Brasil: Elecciones del 7 de Octubre
- Análisis
En Brasil, en las elecciones del 7 de octubre, 147 millones de ciudadanos brasileños concurrirán a las urnas para elegir presidente, vicepresidente, la nueva cámara de diputados, renovar parcialmente el senado y designar gobernadores y asambleas legislativas estatales y del Distrito Federal. Lo que capta la atención internacional, son las elecciones presidenciales. Todo asegura que habrá un balotaje el 28 de octubre entre el ultraderechista Jair Bolsonaro del marginal Partido Social Liberal (PSL) y el candidato del Partido de los trabajadores (PT), reemplazante del ex presidente Lula, Fernando Haddad.
Ellas marcarán el futuro de Brasil. En carta al Jornal do Brasil, Lula afirma, que la disyuntiva es “entre civilización y barbarie”. Que los votantes tienen en sus manos la posibilidad de “rescatar la democracia”. Otros plantean que el desafío es la “elección entre fascismo y democracia”. Los resultados en la principal potencia latinoamericana marcarán la integración regional. Ellos permitirán cuestionarán o reforzar la percepción del carácter ineluctable de la ofensiva de la derecha conservadora liderada por Donald Trump.
Bolsonaro: Candidato de la derecha brasileña
Las encuestas prevén la eliminación el 7 de octubre de Geraldo Alckmin (8%) candidato del Partido Social Demócrata Brasileño (PSDB). Es el delfín del influyente ex presidente derechista Fernando Henrique Cardoso. El bloque derechista, apoyado por medios de comunicación que perpetró el golpe parlamentario contra Dilma Roussef en 2016 no irá al balotaje.
La derecha acrecentó su estrategia anti-PT, usando la tuerta justicia brasileña. Encarceló sin pruebas al ex presidente Lula, prohibiéndole ser candidato. Le impidió votar. Perpetuó un doble estándar. Temer y otros 150 congresales, acusados de corrupción, siguen impunes.
Pero, el saliente presidente de facto Michel Temer, es el presidente más impopular de la historia de Brasil. Apenas 3% de los encuestados aprueba su presidencia. Temer aumentó la crisis con políticas neoliberales. Congeló por veinte años los gastos sociales y las medidas progresistas de distribución de ingresos de los gobiernos del PT. Recurrió al ejército para combatir el aumento exponencial de la violencia delincuencial.
El desbarajuste de la derecha favorece al ultraderechista Jair Bolsonaro. Un ex militar, parlamentario marginal. Un eterno aspirante a dictador, admirador de Pinochet y defensor de la dictadura militar brasileña (1964-1985). Un bufón con declaraciones inaceptables. Entre otras, (1999) que “La dictadura debiera haber matado 30.000 personas más”. Que (2003) una diputada no merecía que la violara. Homofobo extrema: “Sería incapaz de amar un hijo homosexual, prefiero que muera en un accidente de coche”. Concita movilizaciones en su contra y el rechazo del 44% del electorado. A pesar de la puñalada propinada por un perturbado en un acto electoral el 6 de septiembre. Pero, con 32% en las encuestas es quien representará la derecha en el balotaje del 28 de octubre. Apuesta al caos: Promete desconocer una derrota frente al PT y amenaza abiertamente con una intervención militar si eso ocurre.
Una amenaza a la democracia brasileña
Jaime Amorín del Movimiento de los Trabajadores Rurales Sin Tierra (MST) afirma que Bolsonaro representa una alianza reaccionaria. En ella confluyen militares activos y en reserva. Contaría con el apoyo internacional de Donald Trump y los servicios de inteligencia israelíes. No escatima esfuerzos en su campaña de fake news en medios sociales. La derecha tradicional aparece condenada a apoyarlo si quiere evitar un eventual retorno del PT al gobierno.
La popularidad de Bolsonaro dependería devarios factores. La crisis de las élites y la crisis económica. Por un clima de violencia extremo, acrecentado con el aumento de las desigualdades desde la recesión de 2014.
Greenwald y Pougy afirman que la crisis del establishment favorece demagogos como Bolsonaro. Bolsonaro encabeza una especie de fascismo eterno. Aquel que surge de la frustración de las clases medias por el deterioro del nivel de vida. Por la percepción de amenazas por otros grupos sociales subordinados. Una interpretación en boga con el alza de populismos retóricos de derecha. Como el de Donald Trump en Estados Unidos ó el de Duterte en Filipinas.
Otros señalan que se sustenta en el semianalfabeto político de las clases medias semicultas. Un fenómeno ligado, como en otros países latinoamericanos posiciones, al apoyo de líderes evangélicos ultra conservadores. Según El País, cuenta con apoyo del 36% de los evangélicos.
Su principal asesor económico, Paulo Guedes, un Chicago Boy. Guedes afirma que Bolsonaro representa la clase media agredida y abandonada por la izquierda. Su programa es de privatizar todas las empresas estatales de Brasil, “simplificar los impuestos” y reducir el aparato estatal (pasará de 29 a 15 ministerios). Pero hay una lucha interna en la derecha. The Economist la muestra claramente. Califica a Bolsonaro como “la más reciente amenaza contra Brasil y América Latina” augurando un mandato desastroso si es elegido.
La Alternativa de Fernando Haddad
Las encuestas aseguraban desde tiempo la victoria del popular ex presidente Luis Ignacio Lula da Silva. Pero, el bloque derechista enquistado en el Estado lo encarceló el 7 de abril pasado. Le condenó a 12 años por corrupción. Sin pruebas, según sus partidarios. Todo depende de la palabra de Leo Pinheiro. El director de OAS, en la causa Lava jato, inculpó a Lula para reducir su condena. El presunto apartamento regalado, no es propiedad de Lula. El Tribunal Superior Electoral de Brasil desecho una carta del Comité de Derechos Humanos de la ONU intercediendo por Lula. Mantuvo su decisión de no permitir la candidatura de Lula. Ese fue el último golpe de una justicia infeudada por la derecha brasileña. Una estrategia usada como arma estratégica por la ofensiva conservadora en América Latina.
Fernando Haddad, fue ministro de Educación en el segundo gobierno de Lula y en el de Dilma Roussef. Es ex alcalde de Sao Paulo. Haddad fue designado finalmente por Lula, como porta estandarte del progresismo brasileño. En la campaña del PT hay identidad entre Haddad y Lula, afirma Emir Sader.
El lema de la campaña de Haddad es “Hacer a Pueblo Feliz de Nuevo”. Entre 2003 y 2013 el PIB de Brasil creció 64% y la pobreza se redujo a la mitad. Creció el gasto social y el salario mínimo aumentó en 75%.
La recesión de 2014 bajó en 10% el ingreso per cápita entre 2014 y 2016.27 millones de desempleados. El presidente de facto Michel Temer congeló por 20 años los recursos para inversión en políticas sociales. Contribuyó a la crisis económica con privatizaciones y regresión de derechos adquiridos. La crisis aumentó la delincuencia. La alternativa del PT aparece como un dique de contención contra la oleada reaccionaria en América Latina.