Memorias de Camboya y un cirro para Ecuador: la traición, el enemigo y la cuestión de la obediencia

13/12/2017
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La prisión genocida S-21en Camboya
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Al caminar por la que fue primero una escuela y, luego, la prisión genocida S-21, que en la actualidad se conoce como el museo "Tuol Sleng", miré un rincón de las que fueron las salas de clases y, después, las salas de tortura para miles de personas inocentes.

 

Hoy la S-21 o máquina para matar es un excepcional museo de los crímenes genocidas, situado en Camboya, Nom Pen.

 

El rincón está situado en un cuarto amplio, un cuarto amarillo donde las paredes con manchas amorfas, oscurecidas, parecen revivir la escena del cuerpo casi sin vida, de un hombre joven retorciéndose de dolor tras el tercer episodio de tortura recibido aquel día. Esto era frecuente, pues los detenidos no tenían nada que declarar, no eran culpables de nada.

 

Los debían hacer confesar, lo que fuera no importaba, incluso si inventaban una historia ridícula como robar arroz o espiar a un vecino estaría bien. Antes de asesinar a la gente, los guardias debían justificar la ejecución y hacerles firmar la confesión.

 

Los carceleros eran quinceañeros o poco más, fieles fanáticos de Pol Pot, el desquiciado líder de los Jemeres Rojos; todo lo hacían en nombre del Ankar: la organización que gobernó Camboya entre 1975 y 1979.

 

Pol Pot fue el líder autoidentificado como comunista, que inspiró la crueldad sin límite con la que actuaron camboyanos convencidos de que hacían lo correcto al aniquilar al enemigo. Los enemigos eran otros como ellos.

 

Si usaban anteojos, si tenían manos suaves, si hablaban varios idiomas, si poseían títulos académicos, incluso tener gusto por la lectura era motivo para hacerlos dejar esta vida. Cerca de 3 millones de personas de un total de 8 millones fueron masacrados con los métodos más innimaginables.

 

Dado que esto sucedió hace pocas décadas existen testimonios vivos de gente que participó de este régimen. Los que más sorprenden son los relatos del hermano de un chico extranjero, ejecutado sin razón alguna, y la de los guardias de la prisión de esta ex escuela, que fueron quienes cometieron estas atrocidades.

 

"Mi cabeza estaba conectada a mis manos sólo para ejecutar y destruir al enemigo con determinación. No pensaba en nada más", estas son palabras de uno de los guardias que intentó responder a ¿cómo fue posible tal genocidio?

 

Vann Nath fue un prisionero, pintor excepcional. Sus cualidades artísticas maravillosas le salvaron la vida, pues lo confinaron a pintar obras para los jefes rojos. Hace pocos años, él trataba de comprender lo que había sucedido, sin lograrlo. Enfrentó a los guardias en un documental imperdible (S-21). Señalaba algo electrizante: Que incluso en la palabra matar hay algo de humano, de moral, pero en destruir ya no, porque en este caso el enemigo es aniquilado, hecho polvo y punto, no hay conciencia del mal; el enemigo ni siquiera es tratado como un animal. En el que destruye no queda nada de humanidad.

 

Cuando se visita los campos de exterminio, en particular, el Museo de los Campos de la Muerte, a unos kilómetros del centro de la ciudad, se observan las fosas comunes donde se calcula fueron sepultadas unas 20 mil personas. Al recorrer el lugar es posible observar en el piso de tierra restos de vestimenta y huesos humanos que aparecen tras las lluvias que remueven la superficie.

 

 ¿Cómo pudo suceder?

 

Con cabezas automatizadas para un único pensamiento, con mentes fanatizadas, convencidas de su superioridad.

 

Así es como sucedió y han sucedido tantos eventos vergonzosos para la humanidad.

 

En Ecuador aspiramos a alcanzar el Buen Vivir. Una sociedad justa, sin pobrezas, equitativa, que permita el desarrollo y realización de todos y cada uno.

 

Sin embargo, hoy enfrentamos un conflicto político en el ala progresista de la población políticamente organizada. Conflicto que aparentemente aspira a destituir al Presidente Lenin Moreno, a causa de una tal "traición a los principios del proyecto político", que ha desatado una oposición del progresismo al progresismo, liderada por el ex Presidente Rafael Correa.

 

Hoy por hoy todos creen tener la verdad mayor. Las redes son una cazuela que humea calumnias e improperios a destajo. Sin embargo, no existe debate político. El país no ha reflexionado, por ejemplo, sobre ¿Cómo hacemos un gobierno para la paz y la justicia?, anótese: en las pasadas elecciones estuvimos a sólo unos miles de votos de tener a un banquero de presidente, así que algo debemos cambiar. ¿Quién tiene la fórmula para alcanzar el Buen Vivir?

 

Es válido preguntarse cómo avanzamos en ese trayecto, ¿es que parte del progresismo cree que en la batalla de las ideas se vale todo? Iniciamos un proyecto con alegría y frescura, ¿por qué la constante del actuar político de una parte del progresismo hoy es la descalificación? Aspiramos a una Patria para tod@s, ¿Es correcta la invención de la traición y la creación de "enemigos" progresistas, para forzar la razón de la mayoría nacional (progresista)?

Esta toxi-cultura-política que se ha generado en estos pocos meses, ¿Está tan lejos de desear destruir "al enemigo"?

 

Por supuesto, no en la forma de una sanguinaria barbarie, pero reconozcamos que en más de una ocasión ese lado del progresismo parece agobiarnos con el deseo de colonizar los pensamientos ajenos. El problema es que la mayoría ha optado por hacerlo con una curiosa y extraña forma de seducción insultante y degradante. No hay reflexión temática, no hay discusión teórica ni dialéctica en este juego de fuerzas.

 

Lo cierto es que resulta altamente indignante que los políticos hagan de la política una riña de gallos. El país está harto de la discordia pueril. Cuestionemos y debatamos sobre ideologías de cómo hacer gobierno hoy y sobre las estrategias para permanecer en él, con miras a transformar nuestras sociedades.

 

Me pregunto por el fundamento de la llamada traición. Nadie lo tiene.

 

...Y me pregunto si es posible alcanzar una sociedad pacífica a partir de la violencia que emanan los supuestos líderes del presente y del futuro.

 

https://www.alainet.org/es/articulo/189836
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