Obstáculos al desarrollo de la conciencia: el caso del “arroz verde”

11/09/2019
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Resumen

 

Una sociedad en la que la mayoría de sus miembros se caracterizan por un desarrollo medio del ego, con necesidades de integración a grupos sociales e identificaciones inconscientes, es fácil presa de la manipulación de grupos cerrados y de los medios de comunicación.

 

Summary

 

A society in which the majority of its members are characterized by a medium development of de ego, with needs of integration to social groups and unconscious identifications, is easy prey to the manipulation of closed groups and the media.

 

Palabras claves

 

Conciencia – grupos sociales – pertenencia - consumidores – noticias

 

Key words

 

Consciousness – social group – membership – consumers – news

 

La “conciencia” o “emergencia de la mente” (Wilber, 1997: 14) funcionando en la vida cotidiana a nivel superficial, capta la realidad de manera inmediata, sin mayor reflexión, porque las actividades por lo general son repetitivas y no exigen profundización ni ampliación de los temas. De esta manera, lo que sucede (como una casual invitación a reuniones religiosas, o a alentar al equipo deportivo de preferencia) y lo que se oye (por ejemplo, en los medios de comunicación) es percibido, filtrado e interpretado de conformidad con el sistema de signos o significados que utiliza la gran mayoría de la población, es decir, con el nivel de conciencia individual y colectiva más difundido: se toman a los eventos como un hecho normal, al que uno se puede adscribir sin ningún cuestionamiento.

 

Nuestra sociedad o, dicho de otra manera, la integración socioeconómica y cultural de la mayoría de sus individuos, se caracteriza por un nivel egótico medio/1 en el que todavía se presenta una fijación de pertenencia grupal reforzada por identificaciones exclusivas, es decir identificaciones restringidas o cerradas que se producen de forma inconsciente/2 (algo similar y en diversos grados, sucede en muchos países latinoamericanos). Las percepciones del mundo que se hallan encerradas en la perspectiva de un determinado grupo, establecen una concreta limitación para asociar, interrelacionar, comprender, adoptar y compartir las perspectivas de los demás, y para explorar la riqueza de otros contextos: la relación del individuo con el grupo se torna dependiente en forma progresiva, y las limitaciones son mayores cuanto más ortodoxo, fanático o cerrado sea el grupo de pertenencia.

 

Esta necesidad de amor, de aceptación, de pertenencia, o de integración a grupos sociales, inicia muy temprano en la vida -desde los 2 a los 4 años de edad-: su posterior y lento desarrollo pasa por la adquisición del lenguaje y por etapas de cognición-socialización que le otorgan autonomía a la niñez; de esta manera, la persona logra expandir e interrelacionar paulatinamente su participación desde el grupo familiar al barrio, luego al sistema educativo, posteriormente al trabajo, a la comunidad en general, etc. Todo este proceso -ya en el período que va desde los 7 a los 12 años-, también se presenta acompañado del aprendizaje de nuevos roles y normas -a veces diferenciadas para cada uno de los grupos-, en los que el ego-persona medio se desenvuelve como hijo o hija, amigo o amiga, compañero o compañera, hermano o hermana, vecino o vecina, etc.

 

Las conocidas maras, patotas, bandas, pandillas, jorgas, etc., con sus modas y estilos de vida diferenciados de manera muy marcada, son comunes durante la adolescencia y pueden perdurar hasta la juventud, etapas en las que la conciencia todavía no asocia ni se expande hacia la sociedad y hacia la cultura en general. Esta progresiva expansión, asociación e interrelación de la conciencia requiere también de previos aprendizajes de distintas reglas o normas y conlleva, además, un ensayo de diferentes roles que pueden ser aceptados y compartidos en el seno de grupos semi-endógenos, mediante una protegida adhesión grupal.

