Arabia Saudita: El trono sangriento

28/03/2018
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Mohammed bin Salman
Foto: spanish.almanar.com.lb
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En junio del año pasado el rey Salman depuso de la línea sucesoria a su sobrino Mohamed bin Nayefy y designó por decreto real a su hijo, el príncipe Mohammed bin Salman, de 31 años, ministro de Defensa.  Como tal, bin Salman es responsable del genocidio que se sigue perpetrando, con la anuencia de todas las potencias occidentales, contra el pueblo yemení, genocidio que desde 2015 ha producido unos 17 mil civiles muertos (de ellos 3500 niños), más de 25 mil heridos, 25 millones de yemeníes afectados por la crisis humanitaria, 10 millones afectados por la hambruna, de ellos 2 millones son niños. A esto se agrega las epidemias: solo el cólera ha dejado hasta ahora 3500 muertos.

 

El futuro monarca está extremando su poder, demostrando, tal como todos sus antecesores, el profundo desprecio a los derechos humanos, los mismos que sus aliados occidentales se desgañitan defendiendo, cuando gobiernos que no cuadran con sus intereses como Venezuela, Cuba, Irán, Corea del Norte o la mismísima Rusia, sin más pruebas que alguna campaña mediática perfectamente pautada, son acusados y sancionados.

 

Para limpiar de estorbos para su acceso al trono y su permanencia, Mohamed bin Salman, sorprendió al mundo con una razzia enmascarada de “anticorrupción”, encarcelando decenas de príncipes a la sazón empresarios y ejecutivos de grandes empresas, por ende parientes suyos, que en algún momento podrían significarle algún peligro.

 

El joven genocida, sin que ni Estados Unidos o Israel hagan ninguna objeción, acaba de declaran en una entrevista con un medio norteamericano, que desarrollará armas nucleares “los más pronto posible, si Teherán continúa con su plan nuclear”.

 

El príncipe Salman fue recibido con gran beneplácito en el Reino Unido, ya que se han cerrado acuerdos por 6400 millones de dólares en compra de armamentos, convirtiéndose en el principal proveedor de armas del reino. Armas que sin duda servirán para seguir masacrando al pueblo yemení. Desde el comienzo del conflicto Londres incrementó sus ventas, pero también lo hacen los Estados Unidos, Francia, Alemania y España, entre otras grandes “democracias” occidentales.

 

El último 20 de marzo, el príncipe Salman inició su primera visita oficial como heredero del trono a los Estados Unidos, que se extenderá por tres semanas y abarcará Boston, Nueva York, Seattle, San Francisco, Los Ángeles y Houston. Se esperan sellar acuerdos por más de 35 mil millones de dólares con empresas de Silicon Valley, además de empresas petroleras de Texas, General Electric, Apple, Google y Uber y productores de Hollywood, entre otras. Sin duda serán claves las conversaciones, según declaró el ministro de exteriores saudita, Adel bin Ahmed al Jubeir, sobre todo para establecer contratos para la construcción de reactores nucleares para el sector energético.

 

La relación entre Riad y Washington se revitalizó desde la visita de Trump al reino, tras varios años del enfriamiento aplicado por la administración Obama. La visita sin duda restablecerá los siempre tan transitados puentes comerciales y políticos entre ambas naciones. Quizás el hombre indicado para llevar a cabo este relanzamiento sea el yerno presidencial y agente sionista, Jared Kushner, quien en las últimas semanas ha sido eclipsado por acusaciones de tráfico de influencias y malversación de fondos públicos.

 

El príncipe saudita se reunirá también con importantes jerarcas de gobierno norteamericano, nada menos que el ex director de la CIA y nuevo Secretario de Estado Mike Pompeo, el vicepresidente Mike Pence, el recién nombrado John Bolton, asesor de seguridad nacional, tras la reciente expulsión de Herbert McMaster y el secretario de Defensa James Mattis.

 

Salem y Kushner habían sido designados para lograr un acuerdo de paz entre Palestina y el enclave sionista.  Salem tenía el encargo de llevar a los palestinos a la mesa de negociaciones y el yerno de Trump a los sionistas, pero el plan fracasó tras la decisión del rubicundo presidente de trasladar la embajada norteamericana de Tel-Aviv a al-Quds (Jerusalén).

 

Además de la cuestión palestina, sin duda en las conversaciones estará presente la guerra en Yemen, por la que Trump no ha demostrado particular interés, y conflicto saudita con Qatar, que tras nueve meses de la ruptura de relaciones sigue sin encontrarse una solución.

