Los adiestrados tramperos de la paz en Colombia

15/11/2013
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Un ministro de guerra pendenciero, un expresidente pacificida y unos medios de comunicación impostores

 
Juan Carlos Pinzón el recio ministro de guerra, Álvaro Uribe el obsesivo asesino de la paz (pacificida) y los medios de comunicación manipuladores conforman un perfecto trío de confabuladores contra la paz en Colombia, perseguida y desterrada por décadas de la faz de Colombia por los cazadores energúmenos de derecha.
 
El ministro de guerra colombiano cumple cabalmente su papel de azuzar en contra de la paz cada que abre la boca. No son palabras lo que pronuncia sino balas lo que dispara. No pierde oportunidad para enunciar con los bombardeos y el micrófono facilitado por los medios de comunicación tendenciosos, que las guerrillas de las FARC, en particular la columna Teófilo Forero, tienen un plan para asesinar al expresidente Álvaro Uribe, reconocido enemigo de la paz y aliado recalcitrante de los señores de la guerra, al Fiscal general de la nación y algunos congresistas, con la firme intensión de atacar los diálogos de La Habana cada que se da un paso concreto hacia el fin de la guerra.
 
Al trío de confabuladores contra la paz los atormenta, no el terrorismo de la guerrilla a la cual pueden contener militarmente, sino la posibilidad real de alcanzar un acuerdo político para poner fin a la prolongada guerra. Que de lograrse, abriría las puertas a una apertura democrática y una lucha por el poder político en un escenario diferente al que siempre han manipulado y controlado ellos. Ese es el verdadero fantasma que recorre Colombia y que no los deja vivir tranquilos.
 
No los perturba para nada la miseria en que viven millones de colombianos o el dolor de miles de víctimas del terrorismo de Estado y del paramilitarismo o el sufrimiento de los desplazados y expropiados de sus pequeñas parcelas de tierra o el de los cientos de amenazados de muerte o el de miles de presos encarcelados injustamente o el sufrimiento de miles de enfermos haciendo cola en los hospitales para recibir atención médica pronta y digna o el reclamo justo de trabajadores y empleados por salarios justos o el clamor de miles de estudiantes y jóvenes por el derecho a una educación de calidad y gratuita, nada de eso los perturba sino la posibilidad de una paz justa y duradera que cada vez gana más adeptos y amenaza en convertirse en un gigantesco movimiento nacional por la paz con justicia social.
 
El bien entrenado y filibustero ministro de guerra, el expresidente pacificida y los medios de desinformación masiva cuentan con sólidos aliados en un país donde guerrear ha sido el verbo conjugado contra todo lo que huela a cambio de modelo político, por una oligarquía que se aferra a sus privilegios y defiende su poder a un altísimo costo en vidas y presupuesto sosteniendo una penosa guerra. De ahí que, considerar la posibilidad real de una apertura democrática que abra las puertas a la oposición política históricamente excluida y a los millones de condenados a la postración y miseria, ha sido su dolor de cabeza, el fantasma que la acosa hace décadas. ¿O qué otra razón distinta a una falacia explica los fracasos de los distintos intentos de paz y que continuemos en una guerra baldía desde hace cincuenta años?
 
Tan callado que anda medio mundo. Y tan alborotada sobre todo el estrato oficial y oportunista del establecimiento, sus voceros ministeriales, los altos mandos militares y los señores de la guerra. ¿Cómo es posible que ante las graves afirmaciones del testarudo ministro de guerra de que las FARC tienen un plan para atentar contra el pacificida Uribe, el Fiscal general de la nación y algunos congresistas, en el momento en que se avanza en la Mesa de diálogos de La Habana sobre garantías de participación política, se dé por cierta la “noticia” y se lance una campaña publicitaria para desprestigiar y atacar a uno de los actores de la mesa que busca la paz, y en cambio se respalda y apoya sin el más mínimo cuestionamiento al mayor enemigo de ésta en Colombia?
 
