Las lecciones de Bolivia
13/10/2003
- Opinión
Paradójicamente el pasado 12 de octubre, Día de la Raza, se produjo
la más dura confrontación entre manifestantes indígenas y fuerzas
armadas en Bolivia, uno de los países con más población originaria de
América del Sur.
Luego de un saldo de más 30 muertos y el pliegue de gremios,
sindicatos y organizaciones sociales al paro y bloqueo de la capital
y las rutas nacionales, el Presidente Gonzalo Sánchez de Lozada, se
vio obligado a anunciar que el proyecto de Pacific LNG, que pretendía
exportar gas boliviano a EE.UU. a través de un puerto chileno, se
suspendía hasta realizar una consulta a la población, la que debiera
hacerse antes del 31 de diciembre de 2003.
Pero este anuncio fue demasiado tarde. Las organizaciones sociales y
el diputado del MAS, Evo Morales, anunciaron que las manifestaciones
no
cesarían hasta lograr la renuncia de Sánchez de Lozada y el castigo a
los
culpables de la matanza de El Alto el domingo pasado.
Y sus dichos tuvieron eco. Ayer, lunes 13, las peticiones de la calle
pasaron hacia las esferas políticas gubernamentales: la bancada
parlamentaria oficialista Nueva Fuerza Revolucionaria (NFR), se sumó
a la
petición de renuncia del Jefe de Estado y ordenó el repliegue de los
ministros de su partido.
Lo que dejó completamente aislado a Sánchez de Lozada, fue la
renuncia de
Carlos Meza, Vicepresidente de la República, quien señaló no estar de
acuerdo con las medidas del ejecutivo para reprimir las
manifestaciones.
El punto de quiebre de la crisis política boliviana es el proyecto de
exportación de gas, lo que es rechazado por razones geopolíticas en
base a
problemas territoriales no resueltos; pero fundamentalmente, lo que
está
detrás, es que el pueblo boliviano mantiene una fuerte posición de
defensa
de sus recursos naturales –ya lo anunciaron frente a la exportación
de
agua para la minería en Chile-, y ahora desean usar el gas natural
para la
industrialización y el desarrollo nacional.
Adicionalmente, tanto las organizaciones sociales como los
funcionarios
públicos han declarado que el precio del gas acordado con la Pacific
LNG,
que representaría poco más de 200 millones de dólares por año (0,70
US$/Mcf, millar de pies cúbicos), no significa un precio aceptable
para
los bolivianos. Frente a estos hechos, además de la solidaridad con
las
víctimas de la represión en Bolivia, las organizaciones chilenas,
entendemos y apoyamos la defensa de sus recursos naturales. Esta
defensa,
representa una lección y un desafío para Chile, no sólo frente a la
desnacionalización del cobre y otros recursos naturales, sino porque
no es
claro que el gas boliviano será una alternativa para enfrentar
nuestra
vulnerabilidad energética.
La dependencia por parte de nuestro país mayoritariamente de
hidrocarburos, entre los que destaca el gas natural (más del 60% de
la
generación termoeléctrica en el SIC); representa un problema que
Chile aún
no ha enfrentado a fondo, aumentando, por el contrario, el uso de
combustibles importados para el sector eléctrico; incluso teniendo
como
antecedente la crisis en los embalses que generó la escasez de lluvia
y,
por ende, la baja en nuestra generación eléctrica.
Chile no tiene un proyecto de mejorar la confiabilidad y seguridad
energética en base a sus propios recursos naturales. Hoy día, la
crisis
boliviana es un signo de que no será fácil confiarnos en futuras
importaciones de gas desde dicho país hacia Chile y, simultáneamente,
nuestro abastecimiento de gas natural de Argentina, especialmente de
la
zona de Neuquén, hoy enfrenta dificultades para los próximos años,
por la
falta de inversión en nuevos gaseoductos y para la exploración de
nuevas
reservas.
Una respuesta adecuada a esta inseguridad por parte del gobierno y
del
sector político chileno, sería elaborar rápidamente un detallado
catastro
de los recursos energéticos renovables -que el país posee en grandes
cantidades-, como la geotermia, las microcuencas hidrográficas, la
biomasa
y la energía eólica; y avanzar en una legislación e instrumentos
económicos que promuevan su utilización, a través de la concreción de
proyectos que logren incorporar a la matriz energética, mayor
cantidad
energía generada mediante recursos propios.
* Sara Larraín es Directora del Programa Chile Sustentable.
https://www.alainet.org/es/articulo/108561?language=es
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