 

El plan maestro de Salem es lo que se conoce como “Visión 2030”, con el que intenta sacar al reino del estado de dependencia casi total de la producción extranjera en todas las ramas y emprender un plan de industrialización y de diversificación del país.

 

A la sombra de la cimitarra

 

Entre las muchas cuestiones que anclan al reino saudita a la edad media es la pena de muerte por decapitación, que en muchos casos se convierten en espectáculos públicos, desde 2004 fueron condenados a muerte unas 1300 personas.

 

Las leyes del reino permiten la pena capital en casos de asesinato, delitos relacionados con drogas y violación, actividad política en contra del régimen, también se aplican, con menor frecuencia, en casos de adulterio, apostasía y brujería.

 

Las leyes de reino eximen al Estado de proporcionar a los acusados ​​abogados defensores e incluso traductores en los casos de muchos detenidos, originarios del sudeste asiático, en su gran mayoría trabajadores migrantes, a quienes se los vinculan con el narcotráfico. Diferentes organizaciones defensoras de los derechos humanos, han denunciado la absoluta injerencia del poder ejecutivo en los resultados de los juicios, particularmente cuando los inculpados son chiitas, en estos casos las penas suelen ser condenas de muerte.

 

La situación parece estar empeorando desde que el príncipe Mohammed bin Salman fue nombrado príncipe heredero, ya que la tasa de ejecuciones se ha duplicado. Unas 133 ejecuciones han tenido lugar en los primeros ocho meses del anuncio, al tiempo que en los ocho meses anteriores las ejecuciones habían alcanzado a 67. A las 133, habrá que agregarles otras dieciocho ejecuciones pendientes que esperan una resolución inminente. Muchos de los condenados a muerte han sido víctimas de una muy amplia ley antiterrorista, que considera como tal a cualquiera que se manifieste y exija cambios políticos en el reino. Entre los ejecutados se encuentran ocho que eran menores al momento de su “crimen”.

 

En los primeros dos meses de este año fueron decapitadas 32 personas, 15 de ellas extranjeras provenientes de Pakistán, Egipto, Nigeria, Jordania y Líbano y un bedoun o apátrida. Esto significa un promedio de 16 ejecuciones mensuales, que casi triplica el promedio de los últimos catorce años que era de seis.  En coincidencia con el aumento de las ejecuciones, cabe indicar que algunas personas han sido decapitadas por “crímenes” no letales en los que los jueces tienen el derecho a fallar a discreción.

 

Se cree que este año las ejecuciones  podrían superar las 160 de 2015, que fue el más alto de los últimos 20 años, en 2014 fueron 90.

 

El tráfico de drogas parece ser otro de los crímenes penados por las autoridades del reino, entre enero y noviembre de 2017 fueron ejecutadas cerca de 65 personas por ese tipo de delitos. La cifra representa aproximadamente un 40% del total de ejecuciones, un aumento sustancial si se le compara con el 4% de 2010.

 

Los crímenes relacionados al narcotráfico que están considerados como ta'zir, es decir que no están tipificados en la sharia o ley islámica, son, en apariencia, brutalmente reprimidos.

 

El reino wahabita que perdura a pesar de ser quizás la mayor y más prologada dictadura de la historia moderna, ha sido denunciado como uno de los tres países con mayores tazas de ejecuciones en el mundo. Tiene la responsabilidad en ser el más importante promotor y sostenedor de grupos terroristas como al-Qaeda y Daesh, desde Nigeria a Filipinas. Además financió a los Contra en Nicaragua durante el gobierno Sandinista y a  organizaciones vinculadas a los neofascistas italianos participando,  por ejemplo, en el atentado contra la estación de Bologna en 1980 que dejó 85 muertos y 200 heridos.  Fue el mentor fundamental en la financiación de la guerra antisoviética de Afganistán, de las guerras en Irak, Libia y Siria. Goza de una formidable cobertura política y mediática que roza la impunidad gracias a ser uno de los mayores compradores de armas del mundo. Es el obstáculo fundamental para la unidad del mundo árabe, que es lo que permite que el enclave sionista perpetre el genocidio contra Palestina, sin ninguna consecuencia, además de ser el espolón de proa contra una posible agresión a Irán.

 

Sin duda el príncipe Mohammed bin Salman, accederá al trono saudita para seguir ensangrentando al mundo con nuevas e inauditas matanzas, en cada lugar que los Estados Unidos lo requieran.

 

Guadi Calvo es escritor y periodista argentino. Analista Internacional especializado en África, Medio Oriente y Asia Central. En Facebook: https://www.facebook.com/lineainternacionalGC

 

https://www.alainet.org/es/articulo/191898
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