 

De esta manera el individuo va conformando diferentes sub-personalidades basadas en roles y normas dispersos, que posteriormente deberían ser superadas, asociadas, interrelacionadas e integradas en una persona o ego adulto. Si este proceso no se puede desarrollar, o es constantemente obstaculizado por la familia y/o la sociedad, termina fijado en un ego medio con necesidades de pertenencia-aceptación agravadas por identificaciones exclusivas, es decir, inconscientes: gradualmente irá aceptando que la aprobación de los demás depende de su adhesión incondicional a un grupo. Como no se produce la necesaria desidentificación de las subpersonalidades asociadas a grupos cerrados y, por tanto, su ego no madura, no se integra, ni fortalece, termina sucumbiendo ante los hechizos endógenos -y supuestamente protectores-, que presentan ciertos “líderes” anclados en el narcisismo de las narraciones de contactos del tercer tipo, o en el advenimiento de grandes catástrofes y/o de épicas liberaciones. En este estado de pertenencia inconsciente al grupo, el “líder” se halla en condiciones de exigir a sus miembros el abandono de la familia, la donación de sus posesiones y hasta la entrega de la misma vida. Dado este escenario, es posible observar frecuentes fijaciones de algunas de las sub-personalidades del ego medio o inferior, como los numerosos fanáticos del fútbol, de alguna religión o secta, o de personas famosas, etc.

 

Aunque haya pasado lo que se considera el período de la juventud (de 16 a 29 años), todavía se observa la muy común adhesión a clubes deportivos, religiones o a sectas con claros signos de fanatismo. Tal vez el más claro síntoma de la falta de superación de esta necesidad de pertenencia, es la gran aceptación y éxito de las misiones religiosas específicas que persiguen la formación y manipulación política -muy cuidadosamente solapada- de las personas. Uno de los casos más evidentes es el Opus Dei en Chile, que a pocos días del golpe militar al Presidente Allende, llegó a dicho país para apoyar al dictador Pinochet: en la actualidad, se estima que existen más de 60.000 empresas reclutadas en dicha organización y después de décadas de injusticias, no ha sido posible cambiar la Constitución dictatorial pinochetista, y no ha triunfado ningún otro gobierno de clara y franca tendencia democrática en Chile. En el caso del golpe blando a Dilma en Brasil y, sobre todo, en el triunfo del neonazi Bolsonaro, es conocido el importante y decisivo papel que han jugado las organizaciones evangélicas.

 

En Ecuador, en cambio, la manipulación de la mayoría de medios de comunicación, de la evangelización y de la catequesis, estuvieron acompañadas, además, por la flagrante traición del candidato ganador de la presidencia a: su país, su partido, al plan de gobierno y a la democracia en general; al parecer, un hecho sin precedentes.

 

En el mundo occidental la manipulación mediática juega un papel tan importante como las misiones religiosas y/o el fútbol, al reforzar o exacerbar las características del ego medio a través de la fijación de necesidades de pertenencia con identificaciones exclusivas inconscientes. El constante y vacío parloteo sobre noticias del fútbol, de la realeza, de la farándula, o de la moda occidental, en no pocas ocasiones termina siendo el motivo de la vida de muchos adolescentes, y a veces lo conservan por largo tiempo en la vida. Lo mismo sucede con la adhesión permanente a alguna religión o secta, dado que existen canales y radios dedicados a difundirlas mediante una exposición semanal -a veces diaria- a las catequesis o a prácticas relacionadas.

 

A estos aparatos, ya sea el radio o la TV., que casi siempre permanecen encendidos durante muchas horas al día y que funcionan casi en todas partes, también se suman las redes sociales y, aunque éstas últimas pueden ser utilizadas evitando gran parte de sus influencias nocivas, esto no parece ser un hecho mayoritario. La exposición abierta e inadvertida a las constantes noticias y a la publicidad, cumple una función claramente manipuladora, no sólo por los contenidos que exponen, sino –y lo que es más preocupante- por la obstaculización de las posibilidades de desarrollo de la conciencia de la gran mayoría de los ciudadanos, con mayor fuerza en el caso de quienes no disponen de la educación y especialmente del tiempo para reflexionar (como, entre otros segmentos, gran parte de la población que para subsistir, debe trabajar ocho horas al día, o más).

