Ofensiva contra la democracia bolivariana
La ofensiva busca crear un gobierno paralelo y movilizar la calle contra el gobierno del presidente Maduro para justificar así una intervención internacional.
- Opinión
El 23 de enero, el desconocido parlamentario Juan Guaidó, en una tarima durante una manifestación, se autoproclamó presidente encargado de Venezuela. Una declaración que normalmente sería ridícula, de novela satírica ó provocada por el sol caribeño. Pero es peligrosa porque se inscribe en una nueva ofensiva contra la democracia bolivariana. Una ofensiva dirigida desde fuera y contraria a la autodeterminación de los pueblos. Una ofensiva que busca crear un gobierno paralelo y movilizar la calle contra el gobierno del presidente Nicolás Maduro para justificar así una intervención internacional.
¿Ofensiva de la derecha latinoamericana?
Hay consenso que Washington y sus aliados en la región están detrás de esta ofensiva. Los gobiernos derechistas han hecho de la revolución bolivariana su demonio preferido y su derrocamiento sería una gran victoria para la derecha latinoamericana.
Sin embargo, a diferencia de acciones que ha dejado huellas: como el marco regional con Unasur y otras instancias de integración regional propiciadas por Venezuela; los gobiernos de derecha no han conseguido victorias significativas contra Venezuela.
A pesar del fanatismo anti-venezolano del Secretario General la OEA, Luis Almagro, los gobiernos de derecha no han conseguido suficientes votos como para condenar Venezuela en la OEA. Para coordinar su campaña contra la república bolivariana debieron crear el Grupo de Lima. Han perdido aliados. México, un pilar del Grupo de Lima bajo Enrique Peña Nieto, ahora que es dirigido por AMLO, reconoce como único presidente de Venezuela a Nicolás Maduro. Bolivia y Cuba engrosaron esa mayoría de gobiernos latinoamericanos que respeta el derecho a la autodeterminación y la no intervención en asuntos internos de los Estados.
Washington y otros gobiernos del grupo de Lima desconocieron el segundo gobierno de Nicolás Maduro. El vicepresidente estadounidense Mike Pence fijó el 23 de enero como día clave de movilización. La autoproclamación de Juan Guaidó siguió un escenario preparado. Trump reconoció de inmediato la legitimidad del desconocido Guaidó. Fue seguido de cerca por el derechista presidente colombiano Iván Duque y el de Brasil, Jair Bolsonaro en Brasil y Macri de Argentina. Sebastián Piñera también lo reconoció como el “Presidente encargado” de conducir un gobierno de transición.
La ofensiva fue antecedida por la sublevación de unos 27 militares el lunes 21. Ellos llamaron a un alzamiento popular que no fue escuchado. Washington y sus aliados llaman a un alzamiento insurreccional que condenarían en sus propias fronteras.
La derecha venezolana de remolque
Con todo, es difícil que Juan Guaidó sea algo más que un espantapájaros y que pueda ejercer la presidencia de transición. El desconocido Guaidó, tiene 35 años y pertenece al derechista partido Voluntad Popular, fundado en 2009 por Leopoldo López de la corriente radical de la MUD. Guaidó accedió a la presidencia de la Asamblea Nacional por la rotación de partidos. Es presidente de una Asamblea Nacional en desacato por el Tribunal Supremo, cuyas declaraciones y leyes no se materializan en políticas públicas, son simbólicas.
En el pasado, la derecha venezolana ya desechó las negociaciones conducidas por José L. Rodríguez Zapatero en Santo Domingo. Prefirió derrocar la revolución bolivariana con guarimbas, antesala al Golpe. No le ha resultado. Desde 2017 no conseguía levantar movilizaciones sociales. Sus divisiones y caudillismos, le impidieron traducir sus apoyos en mayorías en las urnas, restándose así a contiendas democráticas que según los observadores internacionales eran correctas. Recordemos que la mayoría en el parlamento no era holgada. Dependía de reconocer 3 diputados de dudosa elección. Lo cierto es que la oposición no consiguió erigirse en alternativa democrática, esperando, como ocurre normalmente que el desgaste del gobierno le abriera las puertas del Palacio de Miraflores.
Por ello, dígase lo que se diga, el segundo mandato de Nicolás Maduro es legal y legítimo. Fue un error que la derecha radical se negara a participar en la elección presidencial. Ello la dejó fuera del escenario democrático. Las instituciones establecidas por la constitución bolivariana funcionan. Las fuerzas armadas han reiterado su respaldo al gobierno. Todo ello, en medio de enormes dificultades económicas engendradas por los aleas de la economía mundial en un país mono exportador de petróleo. A ello se agrega un boicot semejante al aplicado contra otro gobierno progresista, durante el gobierno de Salvador Allende en Chile
Defender Venezuela contra la guerra de Donald Trump
Trump fue el primero en reconocer la legitimidad del desconocido Juan Guaidó como presidente encargado. Donald Trump no descartó la intervención militar para apoyarlo. Muchos temen que la nueva ofensiva de Washington aumente la violencia en Venezuela, cerrando las perspectivas de dialogo.
Por un lado, es difícil descartar el peligro de una invasión. El presidente estadounidense Donald Trump amenaza desde hace meses con invadir Venezuela. Ello a pesar de que algunos le recomiendan que no siga ese peligroso camino. Que los problemas de Venezuela son internos. El envío de tropas sería impopular y no es evidente que Colombia y Brasil intervengan militarmente.
Por otro, nadie cree que el gobierno de Nicolás Maduro se rinda sin luchar. A pesar de las dificultades económicas, cuenta con el respaldo de las instituciones de la revolución bolivariana, incluida la Corte Suprema, la Asamblea Constituyente y las Fuerzas Armadas. Además, algunos temen que Trump recurra a una crisis internacional para imponerse ante la Cámara de representantes dominada por los demócratas. Además ha señalado que busca restablecer la posición estadounidense en la región frente a la ofensiva de China, de Rusia o Turquía, que tienen relaciones diplomáticas, económicas y militares con Venezuela.
El presidente Venezolano Nicolás Maduro reaccionó anunciando la ruptura de relaciones con Washington y exigió el retiro del personal diplomático de ese país en 72 horas. Trump no reconoce su autoridad. Es el impasse.
El desconocimiento del segundo gobierno del presidente venezolano Nicolás Maduro hacía temer a muchos analistas que aumentaran las agresiones contra la revolución bolivariana en 2019. La situación hoy está clara. Independientemente de las dificultades en que se desenvuelve la revolución bolivariana, las fuerzas de la reacción no tienen asegurada la victoria. La solidaridad internacional, revelando las contradicciones y doble estándar de los gobiernos democráticos, como Canadá, es esencial.
http://marcelosolervicens.org/2019/01/venezuela-ofensiva-contra-democracia-bolivariana/#more-1545
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