cuenta que de momento las empresas
privadas abastecen sólo a un 5% de la población mundial.
3) Informe de Desarrollo Humano 1998, Naciones Unidas.
4) Ibíd.
5) Ver: Wolfenson, J (1998): La Otra Crisis, y Stiglitz, J: The Insiders.
6) Se sabe que el marco de condicionalidades establecidas por el FMI para el
otorgamiento de los préstamos de Stand By a la Argentina, incluían entre otras: la
ratificación del ALCA, el mantenimiento del bloqueo a Cuba y permitir el uso de
territorio argentino para el entrenamiento de tropas involucradas en el Plan Colombia.
7) La ratificación de los TLC, en tanto tratados internacionales, se convierten en Ley
de la República, y como tal están jerárquicamente ubicados por debajo de la
Constitución Política y sobre toda la legislación secundaria; de manera que sus
principios y contenidos subordinan a toda la legislación secundaria del país, como son
el Código Laboral, Ley del Medio Ambiente, Ley de Inversiones, etc.
8) La ASC ha desarrollado dos Cumbres de los Pueblos paralelas a las cumbres
presidenciales del ALCA. La primera se llevó a cabo en Santiago de Chile (1998) y la
segunda en Quebec, Canadá (2001). Además, se han realizado varios Encuentros
Hemisféricos contra el ALCA: La Habana, Quito, entre otros.
9) El documento íntegro se encuentra en www.asc_hsa.org
* Raúl Moreno, economista salvadoreño, es docente de la Facultad de Economía de la
Universidad de El Salvador, presidente del Centro para la Defensa del Consumidor (CDC)
y miembro de la Red de Acción Ciudadana frente al Comercio e Inversión (SINTI TECHAN)
de El Salvador.
https://www.alainet.org/es/articulo/109215
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