Filipinas después de Marawi

25/07/2017
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A dos meses de la toma de la ciudad de Marawi, en la isla filipina de Mindanao, al sur del país, por miembros de grupos tributarios del Daesh en el sudeste asiático, las fuerzas armadas filipinas recién en los últimos días han podido asegurar la zona como para que el presidente Rodrigo Duterte pueda realizar una visita.  Esto se produjo luego de varias postergaciones, debido a los errores de cálculo por parte de los mandos militares a cargo de la operación de rescate de los rehenes que subestimaron la fuerza y organización de los integristas. Es sorprenderte la cantidad de armamento y municiones que han logrado introducir en Marawi, antes de la toma, y cómo en estos últimos dos meses han podido seguir abasteciendo a los combatientes de alimentos, municiones, insumos sanitarios e incluso de dinero que muchos de los muertos y detenidos tenían en sus pertenecías.

 

Duterte llegó el sábado a un campamento militar a tres kilómetros de las acciones, se entrevistó con oficiales y tropa, a los que les prometió todo su apoyo; tras permanecer cuatro horas allí volvió a Manila.

 

La reconquista de la ciudad se ha demorado por la orden del propio Duterte, que debió restringir los ataques aéreos y de artillería, para no generar más muertes entre los civiles que han quedado atrapados tras la toma el 23 de mayo. El presidente declaró este último viernes, que está dispuesto a esperar un año, si fuera necesario, con tal de minimizar las bajas civiles en Marawi.

 

Por los efectos de los combates el número de desplazados ha llegado a unos 400 mil, entre los habitantes de la ciudad, unos 200 mil, y pueblos cercanos. Por las cifras y el desorden en que se ha producido el desplazamiento es imposible calcular cuántos civiles puedan permanecen en poder de los terroristas y cuantos se encuentren ocultos, en la difícil geografía selvática del área, plagada de bañados y lagunas.

 

Según fuentes oficiales, los muertos llegarían a 560, de ellos, 45 civiles, 105 soldados y el resto son militantes de los grupos armados que tomaron la ciudad como Abu Sayeff y Maute, autodenominado Dawla Islamiyah, Combatientes de la Libertad de Bangsamoros Islámica y el Grupo Maguit, que se han aglutinado bajo el nombre de Da'wahtul Islamiyah Wailayatul Mastiq (DIWM).

 

El sábado, 22 de julio, los legisladores aprobaron, a solicitud de Duterte, extender la ley marcial hasta finales de año en la isla de Mindanao, además de otorgar mayor poder a las fuerzas de seguridad en la lucha y persecución de extremistas más allá del área de Marawi, mientras los ataques del Ejército, se encuentran limitados a acciones terrestres, apoyados discretamente por la aviación y la artillería.

 

Según miembros de la inteligencia filipina todavía habría unos setenta muyahidines que resisten entre los escombros de la zona comercial, junto con un número indeterminado de civiles, que bien podrían ser rehenes o militantes encubiertos. La misma fuente informa que los insurgentes ya solo controlan 12 de los 96, barangays o barrios con que cuenta la ciudad, pero debido a la existencia de francotiradores y las trampas explosivas el avance se hace extremadamente lento. Se cree que el grupo llegó a convocar unos 1200 combatientes en Marawi, algunos de ellos provenientes de Malasia e Indonesia, ambas naciones de mayoría musulmana, casi un centenar ha sido capturados, poco más de 400 han sido muertos y el resto o bien pudieron haber muerto y se encuentran todavía bajo los escombros de los bombardeos, fugados o resistiendo en diferentes puntos de la ciudad.

 

En las últimas horas,  el ejército ha rescatado 1723 civiles y 526 armas de fuego abandonadas por los terroristas, aunque todavía no se ha podido dar con el vicario general de la ciudad de Marawi Teresito "Chito" Suganob, que fue secuestrado en la catedral, el día de la toma junto a otros religiosos y otros rehenes.

