Las mudanzas de Estado Islámico

14/07/2016
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Pareciera ser que finalmente gracias a la férrea resistencia del pueblo y el gobierno sirio acompañados por sus hermanos chiíe, los comandos de la poderosa Brigada 65 y otras fuerzas del ejército iraní y los heroicos milicianos del Hezbollah, junto a la intervención militar rusa, las bandas fundamentalistas de Abu Bark al-Bagdadí o el Califa Ibrahim, fundador de Estado Islámico, y del frente al-Nusra, la gerencia siria de al-Qaeda, han comenzado a asumir su derrota en la guerra planteada por Occidente hace más de cinco años, en procura del derrocamiento del presidente Bashar al-Assad.

 

Los grandes promotores de esta guerra: la OTAN, Turquía, Arabia Saudita, Qatar e Israel, han debido reconocer que sus objetivos no podrán ser alcanzados.

 

En el caso de la OTAN, son razones de política interna de los países que la componen, (la crisis económica, la crisis de los refugiados y la irrupción de la ultraderecha anti Unión Europea) las que la han obligado a desistir; respecto al caso turco fue la propia subsistencia del régimen de Recep Erdoğan, jaqueado por los innumerables hechos de corrupción, las revueltas kurdas, el avasallamiento a los derechos humanos y las “sutiles” presiones de Moscú, obligaron a Ankara a quitar apoyo a los grupos terroristas que operaban desde su territorio; en el caso de las monarquías del Golfo, los motivos son netamente económicos, ya que no pueden seguir invirtiendo en esa guerra, sin resentir sus propias economías; la decisión israelí se inscribe en su acatamiento irrestricto a las órdenes del Departamento de Estado.

 

En consecuencia a lo dicho, las bandas fundamentalistas han quedado libradas a su suerte, la seguidilla de los sangrientos atentados en Estambul, Dhaka, Medina y Bagdad, son señas desesperadas de su naufragio en Siria e Irak, lo que no reduce su virulenta peligrosidad, todo lo contrario, atentados como los mencionados se repetirán en distintos e insospechados lugares del mundo, posiblemente, por años.   

 

En Irak el agotamiento de Estado Islámico, es consecuencia de la intervención de la alianza encabezada por los Estados Unidos, que se ha visto obligada por la nueva realidad siria, a partir de la intervención rusa, a enfrentar seriamente a las brigadas fundamentalistas radicadas particularmente en el norte del país junto a la frontera siria.

 

La inminente pérdida de sus posesiones territoriales han obligado a la cúpula del DAESH a preparar a su gente para un nuevo tipo de combate, por lo que pronto pasarán de la guerra de posiciones territoriales, a reconvertirse en una red clandestina, similar a al-Qaeda.

 

La actual estructura del Estado Islámico le permite actuar sin mucho esfuerzo, en Asía, África, Europa, e incluso, aunque no sea orgánicamente, también en los Estados Unidos. Deberá eso si resolver temas tan sensibles como: su financiación, reubicar campos de entrenamiento y reorganizar las formas de reclutamiento de nuevos combatientes.

 

 Según algunos informes, se calcula que entre los combatientes del Estado Islámico en Siria e Irak, hay entre 30 y 50 mil extranjeros, proveniente de 90 países. Muchos de ellos ya han comenzado el retorno a sus países para continuar su lucha de alguna manera: organizan frentes de combate como ya se esta dando en Argelia, Túnez y Mauritania entre otros, crean  células para que actúen al modo de las que operaron en los atentados de París y Bruselas. Sin desestimar las acciones de los “lobos solitarios” como la ocurrida en San Bernardino, California, a comienzos de diciembre pasado, cuando el matrimonio compuesto por Syed Rizwan Farook y Tafsheen Malik asesinó entre 14 y 19 asistentes a un centro de salud donde trabajaban. Cuándo finalmente la policía, después de abatirlos en plena fuga, allanó su casa encontraron una docena de explosivos listos para usar, material para preparar muchos más, además de armas y más de tres mil municiones.

 

La pregunta que desvela a todas las agencias de seguridad del mundo es ¿cuantos “lobos solitarios” están esperando su momento para el martirio o shahâda?

 

Hombres del Estado Islámico hoy se baten en retirada en Libia, mientras intentan hacerse fuertes en Mali o en Nigeria, donde Boko Haram, ha jurado hace más de un año fidelidad a al-Bagdadí, mientras que sectores de la banda somalí al-Shabbab, ya ha reclamado jurar lealtad o bayat al Califa Ibrahim y abandonar al-Qaeda.

