Cazador de Rojos
- Opinión
Una denuncia, por medio de un grupo de Whatsapp, me hizo conocer de una cuenta de Twitter identificada como “Cazador de Rojos” que se dedica a perseguir y a fichar chavistas que viven en el extranjero. Probablemente quién esté detrás de esta cuenta sabe que está tomando la identidad de un personaje del franquismo aunque muchos de los que lo siguen lo ignoren.
El franquismo, oprobioso sistema político que existió en España se caracterizó por ejecutar a sus detractores tras juicios sumarios, por prohibir cualquier forma de disidencia con el Presidente o con la ideología que este impulsaba y fue tan similar al nazismo que suelen contarse los hechos de manera parecida.
Aunque lo precisemos porque pensamos que a las cosas hay que decirle por su nombre, no es tan sólo el horror de que alguien reivindique esta figura lo que nos mueve sino la naturalidad con la cual se promueve la persecución y se persiguen personas por sus ideas políticas.
Recordaremos al respecto que este es precisamente el segundo aspecto tratado por la Declaración Universal de los Derechos Humanos, la prohibición de la discriminación que ampara el derecho de las personas a ser quiénes son y que se retoma cuando se establece como derecho de cualquier persona el participar políticamente en los asuntos de su país.
Son estas las prácticas que desde abril de 2002 están manteniéndose allí, a veces subiendo o bajando de intensidad y que demuestran que no estamos ante una discusión en términos de diferencias políticas sino realmente ante la criminalización del ejercicio de una opción política y del poder en un país.
Ahora que en todos los asuntos que antes existieron solamente dentro del país se le ha sumado esta faceta internacional se ha posicionado en algunos sectores de la oposición que quienes han apoyado el proceso bolivariano no tienen derecho a estar –bajo ninguna excusa- fuera del país.
Si nosotros tomamos esta idea y la incluimos con las crecientes sanciones que se han impuesto contra Venezuela parece evidente que para algunos Venezuela es –y debe ser- una cárcel. La situación devenida en un marco difícil para una vida sosegada se utiliza entonces como un castigo colectivo.
Y esto tiene mucho en común con las descripciones del apartheid y abiertamente, con la de genocidio, prácticas que por cierto fueron muy apreciadas y utilizadas por gobernantes como Francisco Franco de quien esta “oposición democrática” está tomando el vocabulario.
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