Estados Unidos: Tan lejos, tan cerca
- Opinión
Durante la década de los setenta, en las clases de Historia y Geografía, se nos enseñaba que el Rio Bravo era una frontera geográfica, antropológica y política que separaba a los Estados Unidos de nuestra América Latina. Una frontera que dividía el mundo anglosajón y opulento, de nuestro mundo mestizo que habla en español o portugués, sumido en la pobreza. Todo esto mientras nosotros, estudiantes, admirábamos a los ídolos del momento en la cinta Woodstock.
En la actualidad, hemos aprendido que la frontera entre los Estados Unidos y América Latina no es algo tan nítido e impermeable como proclamaban las ideologías del siglo XX. Hoy sabemos que existe una importante población latina en ese enorme país, al punto que ya resulta determinante en la historia de aquel país. Hoy sabemos, también, que lejos de ser un país monolítico, la Norteamérica de los padres fundadores ha devenido un paisaje – cultural y político - variopinto y no vale lo mismo JFK que Richard Nixon, ni Barack Obama que Donald Trump.
Pareciera que los Estados Unidos está mucho más cerca de nosotros de lo que a muchos les gustaría creer. Estados Unidos: Tan cerca, tan lejos, Poco queda ya de aquel grito enardecido de otrora: “Yankee Go Home”. El reciente encuentro en la Habana entre Raúl Castro y Barack Obama marca un punto de inflexión y señala el fin de la Guerra Fría en el continente. Lo mismo podría decirse de la dolarización de nuestras economías, que de manera explícita o implícita, ha hecho de la divisa estadounidense la unidad monetaria que rige nuestra economía.
Nuestros vecinos del norte, un Imperio y una Democracia al decir de Octavio Paz, son y serán una presencia entre nosotros. Ya no resulta verosímil plantearse la relación con los Estados Unidos en blanco o negro, todo parece resolverse en un infinito espectro de grises. La cuestión para América Latina es construir – crear - una nueva relación a la altura del siglo XXI, avanzar en el plano económico, político y cultural con la primera potencia mundial, en un plano de mutuo beneficio, preservando la dignidad de nuestras naciones. Una cuestión que, ciertamente, no se resuelve construyendo muros.
Para nosotros latinoamericanos, las prioridades no podrían ser sino la Paz en la región, el Desarrollo Económico y la abolición de la Pobreza, todo ello en una Democracia que garantice plenamente los Derechos Humanos y la Libertad más amplia posible. En el plano internacional nuestro horizonte es avanzar hacia un Mundo Multipolar que destierre la lacra del Terrorismo y el Narcotráfico para ocuparnos de aquellos problemas globales que comprometen a la humanidad toda, como el Cambio Climático.
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