Patria Grande

Un proyecto necesariamente continental

15/09/2013
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“Patria Grande” hace referencia al continente nuestro americano y enfatiza la búsqueda histórica de horizontes comunes, emancipatorios, de nuestros pueblos latinoamericanos. Concepto enunciado por uno de los libertadores de América, Simón Bolívar, ha tenido vigencia desde las luchas anti-colonialistas de fines del siglo XVIII forjando una identidad común en los pueblos de este continente. Este nombre reivindica a luchadores como José Martí cuando en la batalla independentista de Cuba alertaba sobre los intereses imperialistas de Estados Unidos y planteaba la necesidad de caminar hacia una segunda y definitiva independencia; rescata la lucha incansable de Juana Azurduy o nos remonta a recordar las gestas heroicas del ejercito libertador de San Martin en las contiendas independentistas de Argentina, Chile y el Perú.
 
Dictaduras militares, oleada neoliberal y la articulación de la resistencia
 
Como decíamos, nuestros pueblos fueron forjando una identidad común a pesar de las particularidades regionales y nacionales, y esa construcción estuvo en gran parte asociada a la identificación del enemigo común: las políticas colonialistas de los países Europeos primero, y la lucha contra los intereses imperialistas de los Estados Unidos, luego. Su manifestación más reciente y clara fue la imposición de dictaduras militares -casi simultáneamente- en todos los países del continente, frente a las cuales la organización popular actuó de forma solidaria; planteando centralmente la defensa y respeto de los derechos humanos.
 
Las dictaduras durante las décadas de los 70´ y 80´ hicieron propias las recetas de la globalización neoliberal, abrieron paso a la liberalización económica, en clara obediencia a las directivas imperialistas comandadas por Estados Unidos. Este avance produjo desde sus comienzos diferentes modos de resistencias que se expresarían en el tiempo a lo largo y ancho del continente. Sin lugar a dudas el Caracazo del 1989 debe leerse como el evento que dará inicio  a una creciente resistencia de los pueblos al avance de las políticas de corte neoliberal decretadas para América Latina, y que tuvieron su cara visible en el tratado de Libre Comercio para las Américas (ALCA). Durante la década de los noventa irrumpen en la escena política diferentes levantamientos indígenas en Ecuador, levantamientos que llegaron a destituir presidentes constitucionales. Es importante mencionar que muchas de estas revueltas y movilizaciones, sobre todo en la zona andina y centroamericana, se dan en el marco de la Campaña Continental 500 Años de Resistencia Indígena, Negra y Popular impulsada por diferentes sectores del campo que van a dar origen, en un proceso de acumulación de luchas y organización, a la Coordinadora Latinoamericana de organizaciones del campo (CLOC).
 
El levantamiento indígena en el sur de México promovido por el Ejercito Zapatista de Liberación Nacional en el año 1994 pone en agenda mundial las demandas históricas de pueblos marginados desde los tiempos de la Colonización. Para fines de los ‘90, las resistencias a las políticas neoliberales se generalizaron en todo el continente; diferentes sectores están movilizados en contra de las fuertes políticas desregulatorias que han promovido la desintegración de los tejidos sociales, la expulsión de millones de familias campesinas de sus territorios o la imposibilidad de acceso a las necesidades básicas para vivir. En Argentina florecen movimientos que expresaron una sociedad que ante el vaciamiento del estado y la pérdida de miles de puestos de trabajo, salen a cortar rutas para demandar al gobierno de turno soluciones frente a los críticos niveles de pobreza. Este proceso de lucha desencadenará en la rebelión popular más contundente de la historia Argentina, el 19 y 20 de diciembre del 2001. En Bolivia el movimiento indígena y campesino se resiste a la privatización del agua y comienza un ascenso del conflicto social que desemboca en la llegada al gobierno del actual presidente indígena Evo Morales Ayma que avanza en un proceso constituyente apoyado por grandes sectores de la población. Toda esta movilización continental tiene su correlato en términos de acumulación y disputa contra-hegemónica en la construcción de una plataforma de lucha contra el ALCA que va a tener como consigna el NO al ALCA y va a lograr frenar la aprobación de este tratado en el año 2005 en Mar del Plata, Argentina.
 
De la resistencia a la prefiguración, EL ALBA
 
En el 2004, impulsados por la creciente movilización popular que recorría el continente, el presidente de Venezuela, electo en 1998, Hugo Chávez Frías y el incansable líder revolucionario Fidel Castro, lanzan la Alianza Bolivariana para los pueblos de nuestra América (ALBA) parafraseando al casi derrotado proyecto del ALCA. Esta nueva iniciativa plantea la necesidad de buscar nuevas formas de integración donde la solidaridad y la complementación entre los pueblos sean pilares fundamentales de las relaciones entre los países,  y dejen cada vez más de lado las lógicas de mercado y competencia. Es así que desde el ALBA se inicia y visibiliza un proyecto declaradamente antiimperialista; un proyecto que desde la consciente necesidad del protagonismo popular, pretende quebrar lazos de dependencia con los poderes hegemónicos y aspira a la autodeterminación de los pueblos y su soberanía. El proyecto del ALBA avanza con misiones internacionales como la operación milagro o el programa de alfabetización yo si puedo llegando a millones de personas que nunca han tenido acceso a la salud o la educación. Luego de la estatización de PDVSA por parte del proceso bolivariano, Venezuela lanza PetroCaribe, un mecanismo de integración basado en el abastecimiento de petróleo a países del Caribe y Centroamérica con escasas posibilidades de obtener este recurso que ha servido para consolidar la integración regional y el fortalecimiento de la influencia del proceso bolivariano en la región.
 
