Libia: La incertidumbre como hoja de ruta

08/04/2019
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Una vez más Libia debate su futuro entre facciones que carecen de toda representatividad: por un lado las tropas del mariscal Khalifa Haftar, jefe del Ejército Nacional Libio (ENL), la organización armada más poderosa que quedó en pie desde la debacle que vive ese país tras el ataque de la entente occidental contra el Coronel Mohamed Gadafi. El ENL controla más del setenta por ciento del país, cuyo basamento político está instalado en la ciudad de Tobruk al este del mismo, allí funciona un parlamento acorde a los intereses de Haftar, y cuenta con los respaldos internacionales de Egipto, Emiratos Árabes Unidos (EAU) y nada menos que de Rusia.

 

Hafther rivaliza con el Gobierno de Unidad Nacional (GNA), un esperpento armado por las Naciones Unidas, cuya figura más importante es el “Primer Ministro” Fayez al-Sarraj, con un paupérrimo control territorial menor al 25 %, pero que cuenta con el importante apoyo de Estados Unidos, Francia, Reino Unido e Italia, y cuya capacidad de fuego las brinda las poderosas milicias de la ciudad de Misrata a unos 200 kilómetros al oeste de Trípoli y otros grupos menores vinculados a movimientos religiosos integristas. Testigos informan que cientos de camiones de combatientes de diferentes milicias salieron de Misrata y la ciudad de Zintán, el sábado, rumbo Tajura, en los suburbios del este tripolitano, para neutralizar la presencia del ENL de Hafther.

 

Tanto Hafther como al-Sarraj, tendrían que haber saldado sus diferencias en el acto eleccionario pautado para antes del 10 de diciembre de 2018, según se acordó en la cumbre del 29 de mayo en Paris, bajo los auspicios del presidente Emmanuel Macron; allí las dos partes habían convenido la necesidad de terminar el período transición post guerra civil, y a través de elecciones generales, lograr el surgimiento de un gobierno que preserve la estabilidad del país y pueda unificar las instituciones gubernamentales creadas desde entonces. Todo esto finalmente fue abortado dados los innumerables choques armados que se libran de manera constante en el país.

 

Nuevas reuniones en Sicilia (Italia) y Abu Dabi (Emiratos Árabes Unidos) habían logrado los mismos resultados de París, pero las trapisondas electorales tanto de Trípoli, como de Tobruk han postergado sin fecha las elecciones, por lo que el Mariscal Hafther, ha visto ahora si la oportunidad para autoerigirse como “sucesor” del Coronel Gadafi, y el último jueves cuatro, dio la orden a sus tropas de avanzar hacia Trípoli y tomar la ciudad. El mariscal prometió resguardar la vida de civiles, nacionales y extranjeros y a las “instituciones estatales”. Además de amenazar con acabar con los terroristas y mercenarios, que operan a favor de al-Sarraj, no especificó ningún otro objetivo e ignoró la reunión que había convocado Naciones Unidas para el 14 y 16 de abril en la ciudad de Ghadames, en el oeste del país.

 

El líder del Gobierno de la Unión Nacional (GNA), Fayez al-Sarraj, advirtió el sábado la posibilidad de que esta nueva estrategia de Hafther se convierta en una “guerra sin victorias”, y el conflicto vuelva a estancarse por mucho más tiempo.

 

La nueva ofensiva del ANL apunta principalmente a presionar a Sarraj y Naciones Unidas, para concluir un acuerdo que le permita a Haftar convertirse en el comandante del único ejército nacional y hombre fuerte del país.

 

A poco de conocida la noticia, Rusia, Francia, Italia, el Reino Unido, los Estados Unidos y los Emiratos Árabes Unidos han solicitado el fin de las operaciones para evitar un nuevo baño de sangre en gran escala. Las potencias occidentales responsables exclusivas de la actual situación de Libia, en un comunicado conjunto advirtieron que: “En este delicado momento de transición en Libia, la postura militar y la amenaza de acciones unilaterales, hacen probable que vuelvan a sumir a Libia en el caos”.

 

El pasado 28 de febrero, la ONU había anunciado un nuevo acuerdo entre los dos bandos, para resolver las fechas electorales mientras el mariscal Haftar terminaba de conquistar el sur del país. En una campaña iniciada en enero, contra los diferentes grupos que operan en Fezzan, un cúmulo confuso de organizaciones armadas que puede tanto pertenecer a al-Qaeda como al Daesh, ser bandas de contrabandistas y traficantes de droga, armas y personas al tiempo que también operan para la insurgencia armada de Sudán, Chad o Níger. (Ver: Libia: Es el petróleo, estúpido).