 

Mientras se ha confirmado que el líder del movimiento Abu Sayyaf, Isnilon Hapilon ha conseguido sortear el cerco militar, desconociéndose ahora su destino, mientras que de los hermanos Omar y Abdullah Maute, líderes del grupo que lleva su apellido, la información es confusa, a Omar se lo ha dado muerto y detenido en varias ocasiones, mientras que de Abdullah se lo ha visto con vida e ileso por última vez a mediados de julio. Un tercer hermano, Mohammad Noaim, alias Abu Jadid, fue detenido en la madrugada del 14 de junio, por miembros de las fuerzas de seguridad en Cagayan De Oro, a unos 60 kilómetros de Marawi al norte de la isla de Mindanao.

 

Delfín Lorenzana, el secretario de Defensa, señaló que tras la visita presidencial del sábado el gobierno reforzará la vigilancia en la zona, ampliará la red de seguridad para ubicar campos de entrenamiento terroristas y sus actividades.

 

No quiero hablar de paz

 

En uno de sus acostumbrados exabruptos,  el presidente Duterte, tras su visita,  declaró: “No quiero hablar de paz”, en un momento que no solo Filipinas y toda la región se encuentra en pie de guerra, frente a la capacidad táctica y estratégica demostrado en Marawi por los wahabitas.

 

En Filipinas, un país de poco más de 100 millones de habitantes, en su mayoría cristiana de diferentes iglesias, los musulmanes representan aproximadamente 5 millones de personas en su mayoría ubicados en la isla de Mindanao, lugares históricamente postergados y de donde han brotado la mayoría de los movimientos guerrilleros que con diferente signo político han asolado el país.

 

Por lo que están dadas las condiciones para que Mindanao pueda convertirse en el nuevo epicentro del Estado Islámico, tras las derrotas de Irak y Siria.

 

Se ha conocido en estas últimas semanas que ha sido Daesh quien financió toda la operación en Marawi, por lo que se cree puedan comenzar a multiplicarse los ataques en el Sudeste Asiático.

 

En un reciente informe del Instituto de Análisis de Políticas en Conflicto (IPAC), con sede en Yakarta (Indonesia), se conoció que el dinero que se envió a Marawi, fue controlado por ciudadanos indonesios vinculados al Daesh. Dicho informe también advierte que la férrea defensa de Marawi, ha aumentado el crédito de los combatientes filipinos, entre los miembros de diferentes grupos wahabitas armados o muy cercanos políticamente de la región, contribuyendo a reagrupar facciones que estaban separadas. Por lo que el IPAC cree que el riesgo de operaciones terroristas en otras ciudades filipinas y de Indonesia y Malasia, se vuelva a reactivar con la llegada de veteranos de Marawi.

 

En los dos meses que llevan los combates de Marawi, las fuerzas de seguridad indonesias, han sufrido tres ataques por parte de integristas, el más letal con cinco muertes el realizado por dos suicidas en una terminal de autobuses de Yakarta.

 

Por lo que a pesar de que Marawi, caiga definitivamente en pocos días más, las alarmas no dejarán de sonar en todo el sudeste asiático, sino todo lo contrario.

 

Según Manila, tras los hechos de Marawi, se ha detectado un incremento de las guerrillas maoístas  que operan en el país, y que durante mucho se encontraban invernando, por unas demoradas conversaciones de Paz entre el gobierno y la guerrilla del Nuevo Ejército del Pueblo (NPA), brazo armado del Partido Comunista de Filipinas (CPP).

 

El presidente Duterte ha declarado que no piensa continuar con las conversaciones con el NPA y dedicarse a combatirlos apenas se supera la cuestión en Marawi.

 

Se ha registrado el viernes último una confusa operación de la que se responsabiliza al NPA, en Bacolod City, provincia de Negros Occidental, que ha dejado siete muertos. La extemporaneidad del ataque en plena conversaciones de paz ha dado lugar a sospechas que dicha operación fue fraguado por la inteligencia filipina, para dar argumentos a Duterte para prolongar la ley marcial y barrer cualquier oposición, y pueda “surgir” una nueva Filipinas después de Marawi. 

 

Guadi Calvo es escritor y periodista argentino. Analista Internacional especializado en África, Medio Oriente y Asia Central.

En Facebook: https://www.facebook.com/lineainternacionalGC

 

 

https://www.alainet.org/es/articulo/187083
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