Luego de la derrota del ALCA, el imperialismo diversifica sus estrategias de dominación, avanzan los tratados de libre comercio bilaterales y el control territorial a partir de la instalación de bases militares y refuerzan su estrategia de disputa ideológica y cultural a través de los medios masivos de comunicación. De esta forma se establecen en nuestro continente, tres proyectos dinámicos, con tensiones entre si y que buscan avanzar en influencia sobre la mayor cantidad de países de la región. Por un lado el ya mencionado proyecto del ALBA que a pesar de sus contradicciones en los marcos nacionales, sus avances y retrocesos, los países que lo conforman, sobre todo Cuba, Venezuela, Bolivia, Ecuador y Nicaragua, configuran un campo de clara resistencia al capitalismo y búsqueda de construcción de otros paradigmas civilizatorios. A medida que crean y extienden proyectos de cooperación que se construyen en su seno, los países del ALBA conforman también una plataforma política imprescindible para la puesta en marcha de mecanismos de integración más amplios como UNASUR y la CELAC, primer organismo que incluye a todos los estados de América y excluye a Estados Unidos y Canadá. 
 
Al proyecto del ALBA, se le contrapone un proyecto impulsado por Estados Unidos que tiene como principales socios a Colombia, Chile, Perú y México y que se ha dado a llamar Alianza del Pacifico. Esta iniciativa intenta frenar los procesos de integración continental impulsados por el ALBA como el UNASUR y la CELAC, pero también sumar adeptos como es el caso del Paraguay a partir de su reciente golpe de estado, o al gobierno de derecha en Guatemala.
 
Entre los países del ALBA y los de la Alianza del pacifico, los gobiernos de Brasil, Argentina y Uruguay siguen firmes en la pretensión de un “equilibro” entre la ampliación de derechos civiles y un capitalismo con mayor control y regulación por parte del estado. Este modelo está mostrando limitaciones estructurales ejemplificadas en el golpe de los salarios, la inflación y los aumentos de tarifas que, por ejemplo, en Brasil ha producido una movilización popular de características históricas que han cambiado diametralmente la situación política del país más importante de la región.
 
Afirmamos entonces que desde el año 2009 a nivel continental se abrió una nueva etapa marcada por hechos de diversa índole que merecen atención y análisis, ya que las dinámicas geopolíticas regionales están articuladas y condicionan los destinos de toda la Patria Grande. Es decir, la reflexión y la acción conjunta por parte de los pueblos adquiere en este contexto mucho valor: no hay posibilidades de pensar un proyecto político, social y económico solamente en los marcos nacionales. Nuestro destino está estrechamente vinculado al futuro de nuestro continente.
 
Emergente de la crisis capitalista, procesos de cambio y desafíos del movimiento popular
 
Como señalamos anteriormente, en nuestra historia reciente continental vivimos un período desde la elección de Chávez en 1998 hasta la eclosión de la crisis internacional en el año 2008. Esta etapa se caracterizó por un avance de la movilización popular y procesos progresistas en nuestra región. A partir del 2008 se fortalece la contraofensiva por parte de los Estados Unidos, evidenciándose en el 2009 el golpe de estado en Honduras, país que había adherido a los principios del ALBA y que pone sobre el tablero de juego una metodología que se creía del pasado. En junio de 2012 se produce otro golpe de estado, ahora al sur del continente, en el país limítrofe del Paraguay. Estos dos hechos se suman a la creciente instalación de bases militares en zonas estratégicas de Nuestramérica, la reactivación de la IV flota y expresiones de derechas locales que buscan ganar consenso y rearticular expresiones políticas que les permitan avanzar inclusive en disputas institucionales.
 
Para hacer frente a esta contraofensiva imperialista no basta con medidas tácticas. Es necesario un salto cualitativo en los países que hoy viven procesos de cambio, así como también en las iniciativas de integración regional. Esto es necesario porque además de la contraofensiva de Estados Unidos, vivenciamos un agotamiento del patrón de acumulación que caracterizó el primer ciclo progresista, cuyo sustento fue redireccionar parcialmente la renta y riquezas generadas por las altas tasas de crecimiento económico hacia los sectores populares. Ello fue posible sólo por algún tiempo y con cierto nivel de éxito, ya que la dinámica capitalista no permite, en contextos de crisis, la ampliación de políticas orientadas a la igualdad social, la soberanía y la integración regional.
 
