Etiopia, la brutal realidad del tráfico humano
- Opinión
La tragedia de la migración etíope, no difiere en nada de la enorme mayoría de los países del continente, por lo que las 64 nuevas muertes de sesenta y cuatro migrantes, son solo un eslabón de la larga cadena de inequidades, a la que África está sujeta por el colonialismo, prácticamente desde la llegada de los portugueses en el siglo XV, conducidos por el infante Enrique, conocido como el navegante.
El pasado martes 24, al menos sesenta y cuatro etíopes fueron encontrados muertos por asfixia y calor, hacinados, junto a catorce sobrevivientes, dentro de un contenedor de carga sobre un camión en tránsito, en el distrito de Angónia, de la provincia de Tete en el noroeste de Mozambique, fronteriza con Malawi y Zimbabue, cuando las temperaturas alcanzaban los 34C (93F).
El camión que procedía de Malawi y transportaba a los inmigrantes, fue detenido en el puente de Mussacana por la policía mozambiqueña alertada por los gritos y golpes que procedían del interior del conteiner. Mozambique es uno de los pasos obligados de las tantas rutas migratorias cuyo destino final es Sudáfrica, que, a pesar de su crisis financiera, sigue siendo una de las principales economías del continente junto a Nigeria.
Las autoridades locales confirmaron que la totalidad de las 78 personas que viajaban en el contenedor eran de nacionalidad etíope, al tiempo que informaron que el conductor del camión y su acompañante, los dos mozambiqueños, fueron detenidos por la policía. En el marco de la pandemia, los catorce sobrevivientes han sido puestos en cuarentena, mientras se investiga su ingreso al país para determinar si habían pasado por algún país con casos confirmados de Covid-19.
El chofer declaró que le habían prometido 30 mil meticais, aproximadamente 450 dólares, para transportar a los migrantes, por lo que las autoridades ahora buscan a quienes permitieron la entrada ilegal al país.
Mientras tanto, el Ministerio de Relaciones Exteriores etíope confirmó la información, a través de la embajada de Etiopía en Sudáfrica, al tiempo que aseguró “estar trabajando para establecer el número real de muertos y sus identidades”.
El gobierno del presidente Abiy Ahmed ha implementado algunas medidas en procura de combatir las redes de traficantes locales, que operan en el país, que cuenta con tres rutas migratorias, por las que intentan buscar un destino, lejos de la pobreza: la ruta hacia Libia, desde donde buscan atravesar el Mediterráneo rumbo a Europa (es importante señalar que ya son más de 20 mil los ahogados desde que comenzó la crisis migratoria en 2014). La ruta más transitada es el corredor que busca llegar a Arabia Saudita y otras monarquías del Golfo Pérsico en la que pueden demorar varios meses, y donde también se produce una importante cantidad de muertes, por sed, agotamiento, hambre o el capricho del algún traficante que se aburrió de su cliente. (Ver: Etiopia, la larga caravana de los invisibles). Esta cruza gran parte del país y de Eritrea, rumbo al puerto de Obock (Djibouti), pero antes, los emigrantes deben atravesar a pie a lo largo de días campos de lava y zonas áridas donde las temperaturas pueden alcanzar los 50 grados.
Una vez en Obock, sobre el golfo de Tajoura, sobre el Mar Rojo, deben cruzar los treinta kilómetros del estrecho de Bab al-Mandab (La puerta de las lamentaciones) y realizar otro peligroso recorrido terrestre por Yemen, que se encuentra en guerra civil desde 2014 y con Arabia Saudita desde el 2015. Al llegar a la frontera del reino wahabita deberán enfrentar quizás el momento más peligroso de su viaje, ya que tendrán que sortear los guardias fronterizos, extremadamente violentos, con autorización para abrir fuego contra los “intrusos”, por lo que no dudan en asesinar y abandonar esos cuerpo donde caigan, para escarmiento de quienes vienen más atrás.
Se calcula que, en el 2019, cerca de 190 mil etíopes lo intentaron, alentados más que por ese reino de las mil y una noches, por la fantasía de considerar que, al ser musulmanes, serán bien recibidos por la corte Saudita.
La última opción es Sudáfrica, para lo que tendrán que transitar unos 8800 kilómetros, por el corredor que conforman: Kenia, Tanzania y Mozambique, aunque por cuestiones de “seguridad”, al igual que los contrabandistas, utilizan, después de Kenia, el desvió que los lleva por Zambia, Malawi y Zimbabwe, la ruta que eligieron los migrantes descubiertos el último martes.
Para los migrantes del Cuerno de África, el calor, la sed o el hambre no son sus únicos enemigos, sino también las bandas de secuestradores, que los capturan para después extorsionar a sus familias pidiendo un rescate. Según la investigación de 2019 del Centro de Migración Mixta (MMC), más del quince por ciento de los migrantes que viajaban al norte a través del Cuerno de África fueron secuestrados.
Mediadas contra el tráfico de personas
A partir del mercado ilegal que han abierto los traficantes, el gobierno de Addis-Abeba, ha declarado la guerra a los traficantes de migrantes. El pasado viernes 20, Tewelde Goitom, alias Walid, un traficante eritreo, enriquecido gracias a sus actividades ilícitas que se movía con toda impunidad por el país, fue detenido junto a su hermano y cuatro de sus cómplices mientras mantenía una reunión en un bar público. Walid es uno de los traficantes más conocido del Cuerno de África (Somalia, Eritrea Etiopia y Kenia) además de estar acusado de múltiples violaciones y torturas.
A mediados de febrero, en el marco de la campaña del gobierno del presidente Ahmed, también fue detenido otro importante traficante de origen eritreo: Kidane Zekarias Habtemariam. Ambos eritreos manejaban las redes que operan en las rutas hacía Libia, por lo que ahora las autoridades de Addis-Abeba, están considerando la posibilidad de extraditándolos a algún de los países europeos donde están siendo procesados.
El tráfico de personas en Etiopía sigue siendo un negocio rentable pese al informe del Banco Mundial, que habla de importantes logros económicos y sociales que el país vive desde el año 2000 en que tenía una de las tasas de pobreza más altas de África. Según el Banco Mundial, Etiopía ha experimentado una década de progreso importante, alcanzado un crecimiento económico promedio de 10.9 por ciento anual, lo que redujo en un 33 por ciento la población que vive la pobreza, gracias al crecimiento agrícola, el aumento de las prestaciones básicas y la seguridad rural. Se incrementó la esperanza de vida y las tasas de mortalidad infantil disminuyeron de manera importante, además crecieron la educación primaria y el número de hogares que han mejorado sus niveles de vida, contando con electricidad y agua corriente.
-Guadi Calvo es escritor y periodista argentino. Analista Internacional especializado en África, Medio Oriente y Asia Central. En Facebook: https://www.facebook.com/lineainternacionalGC
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