Precios regalados e impuestos risibles dispararon el inmenso negocio inmobiliario. (Parte IV)

El remate de las tierras chaqueñas

06/08/2014
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Foto: Miguel Armoa.
 
Días atrás jugué de especulador y gugleé las palabras “inversiones chaco paraguayo”. El robot buscador de informaciones extendió en la pantalla una interminable lista de sitios en los que podría encontrar intermediarios para comprar mi propiedad. De la lista sin fin elegí este:www.everdem.com.
 
Llamé a Everdem Estudio 3000. Me atendió Viviana Hermosa, ingeniera agrónoma, desde el local de esta empresa inmobiliaria ubicada en el centro de Asunción. “Buen día. Quiero comprar una propiedad en el Chaco”, pregunto a Viviana. “Sí, yo puedo atender su pedido, sin problemas”. Detallo a Viviana las características de la tierra que quiero comprar: alrededor de 10 mil hectáreas, con una masa boscosa virgen y cerca del río Paraguay. Mi interlocutora anota y me responde que en horas de la tarde me enviará un correo con la oferta, de acuerdo con las características que cité. Aclaro a Viviana que la efectivización de la compra se hará desde San Pablo, Brasil.
 
-¿No habrá problemas?-, pregunto.
 
-Ninguno-, responde. Agrega que realizan transacciones para cualquier lugar del mundo.
 
-Cuánto tiempo tardará la concreción de la transferencia de la propiedad a mi nombre.
 
-Rapidísimo, todas vez que el título de la propiedad que le ofrezca no tenga problemas y usted tenga la plata para pagar al contado-, responde.
 
Cuatro horas después, recibía en mi correo la oferta. Tiene un precio de 500 dólares la hectárea. El 70% de la propiedad es un espeso monte. La inmobiliaria cobraría una comisión del 5% si se concreta la venta. Todo dependía de mí.
 
Con este simple procedimiento virtual se han vendido, en los últimos 20 años, millones de hectáreas de tierra en el Chaco.
 
Los costos de las tierras varian si tienen alguna infraestructura montada. Foto: Miguel Armoa.
Los costos de las tierras varían; además del lugar, dependen de si tienen alguna infraestructura montada. Foto: Miguel Armoa.
 
Ramón Zavala, intendente de Irala Fernández. Foto: Diego Rivas.
Ramón Zavala, intendente de Irala Fernández. Foto: Diego Rivas.
 
“Los precios ridículos”
 
Uno que sabe aprovechar esta venta masiva de tierras es Rodrigo Artaveythia, el uruguayo propietario de la inmobiliaria Everdem Estudio 3000. Llegó al Paraguay allá por 1994, atraído por la primera gran ola de compradores de tierra. Descubrió la mina de oro que era toda la Región Occidental. Compró allí una estancia. La desarrolló. Luego notó que, por los precios bajísimos, los impuestos ridículos y la falta de control estatal, el Chaco era un paraíso para la especulación inmobiliaria y la producción ganadera. Así que, allá por el 2003, montó su propia empresa inmobiliaria. Gracias a sus contactos con el sector ganadero en Uruguay, fue uno de los que, en los últimos 10 años, vendió cientos de miles de hectáreas de tierras chaqueñas a sus compatriotas. La Asociación Rural de Paraguay calculó en el 2011 que más de dos millones de hectáreas de tierras fueron adquiridas en el Chaco por uruguayos. Artaveythia (con quien intentamos hablar infructuosamente) se benefició con este negocio fabuloso.
 
Una empresa agroganadera de capital uruguayo que aterrizó en el Chaco es Inversora Finbsury S.A.Hacia 1997, sus socios descubrieron por internet la mina. Sobrevolaron con su avioneta privada sobre la propiedad ofertada, les gustó y compraron las 130 mil hectáreas en el departamento de Alto Paraguay, cerca de cerro Chovoreca, en las inmediaciones de la frontera con Bolivia. Por entonces las tierras por hectárea en el Chaco tenían un precio risible.
 
“Eran precisos ridículos, entre 3 y 20 dólares la hectárea”, nos comenta sonriendo Alberto Olivetti, a quien encontramos en Mariscal Estigarribia. Es un uruguayo experimentado en administración de estancias que vino en 1999 al Chaco y trabajó ocho años en la estancia de Inversora Finsbury.
 
Aquellos precios de 5, 10 y 20 dólares la hectárea de los años ’90 fueron subiendo en la década del 2000 hasta llegar hoy a un promedio de 750 y 1000 dólares la hectárea. Los que compraron en los ’90 y vendieron en los 2000, se bañaron con dinero.
 
Ramón Zavala, intendente del municipio de Teniente Irala Fernández, de Presidente Hayes, también nos cuenta, con una mueca de humor negro, otra gran bondad del Chaco: “El valor fiscal fijado por el Poder Ejecutivo sobre el cual se calcula el impuesto inmobiliario para Irala Fernández es de 90.000 guaraníes por hectárea. El 1% de este valor fiscal (finalmente el impuesto efectivo) es 900 guaraníes. “¡O sea que un propietario con 1.000 hectáreas paga 900 mil guaraníes al año!”, comenta con sarcasmo Zavala. El intendente confirma que hace 18 o 20 años atrás los precios por hectáreas no pasaban de 25 dólares.
 