 

Toda esta manipulación se halla efectivamente relacionada con la formación de consumidores, debido a que el ego medio dependiente de la necesidad de pertenencia -acompañado de identificaciones inconscientes- y obstaculizado en su desarrollo, sentirá sin siquiera darse cuenta el por qué, que su existencia presenta un gran vacío de auto motivaciones. Dicho vacío puede ser llenado consumiendo ropa, tour, comida, alcohol, droga, o cualquier otra cosa que le haga sentir que está completando o evadiendo –aunque sólo sea de manera momentánea y errónea- sus carencias auto motivacionales.

 

A la par, los consumidores son conducidos a permanecer fijados a la pertenencia o integración grupal asociada a: la clase social que ostenta el poder, la marca de ciertos productos, equipos deportivos, modas, religiones, creencias, etc. Al final, los grupos no cuentan, lo que cuenta es que la mayoría de la sociedad se halle ocupada en el camino errado de su desarrollo humano/3 y siga consumiendo y buscando la integración en otros grupos: de los horóscopos, de las redes, de los famosos, de los cursos, de las tecnologías, etc., son incontables. Las notorias diferencias entre la clase social a la que en realidad pertenece, y la identificación inconsciente con una clase y grupos de consumidores a los que no puede alcanzar (razón por la que vive endeudado y deseando nuevas adquisiciones), sumado a esta vorágine de búsquedas de integración a otros grupos, se convertirán en los principales obstáculos para la formación de su ego maduro: todo este proceso es el que permite cerrar el círculo vicioso de la incesante influencia nociva de la mayoría de los medios de comunicación que se reforzará casi todos los días, y cada vez que oiga las noticias en la “paz” de su hogar.

 

Para ejemplificar algunos obstáculos, tomemos el caso del arroz verde. Así se le llama a uno de los numerosos casos de persecución que el gobierno traidor de Ecuador, hace a sus ex compañeros demócratas. Como sucede ya en varios países latinoamericanos -en Ecuador con el expresidente Rafael Correa y el Vicepresidente Constitucional Jorge Glas, en Brasil con Lula da Silva, o en Argentina con Cristina Kirchner, etc.-, no existen pruebas de corrupción, por tanto, como no se puede acusar de algo específico sin pruebas, se inicia una campaña de persecución mediática-jurídica con generalizaciones infundadas. En este caso del arroz verde, se supone -sin la menor evidencia-, que se ha cometido corrupción en general durante la campaña del partido ganador de las últimas elecciones presidenciales, todo ello mediante un nombre que no aclara absolutamente nada sobre el asunto, pero que prácticamente casi todos pueden asociar, el color verde con el color distintivo del partido acusado y, por esta vía también, coligar la infamia.

 

Con el mencionado funcionamiento superficial de la conciencia con el que gran parte de la población actúa casi todo el tiempo, muchas personas oyen en las noticias algo relacionado con corrupción llamado arroz verde. Mientras las múltiples ocupaciones diarias y las distracciones consumistas no le permitan profundizar sobre el tema, los individuos serán objeto de la influencia de una identificación exclusiva o inconsciente, que inicia con la memorización y repetición de lo principal: en el caso arroz verde, se dice que ha existido corrupción.

 

Sin la menor prueba, el oyente sentirá una mayor necesidad de vincularse a la pertenencia-aceptación de algún grupo, que a cuestionar e investigar la ausencia de las mismas. Y por supuesto, su rápida vinculación con un grupo no podrá ser con el que se halla difamado como corrupto. De esta forma, le resta sólo una opción, integrarse al grupo de los que critican la corrupción, acusando a los supuestos corruptos, sin la más mínima evidencia: una vez identificado con el grupo de los acusadores mediante una adhesión inconsciente, el fanatismo del grupo lo torna cada vez más endógeno, formando un círculo vicioso, puesto que la rígida frontera, a su vez, acentúa el fanatismo. Así se configura un escenario que establece una verdadera barrera que limita casi todas las posibilidades de iniciar una profundización y ampliación del tema. Este segundo paso que consistió en adherirse al grupo, es un refuerzo del primero -la identificación inconsciente- puesto que ahora, bajo la protección grupal, ya puede tomar partido hasta como un acérrimo acusador -también inconsciente-, de algo que no conoce.

