Cuba: “En una fortaleza sitiada, cualquier disidencia es traición”

05/01/2017
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Desde que triunfó la Revolución cubana, el gobierno de los Estados Unidos ha recurrido a todo tipo de vías para atacarla y destruirla. Actualmente, y desde más de cinco décadas, el mayor crimen de violación de los derechos humanos es el bloqueo económico, comercial y financiero impuesto por el imperio contra la isla. El presidente Barack Obama, premio Nobel de la Paz habló mucho en su visita a La Habana, hizo promesas, posó para las fotos, sonrió a medio mundo, paseó por las calles, pero todo era “venta de humo”, y el pueblo muy cortés, lo sabía. Obama se retirará pronto de la Casa Blanca y pasará a la historia como un custodio más de esa política criminal contra un pueblo digno, justo y soberano.

 

En la lucha contra el gobierno socialista, el imperio ha utilizado todo tipo de personajes, y los más publicitados siempre han sido los que no tienen ninguna incidencia en Cuba, son los llamados “disidentes” (nombre puesto desde Miami), son gente desconocida hasta por sus propios vecinos. Llevan mucho años en este negocio, y por desfilar cada domingo o pegar un par de gritos contra la Revolución o hacer una pinta en alguna pared o tirar volantes en alguna avenida, cobran un dólar. Y sus amos en Miami creen, que con esas acciones, sus peones están desestabilizando la Revolución, ¡patéticos! Ni siquiera los mismos “disidentes” creen en nada de lo que hacen.

 

El manicomio de Miami (que Luis Ortega lo llama “depósito de miseria e idiotez”) se desató en jolgorio el pasado 25 de noviembre, exhibiendo sin límites el consumo de alcohol y de drogas. Y en sus programitas de televisión, donde todo lo que presentan carece de un elemental nivel cultural y profesional, siguen conjeturando la fecha, en la que los “disidentes” asaltarán el poder en Cuba.

 

Esos “valientes” de la isla no se han atrevido ni siquiera a hacer una manifestación pública en todo este tiempo; si bien tienen muy claro que el pueblo cubano ha sido educado en los principios de respeto al ser humano, temen caer en provocación, y correr mayores riesgos. Es gente muy despreciable, que el gobierno los ha tratado siempre con mano de seda. Entrevistado por Tomás Borge, Fidel le dice: “Y te advierto que los pueblos son radicales. La tendencia del pueblo es a medidas fuertes, exigencias fuertes, castigos fuertes, como regla, no lo contario de eso. Si la Revolución ha sido muchas veces criticada por el propio pueblo, es porque no haya sido más dura o no haya sido más exigente. Nunca la Revolución ha recibido una crítica por ser excesivamente dura en la lucha, en las medidas frente a la contrarrevolución; las críticas que se le han hecho han sido por todo lo contrario; porque las masas tienen siempre una tendencia hacia una exigencia más fuerte y a medidas más rigurosas.” Puede entenderse entonces, que a quien temen los “disidentes”, es al propio pueblo cubano.

 

Cuando el pasado 28 de noviembre en la Plaza de la Revolución en La Habana el presidente Rafael Correa expresó la frase de Ignacio de Loyola: “En una fortaleza sitiada, cualquier disidencia es traición”, estaba interpretando perfectamente el sentimiento colectivo de los revolucionarios cubanos. Por eso, los ahí reunidos, a pesar de tanto dolor multiplicado, le respondieron con prolongados aplausos. Cuba es un Estado soberano y tiene el derecho a defenderse y protegerse.

 

Los “disidentes”, los mismos que disfrutan de la atención gratuita de la salud; los mismos que reciben la educación formal de calidad desde el círculo infantil hasta la universidad; a cuyos familiares la Revolución les ha garantizado un techo digno y seguro social; cuyos hijos y nietos pueden practicar cualquier deporte a gran nivel competitivo, jugar y divertirse con completa seguridad en cualquier parque de Cuba; esos, los llamados “disidentes”, jamás obtendrán en Cuba ningún poder. Son personas residuales, que por un fundamental sentido de la decencia, solo es posible referirse a ellos con repudio.

 

Con ese tipo de enemigos, la Revolución estará siempre asegurada.

https://www.alainet.org/es/articulo/182671?language=es
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