 

La campaña del ANL en el sur del país le permitió a Hafther, fundamentalmente terminar de controlar la provincia de Fezzan, y conquistar nada menos que los campos petroleros de al-Fil y el de al-Sharara, el más importante del país, además de acordar con tribus locales, para apoderarse de la ciudad de Sabha, capital de la región. Este golpe a los campos petroleros del sur le permite a Hafther, convertirse en el “dueño” del petróleo libio que representa el 95 por ciento de los ingresos del país ya que en junio del año pasado había concretado el “control total” de lo que se conoce como la “Media Luna Petrolera” en el noroeste del país junto a los puertos de Ras Lanuf y Sidra, por donde la producción petrolera sale hacia los mercados extranjeros.

 

¿Una guerra o una negociación apurada?

 

De nada ha servido la visita del Secretario General de la ONU, el portugués Antonio Guterres, quien se reunió el jueves en Trípoli con Fayez al-Sarraj y el mariscal Haftar en Benghazi el viernes, Guterres expresó, al abandonar el país, su “profunda preocupación”, pero agregó que “todavía guardaba la esperanza de evitar una sangrienta confrontación en Trípoli y sus alrededores”.

 

Washington, Londres y París han llamado a imponer sanciones a Hafther si continuaba con su ofensiva, pero el apoyo diplomático y militar del Cairo, Abu Dabi y de manera tangencias de Moscú, han mantenido las ínfulas del Mariscal.

 

Las tropas de Hafther, que ya se habían apoderado de las ciudades más importantes del país, después de fuertes combates y largos sitios como Benghazi, la segunda ciudad más grande de Libia y capital de la Cirenaica, también tomaron Derna, la primera capital del Daesh en el país, y ahora van por Trípoli.

 

El avance del ENL  ha sido detenido por ataques aéreos en la región de al-Aziziya, a unos 40 kilómetros al suroeste de Trípoli, al tiempo que las fuerzas pro Trípoli han podido desalojar a los hombres de Hafther del aeropuerto internacional, a unos 30 kilómetros al sur de la capital, inactivo desde 2014, que habían sido tomado la noche del viernes.

 

El jueves, los efectivos de Hafther tomaron tres ciudades en las afueras de Trípoli: Gharyan, a unos 90 kilómetros al sur, Surman, 80 kilómetros al oeste, y Aziziya, a 40 kilómetros al suroeste. Los combates en esas ciudades habrían sido de baja intensidad, por lo que se cree que el General Hafther acordó con las autoridades locales para permitir la toma de esos puntos, aunque no pudieron hacerse de un puesto de control a unos 30 kilómetros al oeste de Trípoli, para poder cortar la ruta costera que va hacia Túnez.

 

La escalada de la violencia está a las puertas de Trípoli, por la que ya se han cerrados todas las escuelas, una vez más se ha despertado un gran temor en su más de millón y medio de habitantes que han salido a las calles para abastecerse de insumos básicos. Las colas, frente a las estaciones de servicio y supermercados, están causando grandes aglomeraciones, mientras los combates ya se suceden cercanos.

 

Al caer la noche del sábado, las poderosas milicias pro Trípoli llegadas de Misrata combatían a unos cuarenta kilómetros a las fuerzas de Hafther; se ha sabido que las milicias de Misrata han capturado al menos a unos 150 hombres de ENL junto a una cincuentena de vehículos y poderoso armamento.

 

Algunos expertos insisten que la decisión de Haftar sería un intento de llegar a la conferencia de mediados de abril en una posición de sumo poder obligando a la-Sarraj a negociar debilitado con su ciudad sitiada y a que acepte la constitución de un gobierno de facto con la suma del poder militar y la posibilidad de un gobierno ya unificado, que pueda mantener a Haftar en el poder hasta las elecciones generales en las que sin duda se impondría, dada la necesidad del pueblo libio de terminar con la anarquía y consagrar un gobierno de Unidad Nacional.

 

Los ministros de asuntos exteriores del G7 reunidos en Francia, sin calificar a Haftar como el agresor, han solicitado a todas las partes involucradas a moderar sus acciones y a detener las acciones militares y el avance hacia Trípoli.

 

Por su parte el Comando de África de Estados Unidos, (AFRICOM), informó que, dada la “mayor inquietud”, había reubicado a un contingente no especificado de sus fuerzas sin dar mayores precisiones.

 

Se cree que Haftar cuenta con una importante fuerza aérea, muy superior a la armada por los Emiratos Árabes Unidos. Además de, según Washington, unos 300 mercenarios de origen ruso.

 

La situación es a todas luces muy compleja por las posibilidades de nuevas matanzas y que cerca de millón y medio de refugiados que esperan en los puertos libios para llegar a Europa se desmadre, por lo que sin duda la única hoja de ruta es la incertidumbre.

 

Guadi Calvo es escritor y periodista argentino. Analista Internacional especializado en África, Medio Oriente y Asia Central. En Facebook: https://www.facebook.com/lineainternacionalGC

 

https://www.alainet.org/es/articulo/199207
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