La izquierda y las elecciones presidenciales

28/11/2013
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Se encuentra muy agitado el debate político electoral en el país. Lo que podría considerarse el bloque progresista que busca consolidar listas y candidatos a las elecciones de Congreso y presidenciales, tiene por el momento tres precandidatos presidenciales. Por el Polo Democrático Alternativo, Clara López, por la Unión Patriótica, Aída Avella, por la Alianza Verde hay seis postulados inscritos de los cuales se escogerá uno en elecciones primarias, entre Antonio Navarro Wolff, Camilo Romero, Enrique Peñalosa, Feliciano Valencia, Íngrid Betancourt y John Sudarsky.

 
A la izquierda la unen hoy temas como: la paz y el rechazo a la guerra. Que sólo un movimiento nacional por la paz con justicia social, será garante para que se ponga fin al conflicto armado. De esta forma la paz, y las condiciones para su estabilización, se convierte en la principal bandera de toda la izquierda.
 
Verdad, justica, reparación, reconocimiento y garantías de no repetición de crímenes de lesa humanidad que exalte y reconozca a las víctimas de la violencia en Colombia.
 
Una apertura democrática, que permita la participación política de la izquierda bajo garantías jurídicas, electorales, económicas y de seguridad.
 
El cambio del modelo social y económico basado en los TLCs y el neoliberalismo empotrado desde los 90s y amparado por la Constitución del 91, que llevó al país y la inmensa mayoría a más pobreza y exclusión social.
 
La democratización de la información y medios de comunicación alternativos e independientes. Para contrastar y balancear los medios de comunicación oficiales y privados que han tergiversado, manipulado y mentido hasta el absurdo sobre el conflicto y la realidad en que vive sociedad colombiana.
 
El fin del paramilitarismo y todas las formas conocidas de violencia que afectan la vida en los barrios, comunas, ciudades y el campo. Formas históricamente utilizadas y financiadas por la oligarquía en el poder con fines políticos, ideológicos y económicos. 
 
El bloque de poder oligárquico está hoy dividido entre quienes quieren continuar la guerra y quienes proponen una alternativa a ésta. La división en las clases dominantes se da entre la extrema derecha liderada por Álvaro Uribe que busca perpetuar su poder y la guerra como estrategia política; y la derecha que encabeza Juan Manuel Santos que busca el fin de la guerra por medio de los diálogos. Al candidato de la derecha, el presidente Santos, el más opcionado para conservar el poder, lo apoya La Unidad Nacional con la que gobierna, una alianza entre el partido Liberal, Cambio Radical y el Partido Social de Unidad Nacional (Partido de la U). Al candidato de la extrema derecha, Óscar Iván Zuluaga, lo apoya el partido Uribe Centro Democrático que aglutina al uribismo puro y duro. Ambas facciones comparten su alianza estratégica con el capitalismo global, los Estados Unidos y sus interés imperialista en el continente, el modelo económico neoliberal y todas sus derivaciones e implicaciones, como los TLCs.  
 
El ambiente en que se presenta el debate electoral en el país, transcurre en un momento en que se han dado una serie de hechos sociales, políticos y económicos que configuran un cuadro particular que favorece el campo de la izquierda.
 
Por una parte existe la posibilidad real, tras fracasados intentos, de poner fin a la guerra que tanto dolor y sufrimiento ha causado durante más de cincuenta años, mereciendo una paz estable y duradera a través de la Mesa de diálogos de La Habana entre el gobierno y las FARC (necesariamente también con el ELN y el EPL); o la de continuar la guerra como quiere el sector más conservador y radical de la derecha.
 
Por otra parte, el país acaba de atravesar por un intenso flujo en el movimiento social a través de las movilizaciones ciudadanas que alcanzaron una magnitud no vista desde el paro Cívico de 1977. Movimientos de protesta que desde los pequeños y medianos caficultores, campesinos productores de papa, cebolla, leche, arroz, comunidades de Zonas de Reserva Campesina, cultivadores de hoja de coca del Catatumbo, camioneros, hasta los trabajadores de la Drummond, etc., protagonizaron acciones masivas de lucha que sacudieron la relativa tranquilidad en la que la minoría oligárquica poderosa supone vive la mayoría. Movilizaciones populares que dejaron al descubierto el impacto negativo y arrasador de las políticas económicas del Estado inspiradas en el modelo capitalista globalizado de los TLCs.
 
A estos movimientos de protesta nacional se sumaron los estudiantes en las grandes ciudades a través de sus demandas por una educación universal, de calidad, gratuita y para las necesidades de la sociedad; y los empleados y trabajadores de la salud por el derecho a una salud digna para todos.
 
La elección de un candidato del bloque de izquierda para disputar la presidencia, es importante en la medida que exprese fuerza y respaldo popular para presionar a Santos a que se comprometa y concrete la firma de un acuerdo del fin del conflicto. Por eso es difícil pensar que alguien distinto a un representante de la oligarquía, que lleva cincuenta años combatiendo a quien no pudo derrotar por las armas, le toque firmar un acuerdo de paz duradero en La Habana.
 
En cambio un objetivo político muy importante de la izquierda en esta coyuntura, es debilitar la extrema derecha y hacerla retroceder de sus propósitos guerreristas. Eso nos conviene a todos, menos al uribismo. Y en eso consistiría una alianza táctica electoral, no en otra cosa. Ya sabemos a qué apunta la extrema derecha: ganar la mayor cantidad de escaños en el Congreso (donde se legisla y se hacen reformas, se toman decisiones sobre plebiscitos, convocatoria a una Constituyente etc.) y prepararse para volver a la presidencia, ya que ven difícil derrotar a quien consideran los traicionó y aprovecha el momento a favor de la paz y auge del movimiento popular para lograr su propósito.   
 
Es muy importante en esta coyuntura generar opinión, consciencia y necesidad de un cambio en Colombia en un momento en que hay un ascenso en la lucha popular y más sectores se unen a la causa de la paz con justicia social. Sin duda Juan Manuel Santos, a pesar de lo nefasto que ha sido durante los gobiernos de Uribe y los anteriores, ha dado el giro táctico desde las clases dominantes al buscar otra forma de hacer y entender la disputa por el poder en Colombia.
 
Se sabe que aún no hay plenas garantías para participar en igualdad de condiciones por el poder sin el temor de la amenaza o de la muerte en Colombia. Que tampoco tenemos la capacidad organizativa y el apoyo popular suficiente para atraer millones de votantes y alcanzar la presidencia. Pero la izquierda sí jugará, sin duda, un papel decisivo en la transición de un estado de guerra a uno de paz con justicia social en un contexto de nueva institucionalidad. Son cuestiones pertinentes ahora que corre tanta tinta sobre participación política y la posibilidad de un acuerdo de paz con justicia social, para profundizar en un debate sobre la coyuntura política electoral.
 
No hay dudas de que en este momento histórico, el país avanza entre quienes apuestan por dar un paso firme y seguro hacia un futuro en paz con justicia social, y quienes se empeñan obstinadamente en mantenernos anclados en el pasado oscuro de la guerra. Las próximas elecciones presidenciales si bien son un plebiscito sobre un gobierno que como los anteriores reprimió paros y promete mantener el modelo económico y los TLCs, serán ante todo un voto a favor de la paz que sin duda será mayoritario.
 
https://www.alainet.org/es/articulo/81269?language=es

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