 Muy pocos se han preguntado a profundidad cuál es el origen y la veracidad de esas afirmaciones y, en cambio, dan credibilidad a lo que anuncian a cuatro vientos los medios de desinformación masiva, el llamado tercer actor de la guerra. ¿No deberían estar los medios de comunicación impostores sentados en la mesa de diálogos de La Habana discutiendo su papel en el conflicto armado colombiano? ¿Por qué no deponen las armas de la mentira y la manipulación ellos también? 
 
No contentos en disparar contra la mesa de diálogos de La Habana, los cabecillas de la guerra tampoco descansan en sus acusaciones contra Marcha Patriótica y el movimiento social y político cuando afirman que es financiada por las FARC. Mucha gente en Colombia todavía cree en las mentiras del lenguaraz ministro de guerra y calla sobre sus falsas acusaciones y ataques contra los diálogos, y con su silencio le restan importancia o cohonestan con esas infames acusaciones a sabiendas, tan cortos de memoria, que la nuestra ha sido una sociedad intimidada por el asesinato colectivo y sistemático de la oposición política y cuyo record difícilmente lo iguala otra.
 
 ¿Por qué callan y permiten que tomen fuerza las cobardes pero gravísimas acusaciones del Ministro de guerra Juan Carlos Pinzón? ¿Por qué en Colombia, sabiendo que nos ha costado tanto la guerra y casi no ha existido paz, en lugar de un ministerio para la guerra no pensamos en uno para la paz y la justicia social? Señores de los medios de comunicación, ¿Por qué quieren con su publicidad cómplice empeñarse sólo en la guerra y no la paz?
 
"Esas organizaciones terroristas han optado por tratar de movilizarse hacia lo que llaman el movimiento de masas y han aparecido temas como la tal Marcha Patriótica, que yo aquí puedo decirlo con claridad eso está financiado en buena medida por la organización terrorista de las Farc", dijo el ministro de guerra, quien desde el poder sigue azuzando la muerte. No es realidad un defensor de la legalidad y la ley sino un pacificida como su mentor, el expresidente Uribe.
 
 ¿Quién le va a decir al señor ministro que atacar la libertad de organización a que tenemos derecho todos y todas en Colombia, no democratiza la sociedad sino que la aterroriza y radicaliza? ¿Será eso lo que pretende, aterrorizar y acusar de nuevo, como antaño lo hicieron con la UP y otras organizaciones políticas legales que fueron vilmente masacradas?
 
¿Por qué guardan silencio los grandes medios de comunicación comerciales en Colombia ante tan grave y nefasto señalamiento? ¿Quieren de nuevo ser cómplices de la campaña de terror y falsas acusaciones del señor ministro de guerra?
 
 ¿Qué será lo que tiene Marcha Patriótica que tanto le temen desde el poder? ¿Qué los asusta de Ella, que se convierta en un masivo movimiento social y político que desafíe la mentira, el engaño, la corrupción, la criminalidad y la ilegitimidad institucional de este régimen político? ¿Temen que tengamos el poder, la convicción, la razón histórica, la audacia y la capacidad de convocar a la gran mayoría ciudadana indignada de este país? Si es así, vale entonces la pena que nos teman.
 
¿Quién le va a decir al pendenciero ministro, al pacifida expresidente y a los impostores medios de comunicación que cuando se siembran vientos de guerra se cosecharán tempestades de muerte?
 
 Pese a los oscuros nubarrones que se ciernen sobre nuestro país, la esperanza también tiene asiento en la sociedad. No todo es blanco y negro a nuestro alrededor. Por ello existe también un movimiento social y popular que junto a millones de ciudadanos honestos y dignos no creen más en la continuidad de la guerra y apoyan decididamente los diálogos de La Habana como una solución sensata y necesaria al conflicto armado.
 
14 de noviembre del 2013
 
Adelaida Nikolayeva
Ensayista, poeta y activista de Marcha Patriótica. Estudiante de ciencias políticas.
 
https://www.alainet.org/es/articulo/80852
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