“Hacia 1999 los impuestos eran un cago de risa…”, cuenta Alberto Oliveti, con su típica expresión rio platense.
 
Lo que refieren Zavala y Olivetti se enmarca dentro de los irrisorios impuestos que el sistema tributario paraguayo aplica a la agroganadería: una base de 10% para la producción (Impuesto a la renta de actividades comerciales, industriales y de servicios) y la rentabilidad (Impuesto a la renta de las actividades agropecuarias), y un montón de exenciones fiscales. A diferencia de Brasil, Argentina y Uruguay, la legislación tributaria paraguaya no establece ningún impuesto diferencial a la inversión extranjera en agroganadería.
 
Artaveythia recordó en varías medios locales que en Uruguay el paquete de impuestos a la tierra, a la producción y a la renta alcanza un promedio del 35%. También recordó que una hectárea para la ganadería en el Uruguay oscila entre los 3.500 y 4.000 dólares. “Estas son las razones por la que los uruguayos vienen a Paraguay”, sentenció a un matutino local.
 
Nevercindo.
Nevercindo Bairros Cordeiro. Foto: Miguel Armoa.
 
La legión brasileña
 
Nevercindo Bairros Cordeiro es un próspero empresario agroganadero brasileño que llegó al Paraguay hace 22 años. Cordeiro cría ganado, capta inversiones y representa a algunas empresas extranjeras. Ayudó a que las cientos de estancias brasileñas de millones de hectáreas ocupen la rica franja del río Paraguay lindante con el Brasil. Las mejores y mayores tierras de Alto Paraguay y Presidente Hayes son de ganaderos brasileños. Administran sus estancias desde San Pablo, Rio de Janeiro o Mato Groso del Sur. “He alentado y asesorado a muchos brasileños a invertir en la ganadería en el Chaco, por los atractivos que tiene”, dice satisfecho en su casa de Asunción.
 
Cordeiro nos explica que la inversión ganadera brasileña en el Chaco es porque corren de los altos impuesto que en el Brasil se aplican a la tierra y a la ganadería: un paquete de impuesto de entre 30 y 40%. Y agrega que los precios de la tierra por hectárea para la ganadería es, en el Brasil, entre 5 y 10 mil dólares.
 
La legión de brasileños llegó al Chaco de la mano de Cordeiro y de muchas otras inmobiliarias. Uno de sus miembros es Marcelo Bastos Ferraz, apodado “el barón de la carne”, que compró unas 300 mil hectáreas en Alto Paraguay; o Jairo Neves, que posee unas 60 mil hectáreas, también en Alto Paraguay. Tranquilo Favero también aterrizó en el Chaco 12 años atrás con 134 mil hectáreas en Boquerón y 22 mil en Alto Paraguay. Cordeiro estima que la ocupación brasileña es muy superior a los dos millones de hectáreas ocupadas por los uruguayos.
 
Enrique Ratzflaf. Foto: Diego Rivas.
Enrique Ratzlaff, presidente de Ferheim. Foto: Diego Rivas.
 
La mayoría de los compradores extranjeros invierten en ganadería. Foto: Miguel Armoa.
La mayoría de los compradores extranjeros invierten en ganadería. Foto: Miguel Armoa.
 
La “agresiva” expansión menonita
 
Otra cara del acaparamiento de las tierras en el Chaco es el desplazamiento de los ganaderos paraguayos y brasileños de la Región Oriental hacia la Occidental. La disparada de los precios de la tierra en la región Oriental, sobre todo a raíz del valor que la soja le dio, obligó a muchos ganaderos como Tranquilo Favero a comprar tierras chaqueñas.
 
Ante esta masiva compra de tierras, los menonitas de las tres colonias (Ferheim, Loma Plata y Neuland) tampoco se quedaron perezosos, tal como nos dice Enrique Ratzlaff, presidente de Ferheim: “Sí, las cooperativas menonitas y sus socios ampliaron mucho sus propiedades comprando más tierras en el Chaco central”. El próspero ganadero David Sawazky estima que las tres cooperativas juntas tienen hoy alrededor de 2.500.000 hectáreas. Eduardo Martínez, concejal de Mariscal Estigarribia, cuenta que “los menonitas compran agresivamente todo lo que pueden en el Chaco central”.
 
El negocio inmobiliario en torno de las tierras del Chaco acrecentó la presencia de los propietarios extranjeros en el país. Según un informe del Fondo para la Alimentación Mundial (FAO) de las Naciones Unidas, de abril del 2012, en Paraguay se compraron 1,8 millones de hectáreas solamente entre el 2008 y el 2010 desde el exterior. Pero lo importante es que en las últimas dos décadas las empresas extranjeras compraron entre nueve y diez millones de hectáreas de tierras paraguayas. Lo que significa entre el 25% y el 30% del total de la superficie productiva del país.
 
Foto: Miguel Armoa.
Los grandes tanques australianos aseguran agua todo el año a los establecimientos chaqueños con recursos. Foto: Miguel Armoa.
 
Eduardo Martínez, concejal de Mariscal Estigarribia. Foto: Diego Rivas.
Eduardo Martínez, concejal de Mariscal Estigarribia. Foto: Diego Rivas.
 
 
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