 

En el transcurso de este casi automático proceso, lo más probable es que el individuo siga expuesto a la manipulación de los medios –por lo general los de mayor audiencia-, mediante el siguiente sainete: con una apariencia real, las noticias mencionarán a qué personas se está supuestamente acusando, de qué manera ha sucedido, y citarán algunas pruebas falsificadas que parezcan sustentos, por ejemplo, un supuesto cuaderno (cuaderno en el que cualquier persona puede escribir lo que se le ocurra en cualquier momento -estratagema engañosa que también se usó contra la expresidenta Cristina Kirchner-, cuaderno cuya ficción ya se está desgastando, por lo que en Ecuador se pretendió fortalecer la calumnia con fraudulentas hojas de Excel). La intención es que, mostrando ciertos datos con confusas coincidencias se logre construir una falsa apariencia de un hecho que no ha sucedido/4 . Acá sigue el tercer paso de la manipulación, puesto que el oyente -que ya ha tomado partido- puede ahora mencionar algo relacionado con el supuesto hecho que, aunque ni siquiera lo ha visto -al cuaderno, por ejemplo-, pasa a convertirse en al menos una sospecha infundada, es decir, ¡al fin y al cabo la ficción puede ser compartida como una sospecha!: de esta manera se reafirma con mayor fuerza en la posición acusatoria, sin darse cuenta que comete una oprobiosa injuria y que ha sido víctima de un sutil engaño.

 

Las disimuladas acusaciones de la prensa varían, y se van sumando, utilizando un discurso que embozada o desembozadamente, crea una realidad social de un hecho de corrupción inexistente. Así, sin el menor rubor por las calumnias, se presentan algunos “periodistas” que mencionan: posible coima, robo, asociación ilícita, enriquecimiento ilícito, cohecho, concusión, etc. Cuanto mayor sea la información falsa, mayor será la confusión, el escándalo y las posibilidades de que los oyentes que se hallan identificados en forma inconsciente lo compartan, sumando a esta situación, los comentarios de su malestar: ésta es la génesis de las negativas emociones a nivel colectivo, un explosivo y expansivo ambiente de ira y odio. A su vez, todo este proceso va exacerbando el escándalo y afianzando la pertenencia-dependencia al grupo acusador que, además es el grupo que ostenta el poder, y que es enaltecido por las candilejas faranduleras del espectáculo mediático manipulador.

 

A esta objetiva influencia intersubjetiva que ejerce el hablante, en este caso, el locutor de los medios de comunicación, se la conoce como el “elemento ilocucionario del significado”, elemento que Habermas define como la posición, “sentido” o “pretensión” que el hablante asume junto al contenido proposicional del acto del habla. Por ejemplo, la intención o “el sentido de un mandato” o de una orden, “es que el hablante busca también imponer el cumplimiento de una exigencia. [...] Estas pretensiones de validez que un hablante entabla al ejecutar actos de habla, fundan relaciones intersubjetivas, es decir, tienen la facticidad de hechos sociales.” (Habermas, 1984: 75, en Arturo, 2009:17)./5

 

Estas objetivas influencias sobre las personas que “tienen la facticidad de hechos sociales” (Ibid.), son ejercidas por la mayoría de los medios a través de melodramáticas propagandas y noticias. El drama no bajará el telón hasta que aparezca otro supuesto -o real- escándalo (en el caso del expresidente Rafael Correa ya cuenta con 27 linchamientos mediáticos unidos a una feroz persecución jurídica) que refuerce la retención de la población en su identificación con un grupo asociado al poder socioeconómico. El poder despótico moderno, por lo general, ejerce control -o es propietario- de la mayoría de los medios de comunicación (lo que incluye noticieros, publicidad en general, la transmisión del fútbol y de otros espectáculos masivos), y de la expansión-permanencia de las misiones religiosas. Un decadente sistema educativo favorecerá este escenario, sobre todo si la educación se centra en la memorización y la copia, ya que ésta es otra manera de formar consumidores, o lo que es lo mismo, repetidores acríticos de lo que previamente ha sido construido por otras personas.