 

En el sudeste asiático existe una treintena de organizaciones que con más o menos “profesionalismo” han decidido lanzarse a su mal entendida yihad, muchos de los miembros de estos grupos son veteranos de la guerra en Siria e Irak. Un informe del año pasado ubica a aproximadamente 200 malasios, que pertenecían a la célula Katibah Nusantara, en la provincia siria de Hasaka, estos combatientes fueron responsables de la captura de varios territorios kurdos en abril de 2015. El mismo informe especifica que Indonesia fue la principal proveedora de combatientes del sureste asiático para las guerras de Medio Oriente.

 

Las milicias indonesias de Jemaah Islamiyah (JI), Kumpulan Mujahidin Malaysia (KMM) o Darul Islam Sabah, pretenden declarar el califato, de Daulah Islamiah Nusantara, que abarcaría desde Malasia, Indonesia, Singapur, el sur de Tailandia y Filipinas, lo que no se sabe es quién está dispuesto a financiar este nuevo frente.

 

Europa: un bumerang inesperado

 

Exactamente en un bumerang se ha convertido la pretensión europea de exterminar el gobierno sirio. En los comienzos de la revolución de los “moderados” sirios, Europa no solo abasteció de armamento, logística y fondos a los seudo revolucionarios sino que permitió que miles de jóvenes de origen árabe nacidos en el continente se fueran a probar suerte a las guerras que había iniciado y, en algunos casos, profundizado la Primavera Árabe.

 

Abriendo sus fronteras Europa permitió que aquellos pequeños “criminales” que atestaban las prisiones y los centros de asistencia social, viajen a luchar por sus Dioses a las tierras de sus ancestros. El negocio era redondo, al tiempo que se sacaban la “escoria”, según Nicolás Sarkozy, de encima y mandaban mano de obra barata a una guerra donde no tendrían que enviar a sus propios hombres. Claro, nadie calculó la posibilidad del fracaso, como el que se está dando ahora, y menos que aquellos jóvenes revoltosos, que podían arrancar la cartera de una elegante señora en Faubourg Saint Germain o robarse el celular de un preocupado ejecutivo en la Lijn 51 del metro de Ámsterdam, podrían retornar convertidos en curtidos perros de la guerra.

 

La muerte de Abú Omar al-Shishani, alías Omar el Checheno, sucedida en marzo, pero que se confirmó este último miércoles, podría llegar a ser un fuerte golpe para la estructura militar de la organización, ya que, además de ser reconocido como un gran estratega, era considerado el segundo del Estado Islámico, y a quién la CIA consideraba el ministro de la guerra de al-Bagdadí.

 

Esta muerte que habría sucedido en Charqat, cerca de la ciudad de Mosul, al norte de Irak, para algunos expertos deja bien en claro la crisis militar del DAESH, para otros no sería tan así. Auque si podría acelerar las decisiones de al-Bagdadí, de ordenar el repliegue de sus hombres hacia lugares donde puedan golpear con más efectividad, no solo en lo militar, sino también en lo mediático. Algunos pocos muertos en Milán o Viena, repercuten mucho más que cientos en Ramadi o Alepo.

 

En salvaguarda de esta situación es que la inteligencia holandesa ha alertado que se detectó el ingreso a Europa de decenas de miembros del Estado Islámico utilizando los mismos caminos de los refugiados particularmente  la vía Turquía-Grecia.

 

Ámsterdam ha reconocido que unos 260 ciudadanos holandeses viajaron a Siria desde el 2012, de ellos 40 han regresado, 42 han muerto en combate y cerca de 170, todavía permanecen en Siria. Al tiempo que Alemania acaba de reconocer que 17 miembros de Estado Islámico, con alta capacidad operativa, han ingresado a Europa junto a los miles de refugiados.

 

Si bien ninguna cancillería ha reconocido el verdadero número de sus ciudadanos que han viajado a zonas de conflictos para incorporase a la guerra se calcula que no podría ser menos de cinco mil, un buen número para iniciar cualquier guerra

 

 

Guadi Calvo es escritor y periodista argentino. Analista Internacional especializado en África, Medio Oriente y Asia Central. En Facebook: https://www.facebook.com/lineainternacionalGC

https://www.alainet.org/es/articulo/178806
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