La involución actual: cometarios a “De animales a dioses”

19/11/2020
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Foto: https://www.lectura-abierta.com
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Los primeros títulos del libro (1) exponen una excelente compilación evolutiva primigenia integrando recientes aportes de la genética, la biología, la arqueología, la antropología física, la prehistoria y la historia antigua; sin embargo, no incorpora la epigenética, tampoco la evolución de las sociedades y de la conciencia. En lugar de investigar a quienes han estudiado la evolución de las sociedades, atropella siglos de aportes científicos con clichés novedosos -sin ningún sustento-, y anécdotas de la historia escrita, por lo general, casos particulares imposibles de generalizar (lo que denota una gran erudición aristocrática-burguesa neocolonial unipolar y globo-capitalista, y pocos conocimientos sobre la importancia de la generalización en las ciencias sociales y las exactas).

 

Por otra parte, se evidencian parcializaciones apresuradas, errores conceptuales, e inadecuado uso de la interpretación cualitativa y de las comparaciones cuantitativas relacionadas, principalmente, con las ciencias sociales (2). Para mencionar algunos ejemplos, se concibe a la evolución del lenguaje a partir del “chismorreo” (pp. 36-40), y se utiliza el término “ficción” en forma inadecuada (pp. 38-60) ya que, más bien, lo que define como “ficción” se trata de la tan estudiada capacidad de ‘abstracción’, una función cerebral que surge y se desarrolla junto con el lenguaje, cuya conjunción permite y explica, sobre todo, del uso generalizado de símbolos como singular característica de nuestra cultura. Esta emergencia de la capacidad de abstracción y su importancia para el desarrollo del lenguaje y la transmisión cultural, además, puede ser observada y contrastada -por todo interesado en el tema-, hasta en el cotidiano desarrollo de la niñez que a borbotones alegra su alrededor.

 

Similares parcializaciones y errores son muy frecuentes en algunos arqueólogos y paleontólogos –y ahora se incluyen los genetistas- que imaginan sociedades, sistemas “políticos” y culturas (pp. 39-57) a partir de unas pocas evidencias fósiles y que, además, utilizan significados actuales desde una perspectiva etnocéntrica como la “eficiencia” (pp.64-65), o la “defensa de la cultura” (pp. 192-193). El etnocentrismo se basa en la creencia de que el tiempo que ha pasado no es de mayor importancia, y que no existen culturas diferentes de igual valor que la nuestra, por lo que es legítimo interpretar la evolución y la diversidad desde una única y reducida percepción individual.

 

Para sustentar que los cazadores-recolectores de hace más de 12.000 años eran “violentos”, compara “400 esqueletos” con la población mundial actual (p. 77), cuando ni en términos cualitativos ni cuantitativos son comparables: 400 esqueletos entre los que pueden existir accidentes frecuentes dado la misma caza de grandes animales, y que, por otra parte, no puede ser considerado una muestra, simplemente, porque no es posible determinar su universo a nivel mundial; versus, más de 8.000 millones de personas del presente, y en condiciones totalmente diferentes.

 

Otros usos inadecuados de los conceptos es llamar “cooperación” a la esclavitud, el servilismo y la explotación, incluso, luego de reconocer alegremente que “suena muy altruista” (p. 123), llegando al extremo de calificar como “redes de cooperación” a “las prisiones y los campos de concentración” (p. 124). Otros casos son: afirmar que “las compañías de responsabilidad limitada” (corporaciones) “no puede ser señalada; no es un objeto físico.” (p.43); que “los derechos humanos son invenciones de nuestra fértil imaginación” (p. 46); o, que la “libertad … solo existe en la imaginación” (p. 128). Sostener esto es confundir la ‘objetividad’ con la ‘aplicación general y permanente’ y desconocer el valor de la ‘imaginación’ para crear: que no siempre se apliquen los derechos humanos o la ley en general, no los convierte en una ficción o mera creación imaginativa, al igual que un tren o cualquier objeto fabricado con mucha imaginación, el cual, de hecho, no siempre está en uso o en movimiento.

 

Calificar de “revolución” al genocidio y saqueo de los indios norteamericanos durante “los siglos XVII y XVIII” (p. 193), o sostener que el “diseño inteligente” -que según el autor comprende: “la ingeniería de vida inorgánica”; “la ingeniería biológica” (ingeniería genética, entre otras posibilidades) y, “la ingeniería de ciborgs”-, podría “sustituir” a “la selección natural” (pp. 437-438), esto sí que es mucha imaginación convertida en una ficción sin contraparte objetiva. Para ello se requeriría nada más que casi eliminar o reemplazar a la naturaleza y, por tanto, a nosotros mismos: un suicidio masivo sin retorno.

 

Hasta donde alcanzan mis escasos conocimientos, con excepción de Evans-Pritchard –y tal vez, uno o dos científicos más- los autores de antropología sociocultural citados, no son los más representativos; tampoco cita a profesionales de las ciencias sociales que hayan logrado aportes significativos. Su obra o “relato” como la denomina (p. 15), en general carece de rigurosidad científica porque no separa en forma clara sus contribuciones de las citas de otros numerosos documentos: casi no usa las comillas para ello, y entonces habría que tener acceso a los documentos para conocer el texto o las ideas que ha tomado de otros escritores.

 

En conclusión, “De animales a dioses” refleja la gran crisis del período de involución que sufre actualmente la humanidad. A medida que se avanza en la lectura del libro, se va incrementando el sutil y sofisticado sensacionalismo y manipulación científica del sistema para vender simpatía hacia la opresión de las corporaciones que no respetan ni ley, ni dios, ni patria: este libro anuncia la posibilidad del lawfare, el mismo que de forma similar podría ser aplicado a los científicos.

 

Se puede interpretar a este texto como el ‘Trump’ de la antropología sociocultural y de las ciencias sociales en general. Más bien parece un libro de “ciencia ficción”, tanto así, que el mismo autor tiene que negarlo, al menos, parcialmente (p. 451). La obra también pudiera ser utilizada -y con mayor ‘éxito sistémico’-, como guion de una película hollywoodense al más puro estilo manipulador de la cultura dominante de postguerra; claro, actualmente bajo el mito de la globalización –y este sí un mito de existencia muy objetiva- que se blande como el falso relato que contribuye al inmenso e ilegítimo lucro que las corporaciones transnacionales obtienen en desmedro de las grandes mayorías.

 

Referencia y nota

 

(1) Harari, Yuval Noah (2016). De animales a dioses. Breve historia de la humanidad. Bs. As. Penguin Random House.

 

(2) Lo que se entiende por ciencias sociales no siempre incluye a disciplinas como: economía, política, historia escrita, pedagogía y psicología social, las mismas que en este caso, por su relevancia para la pretendida “Breve historia de la humanidad”, requieren ser vinculadas de forma explícita.

 

Quito-Ecuador, noviembre, 2020

 

 

 

 

 

https://www.alainet.org/es/articulo/209845
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