 

La totalidad de estos sucesos se van integrando en un grupo más amplio de pertenencia-dependencia: el mayoritario grupo social del ego medio con mínimas posibilidades de desarrollo. El tipo y grado de manipulación de las personas está relacionado con las características de la sociedad: algo así no se podría llevar a cabo en países donde se promueve la autonomía y el desarrollo humano, y donde la educación-socialización en general, por tanto, se orienta a fortalecer la evolución de la conciencia.

 

Quito – Ecuador, agosto de 2019.

 

Referencias

 

Arturo, Eduardo (2016). Abordaje integral de las inter-relaciones cultura-poder sugiere nueva política de desarrollo humano. Quito. EAC Consultor. En https://issuu.com/earturo/docs/abordaje_integral_de_las_inter-rela

 

-------- (2009). Estudio de un proceso de sistematización desde el “método de análisis en grupo”. (Tesis de Maestría en Ciencias Sociales). FLACSO. Quito. En http://www.flacsoandes.org/dspace/bitstream/10469/1445/4/TFLACSO-2009EAAC.pdf

 

-------- (2006). Derechos de los niños en el modelo occidental positivista de producción de conocimiento [169 párrafos]. Forum Qualitative Sozialforschung / Forum: Qualitative Social Research [On-line Journal], 7(1), Art. 25. En http://www.qualitative-research.net/fqs-texte/1-06/06-1-25-s.htm

 

Berger, Peter L. y Luckmann Thomas (2005). La Construcción social de la realidad. Buenos Aires. Amorrourtu.

 

Habermas, Jürgen (1984). Teoría de la acción comunicativa: Complementos y estudios previos. Madrid. Cátedra.

 

Wilber, Ken (1980). El proyecto Atman. Una visión transpersonal del desarrollo humano. Barcelona. Kairós. (Edición publicada con permiso de la Theosophical Publishing House, Estados Unidos).

 

-------- (1997). Breve historia de todas las cosas. Barcelona: Kairós.

 

-------- (1996). Una teoría de todo. Una visión integral de la ciencia, la política, la empresa y la espiritualidad. Barcelona: Kairós.

 

1 / Se definen tres niveles de desarrollo del ego o persona: “temprano (de los 4 a los 7 años), el ego medio (de los 7 a los 12 y el ego maduro (desde los 12 … años)” (Wilber, 1980: 66). Que la mayoría de los individuos se hallen en el nivel medio de desarrollo del ego, no significa que otros importantes aspectos como, por ejemplo, el desarrollo cognitivo, social, cultural, o ético, etc. también presenten una evolución intermedia, puesto que se desenvuelven con dinámicas relativamente independientes.

2 / En términos generales, cuando se utiliza el concepto inconsciente, se hace referencia a todos aquellos aspectos ausentes o ensombrecidos, que no emergen o que no pueden ser asociados o interrelacionados de manera clara, por la conciencia humana.

3 / Lo que aquí se concibe como desarrollo humano, tema abarcador y orientador de este corto y específico artículo, puede ser ampliado y profundizado en los textos que constan en las Referencias, sobre todo los tres textos de Wilber, y Arturo: 2016 y 2006.

4 / Como ha sido vastamente estudiado, construimos realidades sociales tanto de forma individual como colectiva, y esto se lleva a cabo de todas las maneras posibles: consciente o inconsciente, justa o injusta, objetiva o subjetiva, verdadera o falsa, etc.; a quien le interese profundizar sobre este tema puede hallar un excelente estudio en las Referencias: Berger y Luckmann (2005).

 

5 / Todos ejercemos influencia mediante el elemento “ilocusionario del significado”, lo negativo es que se lo utilice con la intención de engañar (conscientemente o no), sobre todo por parte de aquellas autoridades o líderes a quienes se ha confiado la responsabilidad de procurar el bienestar de la población, abusando así de su posición social. Si bien no es el tema central, este artículo apoya la necesidad de que los medios de comunicación no deben estar controlados (directa o indirectamente) por líderes empresariales, religiosos, sectarios o de partidos políticos, porque este escenario configura una objetiva situación de inequidad en el acceso a la información y en la creación de oportunidades: deben ser controlados por un gobierno democrático, legítimo, que incluya directa participación popular.

https://www.alainet.org/es/articulo/202080
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