La crisis internacional replanteó los comportamientos de los patrones de acumulación y al mismo tiempo reafirmó la necesidad de generar reformas estructurales que permitan ampliar de forma rápida y cualitativamente la productividad social, el bienestar, la democracia política, la soberanía. En la sustentabilidad de estas reformas estructurales depende, en buena medida, la integración regional.
 
Los aires de cambio fruto de los procesos constituyentes de los países del ALBA se enfrentan al desafío de profundizar de forma práctica y teórica los modelos de transición al socialismo, y es allí donde radican las reales posibilidades emancipatorias de nuestro continente. El legado que nos ha dejado el comandante Hugo Chávez Frías es de fundamental importancia para continuar en la reivindicación de los procesos de transformación, profundizarlos e ir por más. El programa de la patria realizado para las elecciones presidenciales de octubre del 2012 es una imprescindible guía de avance que hace realidad los desafíos propuestos; la Venezuela de Chávez, que hoy lidera Nicolas Maduro, demuestra que es posible realizar el sueño de independencia, de justicia, de soberanía con protagonismo popular. Por ello valoramos la concreción de un pueblo en revolución, y aspiramos caminar desde nuestra Patria Grande hacia el horizonte de liberación que soñaron los libertadores y al que anhelamos los pueblos, en la perspectiva de lo que el propio Comandante Chávez ha concebido como el Socialismo del Siglo XXI. El legado de uno de los grandes líderes del siglo XXI hoy está diseminado por los pueblos de Nuestramérica, Chávez somos millones de campesinos, de trabajadores, de mujeres, de indígenas, de los humildes que luchan cotidianamente contra las injusticias de este sistema desigual y excluyente.
 
Desde esta perspectiva hace varios años se viene trabajando en una articulación de movimientos sociales que identifican en el ALBA un horizonte estratégico. Este año se realizó su primera asamblea continental donde participaron movimientos sociales de 21 países, consiguiendo un paso más para una integración popular de Nuestramerica donde los movimientos sociales y sus organizaciones tienen un rol fundamental. Esta plataforma tiene como tareas centrales el promover una estrategia de formación política de dirigentes y pueblo organizado a nivel continental, profundizar la articulación de medios de comunicación alternativos para tener mayor eficacia en la disputa ideológica contra los medios masivos, articular cada vez mas nuestras agendas de movilización y coordinar acciones de solidaridad activa con los pueblos del continente y del mundo.
 
La contracara al proceso que se vive en Venezuela es el de su país limítrofe Colombia; nación subsumida a las políticas imperialistas donde se desarrolla un conflicto social armado hace  más de 50 años. Hace ya algunos meses se ha construido una mesa de diálogo entre el gobierno y las fuerzas insurgentes de las FARC donde se espera poder llegar a un acuerdo para el cese del conflicto armado con avances en materia de justicia social y demandas históricas para el pueblo colombiano. La creciente movilización popular de millones de personas es la garantía genuina para que este proceso de negociación avance. El reciente paro nacional agrario y popular ha posibilitado la articulación de diferentes sectores sociales detrás de unos de los problemas sociales más sensibles del país caribeño. Millones de familias campesinas han sido desplazadas por las políticas neoliberales de los últimos gobiernos y la consolidación de un modelo del agro negocio y extractivista ha desencadenado en las últimas semanas uno de los conflictos más importantes que ha vivido Colombia.
 
América Latina ha sido un lugar de referencia en las últimas décadas para los pueblos del mundo que buscan horizontes de libertad. Procesos que ponen énfasis en el protagonismo popular son estratégicos y fundamentales en estos momentos para una América Latina como las que soñaron San Martin, Juana Azurduy, el Che, Chávez y tantos otros líderes revolucionarios. Como pretendimos expresar en este recorrido la dimensión continental de nuestro proyecto no es un plano accesorio; es más bien pilar fundamental para forjar la construcción de alternativas populares afirmadas en la vocación de transformaciones radicales que necesitan nuestros pueblos, que visualizan al socialismo como bandera, como proyecto, como creación heroica.  Resulta imprescindible mirar nuestro continente para pensar los desafíos que tenemos planteados en cada uno de nuestros países, en nuestras estrategias de construcciones en los marcos nacionales.
 
Tanto Bolívar como San Martin y sus ejércitos libertadores lucharon por un Patria Grande, hoy sus legados están más vigentes que nunca. Nuestro comandante Chávez ha revalorizado la dimensión continental y ha actualizado sus idearios: es ahora la hora de los pueblos para avanzar hacia la segunda y definitiva independencia.
Septiembre 2013
 
Manuel Bertoldi
Militante del Frente Popular Darío Santillán-Corriente Nacional. Miembro de la secretaria operativa de la articulación de movimientos sociales hacia el ALBA
 
Artículo publicado en la revista Patria Grande, Agosto 2013, Argentina.
https://www.alainet.org/es/articulo/79313
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